DESDE RUSIA CON AMOR

  • 2 Años ago

La publicación del acuerdo alcanzado entre Argentina y el staff técnico del Fondo Monetario Internacional arrojó alguna noticia importante que pasó, sin embargo, debajo del radar. Si antes del anuncio algunas declaraciones de la primera línea del organismo hacían pensar en un escenario de mayor presión sobre el gobierno en el frente tarifario que la admitida públicamente, el acuerdo lo relativiza. De acuerdo a la lectura de la consultora PxQ, que la meta de ajuste de subsidios no fuera colocada como un «objetivo indicativo» en sí misma permite al gobierno observar de modo flexible este objetivo, algo que -tras la invasión de Ucrania y la modificación de precios internacionales, parecía imposible.

El foco del acuerdo publicado, en cambio, aparece en la meta de recaudación y déficit fiscal total, un resultado mucho más que en los medios para alcanzarlo. Aún con las diez revisiones previstas, las condicionalidades del Fondo sobre la soberanía política del gobierno para fijar su rumbo son comparativamente bajas. Al tiempo que esto contribuye a aflojar tensiones a nivel interno de la coalición -donde las críticas aparecen centradas las demandas del organismo- ya aumentó los resquemores opositores que esperaban un mayor condicionamiento sobre las políticas del gobierno de Alberto Fernández, que permitiera un deterioro del oficialismo por fuera de sus propios errores.

De aprobarse el acuerdo por los accionistas del Fondo Monetario Internacional -y claro, en el Congreso-, el país habrá logrado evitar el incumplimiento sin ser obligado a una brutal reforma contractiva en espejo de experiencias anteriores, propias y ajenas. Este resultado, que evita los peores escenarios -tanto de ajuste como de incumplimientos-, también significa que importantes problemas estructurales vinculados a cuestiones como la inflación o la calidad del gasto público, no serán parte de este entendimiento y deberán ser resueltos directamente por la política cuando el consenso lo decida.

Ese consenso es el que falta hoy en el gobierno. “Alberto con la única persona que se pelea es con Cristina, con el resto entrega todo”, es una frase que se le ha escuchado decir a dirigentes cercanos a la vicepresidenta. En el entorno del Presidente la lectura es otra. En on ya la explicitaron Cecilia Todesca y Juan Manuel Olmos. En off los términos son más duros. Las declaraciones de Olmos en una entrevista radial sobre los videos publicados por La Cámpora causaron especial malestar en la organización que preside Máximo Kirchner. La encargada de cruzar al jefe de asesores de Fernández, sin nombrarlo, fue Juliana Di Tullio: “¿Equivocados? Puede ser pero no se escupe para arriba porque puede durar poco la razón. No escuché el mismo grado de crítica y exigencia a nuestro acreedor o a Macri que nos trajo a casa al FMI; pero se ponen corajudos con el espacio mayoritario del gobierno. Ubiquémonos todos”. 

La reacción de Di Tullio pone de manifiesto algo que, si bien está lejos de ser una certeza, cada vez aparece más probable en el horizonte electoral: la división del Frente de Todos en 2023. Si bien comparar una presidencial con una legislativa es a todas luces inválido, la experiencia de este dispositivo en gestión solo tiene una instancia electoral: la derrota por casi 10 puntos a nivel nacional. “Las chances que ganemos con este acuerdo y el espacio así de dividido son muy pocas. Si Cristina hace esta lectura, el 100% de 30 o 35 puntos es más que el 50% de 40”, analiza con frialdad un albertista no antiK, a esta altura una especie en extinción en el universo oficialista. En un escenario donde no hay inocentes, una figura de permanente consulta del Presidente recuerda la frase de Néstor Kirchner a los intendentes rebeldes del 2009 entre los que se encontraba Sergio Massa: “Los juntó y les dijo ‘che, ustedes díscolos, pero adentro’”. El dirigente desea que el Presidente haga lo mismo hoy.

Mientras tanto, en los whatsapp de los hombres de negocios se juega uno de los deportes olímpicos nacionales: Cristina para armar. El silencio de la vicepresidenta permite múltiples lecturas e interpretaciones sobre su ausencia en el debate público. Hasta que habla. Un rumor se expandió como un reguero de pólvora en los teléfonos de los empresarios. El trascendido señalaba que CFK iba a estar presente en Merlo para recibir un Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional del Oeste y que le tocaba dar un discurso. “Se acabaron las especulaciones”, se entusiasmaba uno de ellos ante #OffTheRecord. Este hombre de las finanzas tendrá que esperar: al cierre de esta edición, Cristina no tenía pensado asistir al encuentro. ¿Para no tener que expedirse, justamente, sobre el acuerdo en el medio de las negociaciones? Es una incógnita. 

De quien sí hay más indicios es de Máximo Kirchner. A pesar de las especulaciones, el ex jefe de bloque del oficialismo tiene decidido estar en la votación y no acompañar el proyecto oficial. Kirchner se debate entre el rechazo y la abstención. Esa incomodidad alcanzó también al Presidente que en un acto en el CCK dijo que sentía “desprecio” por el FMI. A algunos interlocutores argentinos con Washington les dijeron que las declaraciones de Fernández en Rusia habían terminado de inclinar la balanza en contra de la posición Argentina por la sobretasa. Es una de las cuestiones que el kirchnerismo le factura a Guzmán. “Ni hablemos de plazos, esto era plata y había sido un eje central del discurso de Martín en las negociaciones”, protestan ante #OffTheRecord. En Economía relativizan que la frase de Alberto haya impactado en la negociación.

En el entorno de Martín Guzmán creen que desdoblar el proyecto pone en riesgo la aprobación del acuerdo en el directorio del Fondo. Acompañar la refinanciación, pero no el programa es un escenario de aceptación improbable para el organismo. Incluso si las abstenciones superan a los positivos, las posibilidades de éxito ante el board son más que escasas. Hasta dejó abierta esa puerta Enrique “Coti” Nosiglia con Carlos Pagni. “JxC debe votar la negociación por el financiamiento de la deuda. La segunda parte, de las políticas que va a fiscalizar el Fondo, merece una discusión más profunda”, dijo, en su primera aparición televisiva en 30 años, el histórico dirigente radical. En Economía confiaban en que, entre hoy y mañana, en Diputados encontrarán una redacción que le permita a la oposición tener una narrativa para poder explicar el acompañamiento al gobierno. “Parecido el uno, diferente el dos”, resumía uno de los negociadores ante #OffTheRecord en relación al articulado que debe enviar la Casa Rosada. 

Tal vez para incentivar a las fuerzas que componen JxC, hoy estarán en el Congreso apoyando el acuerdo del oficialismo los sectores empresariales que, más cerca o más lejos, forman parte de la musicalidad opositora. Daniel Funes de Rioja; Adelmo Gabbi, de la Bolsa de Buenos Aires; Mario Grinman, de la Cámara de Comercio; Iván Szczech, de la de la Construcción; Nicolás Pino, de la Sociedad Rural; y Javier Bolzico, de la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba) dirán presente en Diputados para, salvo sorpresas, acompañar el entendimiento con el Fondo. En las filas opositoras tampoco abunda el orden. Solo así se explica la igualación de pesos con dólares que ejercitó el ex moderado Luciano Laspina y mereció una observación todo lo colérica posible en un Martín Guzmán que expresa sus emociones de una manera similar al capitán Raymond Holt en Brooklyn 99. Si en la bancada oficialista confían que la votación “no pasa de esta semana, jueves o viernes”, en la oposición, algunas voces -por ahora tímidas- entienden que “hay que hacer un esfuerzo para alcanzar un texto unificado” que les permita votar juntos y exponer las divisiones del Frente de Todos.


Hablamos de uno de los puntos centrales del acuerdo con el director de la consultora Economía y Energía, Nicolás Arceo.

¿Qué crees que puede pasar si estos precios del gas importado se mantienen?

Los precios internacionales están marcando el intento de los países europeos y los que necesitan abastecimiento de GNL de garantizarse ante la posibilidad de una agudización de la crisis rusa. En el plano local, lo que determinan -aún cuando se obtengan y se consigan cargamentos en el mercado internacional- es un aumento muy significativo en el nivel de subsidios y en el déficit comercial del sector energético.

¿Cuál es la viabilidad de cumplir las metas pautadas en el acuerdo con el Fondo?

De mantenerse los actuales precios difícilmente se pueda cumplir con la pauta acordada con el FMI en torno a la reducción de 0.6% del PIB en subsidios a la energía. El incremento de los precios no solo no va a permitir reducir el nivel de subsidios sino que muy probablemente el nivel de subsidios aumente.

Si Argentina hubiera construido el gasoducto y el puerto de GNL y pudiera vender gas a los precios actuales, ¿quién se quedaría con esa renta?

La actual coyuntura internacional lo que deja en evidencia es la necesidad de definir una política de Estado en materia energética de largo plazo que permita multiplicar y potenciar los niveles de inversión para lograr, en una primera etapa, el autoabastecimiento en materia energética para, posteriormente, convertir a nuestro país en un exportador relevante a nivel internacional. Argentina hoy dispone de recursos que permiten abastecer el consumo local de gas natural por aproximadamente 200 años y casi 100 años en el caso del petróleo. Y, en el marco de la transición energética, la ventana de oportunidad para el desarrollo de los recursos hidrocarburíferos está en las próximas décadas: no tenemos un siglo para ponernos de acuerdo.


Si luego de la invasión de la Federación Rusa a Ucrania, el foco de los observadores en las sanciones apuntaba a los altos precios del petróleo y el gas, habría que sumar a estos la enorme importancia de los dos países en los mercados agrícolas. La producción de fertilizantes, donde Rusia explicaba entre la quinta y la sexta parte de la producción global de nitrato de amonio, potasio y urea, será inevitablemente afectada. Esta situación impactará particularmente en los mercados de trigo, donde ambas naciones sumadas explican alrededor del 25% de las exportaciones globales. Con la guerra, todos estos productos subirán sus precios. Para Argentina, un productor global de importancia en alimentos, escasamente dependiente de los fertilizantes rusos y cuya participación en los mercados de trigo es apenas menor a la ucraniana, los efectos a nivel de precios deberían impactar positivamente sobre las exportaciones -más aún cuando la producción china, dirigida al mercado interno, posiblemente enfrente una de sus peores cosechas históricas, de acuerdo a la previsión del Ministerio de Agricultura del país asiático. 

En este marco, los precios obtenidos por el productor triguero, a precios constantes y netos de retenciones -que ya se ubicaban, al inicio de la guerra, en máximos históricos- podrían registrar subas aún más extraordinarias. El nuevo aumento, que será una amenaza para la seguridad alimentaria a nivel internacional, puede ser minimizada en nuestro país si se corre el veto que mantiene la política sobre la aplicación móvil de las retenciones, el instrumento más eficaz para desacoplar precios internos y externos, sin recurrir a prohibiciones de exportaciones o restricciones cuantitativas que tan malos resultados generan. La suba temporal de las alícuotas mientras permanezca esta situación podría mantener precios relativamente altos y muy convenientes a los productores, pero evitar que la suba de internacional siga alimentando el proceso inflacionario e impacte fuertemente en el pan, las galletitas, la mesa de los argentinos y las paritarias. 

A los precios actuales, una preocupación sobre el eventual impacto productivo de la medida -las retenciones son, en tiempos normales, un mal necesario-, aparece absurda y las exigencias fiscales del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, en cambio, podrían ser aliviadas en alguna medida. Por supuesto, es de esperar alguna reacción de los productores, pero también ellos conocen sus precios, y el gobierno podría fácilmente explicar el contexto de una situación tan extraordinaria como comprensible. París bien vale una misa.

Bonus track

  • La guerra podría, también, acelerar otros desplazamientos geopolíticos. El petróleo venezolano constituye la mayor reserva probada a nivel mundial, aunque su producción -debido a la desinversión y las sanciones estadounidenses- se ubicó en 2021 apenas por encima de la de Argentina. La posibilidad de recuperar la producción venezolana en un marco de precios excepcionales dio lugar a una visita de funcionarios estadounidenses, del Senado y la Casa Blanca, al gobierno de Nicolás Maduro. Se trata de la visita de más alto nivel en muchos años y refleja discusiones que existen no solo en círculos gubernamentales sino también republicanos. Venezuela aparece de momento firmemente alineada a Rusia y China, pero también fértil para dar la bienvenida a la actividad privada, tras las amplias facultades para concesionar y enajenar bienes que la reforma legal «de resistencia» a las sanciones otorgó al gobierno de Maduro, que hace apenas días manifestó su interés en recibir a inversores estadounidenses para su sector petrolero. Al interés por el petróleo venezolano se suma la inquietud estadounidense por la presencia militar rusa en Venezuela. La Doctrina Monroe contiene una preocupación antigua que persiste y que se renueva en cada conflicto. Por supuesto, no es de esperar un realineamiento radical, pero quizás pueda aparecer en el horizonte algún esquema tolerable de convivencia. Líneas rojas en lo militar respecto de Rusia, algunas sanciones que puedan aliviarse para permitir inversiones de empresas occidentales y una hoja de ruta para cambiar el reconocimiento diplomático, atada a algún acuerdo significativo con la oposición. No sería poco para un escenario de ocho años de estancamiento bilateral en el que todos perdieron, pero más perdió el pueblo venezolano.

Iván Schargrodsky | Cenital

  • facebook
  • googleplus
  • twitter
  • linkedin
  • linkedin

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.