ESTA CANCIÓN YA SE ESCRIBIÓ: LAS ADVERTENCIAS DE MASSA PARA CAPUTO Y MILEI

El tigrense mantiene el perfil bajo mientras observa que el Gobierno se enfrenta los mismos dilemas que él, con el agregado de una recesión feroz. Cree que el peronismo va a ganar el año que viene y que para eso solo tiene que hacer una cosa: mantenerse unido.

El movimiento en las oficinas de Sergio Massa en la avenida Del Libertador no para. Han pasado por allí, en los últimos tiempos, buena parte de los senadores y diputados del peronismo y casi todos los gobernadores. A esos contactos se les suman las conversaciones con Cristina y Máximo Kirchner, los almuerzos con la CGT y las charlas con amigos de siempre como Emilio Monzó. También recibe a periodistas, empresarios, encuestadores. Ante ellos analiza la crisis de confianza que enfrenta el Gobierno y algunos lo han escuchado avisar: “Todo lo que están intentando para cubrir la falta de dólares ya lo intenté yo. Y no es fácil”.

Desde el salvataje del Banco de Basilea hasta correr a Rodrigo Valdés del FMI, pasando por préstamos de los países árabes. El exministro mira con distancia y resignación. Ya estuvo allí y ya intentó eso. Y ante sus interlocutores, recopila el resultado y las dificultades de cada negociación.

Cuando se enteró de que el ministro de Economía, Luis Caputo, apuesta por un salvataje del Banco de Pagos Internacionales de Basilea y del Banco de Inversión Europeo, sonrió con incredulidad. Es una fuente a la que el expresidente Mauricio Macri apeló en 2017, cuando Caputo era ministro de Finanzas. Aunque en aquel momento el préstamo fue de 71 millones de dólares (hoy la Argentina necesita por lo menos diez veces más que eso) y con asignación específica: financiamiento de inversiones en Pymes. En el hipotético caso en que el acuerdo avanzara por un monto acorde a las urgencias libertarias, el Gobierno se enfrentaría a tener que aceptar una tasa de dos dígitos para esa deuda debido a la suba del riesgo país. Y por si fuera poco, Massa anticipa otro obstáculo. El mismo que encontró él cuando quiso recorrer ese camino: Basilea suele exigir respaldo en oro físico para conceder préstamos. Y mudar las reservas de oro afuera del país puede convertirse en un golpe durísimo para una administración que enfrenta una crisis de confianza. La última vez que el Banco Central tocó el oro terminó en escándalo.

¿Qué pasa con la posibilidad de un préstamo de los países árabes? A la situación del riesgo país y la tasa que el país debería pagar, observa Massa, hay que sumar algunas cuestiones de política internacional, como el alineamiento irrestricto del presidente Javier Milei con Israel y el desprecio a los BRICs, que incluyó no solo la decisión de que la Argentina no forme parte del bloque, sino también exabruptos y calificaciones sobre los países miembros que no son dignos de un jefe de Estado. El mismo día en el que la Argentina hubiera ingresado al bloque, se formalizó el ingreso de Arabia Saudita, entre otros.

Capítulo aparte merece el director del FMI para la región, Rodrigo Valdés. Massa se ríe cuando le preguntan por él y por la presión de Milei para correrlo del Fondo y así lograr que el organismo habilite la llegada de dólares. Cuentan quienes visitan al exministro que hay una coincidencia plena en las apreciaciones de Massa y Milei respecto del chileno. “Es antiargentino”, lo definen cerca del tigrense. Massa cuenta una anécdota para graficar la mala relación que mantuvo con el funcionario. Dice que la primera vez que se reunieron, Valdés entró al encuentro avisando que sólo tenía diez minutos para conversar, y que su primera apreciación fue: “La Argentina tiene que entender que es pobre”. Poco para analizar a partir de allí. Por eso ambos exploraron el camino de correr a Valdés. Massa lo intentó durante una reunión de la que participaron el presidente estadounidense, Joe Biden; la secretaria del Tesoro, Janet Yellen; el secretario de Estado, Antony Blinken; el consejero de Seguridad Nacional para América Latina, Juan González, y el entonces presidente argentino, Alberto Fernández. “Necesitamos cambiar el mecanismo de interlocución con el Fondo”, pidieron Massa y Fernández allí, hablando un lenguaje diplomático que todos los participantes comprendieron. De más está decir que no tuvieron éxito. De hecho, Valdés salió de ese proceso fortalecido puertas adentro del organismo.

Así las cosas, Massa no ve de dónde podrían salir los dólares que el Gobierno necesita para hacer frente a esta crisis que, según el exministro, “no es una tormentita de un día”. Igual que Cristina, el tigrense insiste ante sus interlocutores que el problema de la Argentina es que consume más dólares de los que genera y analiza que la inestabilidad actual tiene que ver principalmente con los desincentivos que encontró el sector agroexportador a la hora de liquidar los 10.700 millones de dólares que permanecen en silobolsas. En concreto: una tasa artificialmente baja en pesos y la liberación de las restricciones para tomar crédito en pesos respecto de la liquidación terminaron generando un escenario en el que los productores vieron más atractivo endeudarse en pesos a tasas bajas para atravesar el año que liquidar la cosecha.

Además, ante quienes preguntan por su mirada de la coyuntura, el exministro analiza que la reacción de los mercados al anuncio de Caputo del viernes fue tan mala porque “lo que quieren hacer solo se puede hacer compulsivamente”, y resalta que el Gobierno “busca maquillar julio con adelantos de derechos de giro del FMI”. Este escenario, asegura, ya empieza a permear entre quienes votaron a Milei. Hoy, las encuestas que maneja el equipo del Frente Renovador muestran a un Gobierno con menos del 50% de respaldo. Además, observa que la manera en la que está integrada esa base de respaldo al presidente cambió, que “ya se parece más a un partido de derecha tradicional”, y que eso significa una oportunidad para que el peronismo pueda recuperar la escucha en sectores de la población que lo rechazaron hace menos de un año. Para lograrlo, dice, los dirigentes no pueden enroscarse en internas partidarias alejadas de la ciudadanía y deben concentrarse en representar a quienes no quieren al Gobierno. Algo de eso le avisó hace tres meses al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, cuando sus funcionarios cruzaban dardos envenenados por los medios con los integrantes de La Cámpora. “La política es tiempo”, dice. Y haciendo gala de toda su confianza, vaticina: “El peronismo va a ganar las elecciones del año que viene, lo único que tiene que hacer es mantenerse unido”.

Cenital

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