REVENTÓ LA CUEVA

  • 4 Años ago

La AFI macrista al descubierto por las declaraciones de sus propios espías

Alan Ruiz es jactancioso. En la base 95 de Contrainteligencia, solían escucharlo levantar la voz para que todos supieran con quién hablaba. “Hola, 8”, decía y dejaba en claro que su línea era directa con la número dos de la Agencia Federal de Inteligencia, Silvia Majdalani. Detenido desde hace una semana por orden del juez Juan Pablo Augé, Alan Ruiz pide irse a su casa y Majdalani ingresar en la causa, que teme que la tendrá como una de las protagonistas por la vigilancia sobre el Instituto Patria y el departamento de Cristina Fernández de Kirchner. La Vicepresidenta acaba de presentarse como querellante y es posible que en los próximos días se resuelva la situación de Ruiz.

Al menos desde agosto de 2018, la AFI apostó un auto a unos metros del Instituto Patria para observar los movimientos de Cristina Fernández de Kirchner. El 7 de agosto, el auto fue detectado por referentes del Instituto y un agente de la Policía de la Ciudad les pidió a quienes estaban arriba que se identificaran. Uno de ellos le exhibió una cédula que decía Presidencia de la Nación. Inmediatamente todos supieron que se trataba de un auto de la AFI, ubicado justamente en el centro donde desplegaba su actividad política la principal dirigente opositora al entonces Presidente Mauricio Macri.

En febrero de este año, la interventora Cristina Caamaño presentó una denuncia por esos hechos y aportó información – que desclasificó para la Justicia. La causa estuvo inicialmente en el Juzgado de Federico Villena, quien se excusó porque había intervenido en la causa por amenazas en el marco del G20 en la cual la AFI había justificado su vigilancia sobre Fernández de Kirchner. La investigación terminó en manos de su colega Augé, quien la delegó en la fiscal Cecilia Incardona.

En los últimos ocho días, la fiscal Incardona junto con su colega Santiago Eyherabide escucharon los testimonios de los agentes de la AFI que fueron enviados por Alan Ruiz para espiar a CFK. Hubo también avances que pegaron cerca de Mauricio Macri en la otra causa por espionaje que tramita en el otro juzgado de Lomas.

El padre de la criatura

Alan Ruiz llegó a la AFI en mayo de 2018. Venía desde el Ministerio de Seguridad. Para entonces, Contrainteligencia estaba a cargo de Diego Dalmau Pereyra, un oficial de inteligencia que había egresado del Colegio Militar y que años más tarde se había sumado a la Secretaría de Inteligencia (SI). Dalmau había ganado lustre en la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), donde había conocido a los dos turcos de esta historia: a Majdalani y a Jorge Horacio Sáez.

Majdalani fue quien lo puso como director operacional de inteligencia. Y él confió en Sáez, un ex oficial del Servicio Penitenciario Federal (SPF) reciclado en policía de la Ciudad, el armado de un grupo, cuyas funciones no terminan de estar del todo claras. Sáez trajo consigo a Leandro Araque y a Mercedes Funes Silva, dos policías de la Ciudad. También logró que entrara el abogado Facundo Melo al Proyecto AMBA, que regenteaba Pablo Pinamonti. Sáez tuvo otras presentaciones en su haber, como juntar a Cristian Suriano con Alan Ruiz. Suriano era, nada más y nada menos, el jefe de inteligencia del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Hay quienes creen que ese conocimiento fue clave para que Ruiz llegara a la Agencia.

Al poco tiempo de asumir, Dalmau decidió mudar la histórica base de Contrainteligencia –antiguo dominio de Antonio Horacio Stiuso– a un antiguo edificio militar. Dijo que le gustaba porque estaba menos expuesta y hasta el olor le recordaba a los días en los que era subteniente. Dalmau le dio rienda suelta al grupo de Sáez y autorizó que montaran un departamento en la calle Pilar, en Mataderos. La cueva, le llamaban.

Dalmau estaba de salida cuando entró Alan Ruiz. Lo puso a cargo de las operaciones y de la llamada base 95. Al tiempo, tuvo una conversación tensa con Gustavo Arribas. Según Sáez, le dijo que tenía que perseguir peronistas, pero Dalmau negó que haya sido en esos términos. Majdalani fue quien le comunicó que estaba relevado. Para fines de agosto de 2018, Dalmau ya estaba de enviado en Chile.

Alan

Ruiz declaró en indagatoria el lunes. Hizo una introducción y aceptó algunas preguntas aclaratorias. Contó poco de lo operativo, pero centralmente no desconoció que se hacían actividades de vigilancia sobre el Instituto Patria y el domicilio de Fernández de Kirchner.

Describió el grupo que se reunía en la cueva de Mataderos: Sáez, Araque, Melo, Funes Silva. También estaban la hija de Sáez, Belén, y unos personajes pintorescos que también había reclutado Sáez. Uno de ellos era Angelito, un ex agente penitenciario que frecuentaba el departamento de la calle Pilar pero también vendía dólares en la calle Florida. A Angelito lo usaban, por ejemplo, para caminar marchas. También solía frecuentar el departamento el Tano Cicarelli, un ex policía que estaba obsesionado con Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda. O Roly, un ex policía. Toda esa gente había ingresado durante la gestión de Dalmau, que ante la Bicameral se había mostrado horrorizado porque habían reclutado policías para el Proyecto AMBA.

En las primeras épocas, la relación de Ruiz con el grupo del Turco fue buena. Después se deterioró y terminó incluso denunciado por Melo ante el juzgado de Ariel Lijo. Ruiz aprovechó la indagatoria para tomar revancha y acusó incluso a sus ex subordinados de estar metidos en negocios turbios. La inquina entre ellos está declarada, quizá por eso se explique la insistencia de Sáez para tener custodia, un pedido que había sido rechazado por el juez Villena. La Bicameral medió y el Ministerio de Seguridad informó el viernes que dispondría de una guardia de Gendarmería.

Lo más saliente de la declaración de Ruiz es que habló de una mesa de directores en la que se decidían las acciones de la Agencia – como para explicar por qué habían seguido a Fernández de Kirchner. Al mismo tiempo, se amparó en órdenes judiciales y que todo el asunto pasaba por Jurídicos – en los dominios del mismísimo Arribas.

El uno

Ruiz, como no podía ser de otro modo, también había conocido a Susana Martinengo, la responsable de Documentación Presidencial de Casa Rosada. Según declaró, se la había presentado Sáez.  El dúo Sáez-Martinengo fue el que le dio la base esta semana, además, al juez Villena para allanar al secretario privado de Macri, Darío Nieto. Era él, quien según las conversaciones que constan en la causa, recibía los informes que el grupo del Turco solía llevarle hasta la Casa de Gobierno.

Como buen hombre de la inteligencia, Sáez tenía la costumbre de grabar sus comunicaciones. Después se las mandaba a su compinche Araque. En las vísperas del tratamiento de la reforma previsional de 2017, Sáez habló sobre el tema con Martinengo. Le mencionó su preocupación sobre el Movimiento Evita, sobre Moreno y la Avellaneda de Ferraresi.

— Te juro por Dios que, bueno, me tiene en alerta esto, porque no podés hacer nada a menos de que tiren una ley para atrás. No sé, que la hagan en abril.

Sí, sí. Bueno, si tenés un informe que no los comprometa a ustedes, pásamelo, que yo se lo paso a Nieto, al secretario privado. Como hice la vez anterior, ¿viste? Lo debe saber, pero bueno.

Cortó. Llamó a alguien de nombre Diego, que sería Dalmau Pereyra, e insistió con Martinengo. Repitió luego el ritual y compartió la conversación con su amigo Araque.

Susi, perdoname que no te dejo descansar. Acabo de cortar con Diego. Me dijo: Llamala a Susi y que se quede tranquila que le está llegando todo. (Y esto te lo digo a vos). Me dice: Decíselo pero como para vos, que no sepa nada nadie. Hoy el nuestro, Arribas, se junta con él, así que está totalmente informado de todo lo que está pasando en la provincia de Buenos Aires. ¿Me entendés?

— Sí, yo recién ahí le mandé mensaje a Nieto, que es su secretario privado, y le dije: Nieto, viene complicada la cosa y le puse: Moreno, Avellaneda. Sugerile que deje pasar diciembre.

— Ah, bueno, pero igual Diego me dijo: Llamala a Susi y decile que se quede tranquila porque yo le dije, viste, hablé con Susi y me dijo que, si vos le querés hacer llegar algo sin que te comprometa, ella no tiene ningún problema, lo hace. Y acá dicen: No, no, decile a Susi, porque yo acabo de salir de una reunión, que se quede tranquila, que Mauricio…

— El uno sabe todo.

El cocinero y el bailarín

También hablaron dos agentes que revistaron en Contrainteligencia pero que, en realidad, eran un chef y un bailarín de salsa y merengue.

Al primero, Dalmau lo había conocido en la ENI mientras era profesor. Él era el chef de la vieja casona de la calle Libertad. Cuando lo designaron como director operacional de Contrainteligencia, se lo llevó consigo. Este agente no tuvo, según declaró, demasiado contacto con el grupo del Turco. Dijo haber ido en dos oportunidades al departamento de la calle Pilar y le dejó el teléfono a la fiscal para que lo peritaran. En él hay imágenes y audios con información que puede ser clave para entender cómo operaban los agentes del Súper Mario Bros, el grupo de WhatsApp que había creado Ruiz cuando entró a la AFI.

El otro declarante era ya un ex agente desafectado por Caamaño. Él entró a la AFI en octubre de 2017. Su última ocupación había sido como vendedor en un kiosco del barrio de Flores. Pero tuvo su golpe de suerte cuando una amiga, que bailaba tap, le dijo que le dejara su currículum para entrar a la AFI. Él hacía más de 20 años que se dedicaba a la salsa y el merengue. Hizo los tests e ingresó a la AFI. El dato de color es que el área de Recursos Humanos de la Agencia estaba a cargo de la ex mujer de Arribas, Silvia Girón.

Al bailarín lo mandaron directamente a ver al director operacional de Contrainteligencia.

¿Vos qué sabés hacer? –le preguntó Dalmau.

Yo no tengo estudios, no terminé el secundario pero soy confiable, en el kiosco manejaba plata.

El bailarín terminó de portero, primero, de la Base Estados Unidos y después de la Base 95. Rápidamente se volvió un personaje charlatán y entrador. Uno de sus jefes le pidió un día que le hiciera un favor. Necesitaba a una persona que acompañara a otro agente en un seguimiento. Fue. Foto y video. Todo un éxito. Otro día lo llamaron para otro seguimiento. Foto. Video. Y papapá — dijo el bailarín mientras agitaba sus manos.

Otro día le dijeron que tenía que hacer vigilancia sobre una casa. Cuando llegó a Rodríguez Peña, no tenía idea de que allí funcionaba el Instituto Patria. El primer día pasó sin sobresaltos. Volvió dos días después. Esta vez ya tenía la orden de su jefe de estar atento a la salida de bolsos o bolsas. Atrás, en el auto de marca Volkswagen, un tercer agente miraba entretenido una serie de Netflix.

El bailarín vio salir a un hombre con una bolsa de consorcio. Rápido de reflejos, como en el baile, agarró el teléfono y le avisó a su jefe. “Tratá de hacerte con la bolsa”, le recomendó. No tuvo tiempo. El hombre se dio cuenta rápidamente de que estaban espiando, se acercó y le sacó una foto a la patente. En eso, apareció el agente de Policía que estaba en la esquina.

Credencial, por favor.

El bailarín se puso nervioso. Le decía a su compañero que había ido a comprar al kiosco que se apurara.

Presidencia de la Nación –leyó el oficial.

Ya nos vamos, ya nos vamos –atinó a decir el bailarín.

El auto salió disparado, doblando en U por Rodríguez Peña. Ese mismo 7 de agosto, la senadora Anabel Fernández Sagasti denunció que CFK estaba siendo víctima de seguimientos.

El desembarco

Cuando Dalmau Pereyra se fue, su lugar lo ocupó Martín Coste, un agente de carrera en la Agencia, que había ingresado en el gobierno de Eduardo Duhalde. Coste había estado un tiempo como segundo de Dalmau. Él lo había llevado porque lo conocía de la ENI y lo había puesto a cargo de Contrainteligencia Criminal. Sin embargo, Coste declaró ante la Bicameral que no había tenido trato con los Súper Mario Bros.

Después de la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de 2017, que fue la plataforma para una vigilancia masiva por parte de la AFI, hubo una reestructuración de la Agencia. Darío Biorci, ex cuñado de Majdalani, quedó a cargo del área de Terrorismo y a Coste lo mandaron a Análisis sobre Terrorismo. Estuvo ahí unos siete meses hasta que enviaron a Dalmau a Chile.

Coste asumió en Contrainteligencia en junio de 2018 – cuando Ruiz estaba dando sus primeros pasos en la agencia. Para entonces, Ruiz estaba a cargo de Operaciones y, por ende, de la Base 95. Coste aceptó el cargo a condición de que lo dejaran irse de vacaciones con su familia. Partió en julio. Antes, se reunió con Majdalani y le expresó sus dudas sobre Ruiz.

Tomate las vacaciones –le dijo la 8—. Con respecto a Alan Ruiz, dejalo como director. Yo lo veo como una persona súper capacitada. Es lo mejor que tenemos en este momento. Me costó un montón sacárselo a Patricia Bullrich.

La AFI en la tele

Coste volvió el 3 de agosto de 2018 a la AFI. Estaba en su oficina cuando el Volkswagen empezó a salir por todos los canales. Agarró el teléfono y llamó a Juan Hernández, otro de los que se presentaron ante la Bicameral. Se reunieron en un pasillo de la Base 95 y se enteraron de que la orden de montar guardia afuera del Patria había venido de Alan Ruiz.

A sus oídos había llegado la versión de que la orden había bajado desde la 8, Majdalani. Coste masticó bronca. A los días llegó un oficio desde el despacho de Marcelo Martínez de Giorgi. Era el juez que tenía la denuncia sobre el espionaje sobre el Patria.

Con el oficio en mano, Coste fue a verla a Majdalani. Ella lo mandó a Jurídicos. Cuando llegó, lo encontró a Alan Ruiz sentado junto a Juan Sebastián de Stefano y a Hernán Martiré. Estaban buscando una forma de arreglar el entuerto.

Mientras tanto, Ruiz les decía al cocinero y al bailarín que se quedaran tranquilos, que estaba todo arreglado. La respuesta al oficio salió recién en octubre de 2018. A Coste le hicieron armar unos informes para justificar el seguimiento y elevarlo a Jurídicos. En el informe decía que estaban haciendo tareas de vigilancia en el marco de una causa por el G20 que tramitaba en el juzgado de Villena porque Cristina Fernández podía ser blanco de ataques junto con otros dirigentes como Macri, María Eugenia Vidal, Diego Santilli, Graciela Ocaña y Waldo Wolff.

Jurídicos, siempre Jurídicos

De Stefano, un hombre de Daniel Angelici, estuvo a cargo de Jurídicos, el área que más creció durante el macrismo – como lo mostró la semana pasada Alejandra Dandan. Jurídicos funcionaba como una tercera línea por debajo de Arribas y Majdalani. Todo pasaba por ahí.

Antes de que se endurezca la cuarentena, la Bicameral quiere escuchar a De Stefano. Lo citó para el martes. Mientras tanto, las dos causas por espionaje que tramitan en Lomas prometen seguir pateando los hormigueros de los servicios.

El Cohete a la Luna

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