Federico Sturzenegger, un académico que se autopercibe liberal y republicano, propone expropiar C5N y despojar de sus bienes a Cristina, la política más popular de este lado de la grieta, un veneno social que, en el perverso relato del PRO, parió y fomentó el kirchnerismo.
Hoy en día es de buen tono definirse en contra de la famosa grieta que, al parecer, separa a los argentinos.
Según podemos leer en los medios serios desde hace años, esa calamidad sería algo reciente, específicamente una creación de los gobiernos kirchneristas. No deja de sorprenderme el enorme poder con el que debería contar un gobierno para lograr separar a un país unido. Aunque es aún más sorprendente en el caso de un país como el nuestro, que nunca lo estuvo; al menos desde que los patriotas se opusieron a los realistas, los unitarios a los federales, los antirrosistas a los rosistas, los liberales a los autonomistas, los radicales a los conservadores, los antiyrigoyenistas a los yrigoyenistas, los antiperonistas a los peronistas, los desarrollistas a los liberales, los trotkistas a los trotkistas, y, últimamente, los antikirchneristas a los kirchneristas.
Uno de los conceptos más hábiles que logró imponer el pensamiento reaccionario es que la confrontación es una forma de gobierno, no el resultado de acciones de gobierno. Nuestra historia ilustra que, al contrario, dicha confrontación no depende de formas rudas o estilos sedosos sino de iniciativas políticas.
Durante la revolución de 1905- es decir, más de 60 años antes de FAR, Montoneros y el ERP- los radicales de Don Hipólito Yrigoyen llamaron a tomar las armas contra el gobierno de Manuel Quintana que consideraban ilegítimo, llegando incluso a secuestrar a su vicepresidente y a amenazar con matarlo si el presidente no renunciaba. Debemos el sufragio universal (en realidad, el sufragio para algunos pocos ciudadanos varones) a la impaciencia armada de los radicales. Haciendo abstracción de nuestro pasado, la grieta es explicada por el estilo ríspido o las formas rudas de determinados gobernantes y no por los intereses contrapuestos que cohabitan en cualquier sociedad.
Hace unos días, Federico Sturzenegger- ex funcionario del gobierno de la Alianza que nos legó el Megacanje, un acuerdo catastrófico para el país por el que estuvo procesado, y que luego descolló como titular del Banco Central durante el gobierno de Cambiemos- escribió una columna de opinión (https://www.perfil.com/noticias/columnistas/es-posible-cerrar-la-grieta-por-federico-sturzenegger.phtml). El texto es asombroso aún para el estándar generoso al que nos tiene acostumbrados Juntos por el Cambio, en particular desde que cambió globos y revolución de la alegría por amenazas de campaña (ya no promesas). Con aparente candor, Sturzenegger se pregunta si es posible cerrar la grieta y recuerda a tal efecto una cena junto a Roberto Dromi en 2015, anterior a las elecciones que le dieron la victoria a Mauricio Macri.
El ex funcionario de Carlos Menem aconsejó al entonces diputado Sturzenegger “expropiar C5N” e “intervenir los hoteles de Cristina” con el objetivo de “licuar los recursos y el poder de quienes él pensaba los usarían en contra del futuro gobierno”. El ex titular del Banco Central confiesa que en aquel momento la propuesta le pareció una locura y continúa su columna mencionando a Nelson Mandela y al Mahatma Gandhi, líderes históricos que parece asimilar a su lado de la grieta, y también a la Alemania nazi, a la que asimila, vaya asombro, al kirchnerismo.
Su conclusión es de una honestidad brutal: “Es por ello que cuando escucho que esto se va a resolver ¨cerrando la grieta¨, me viene a la memoria aquella cena con Dromi. Hoy en día, su receta no me parece tan loca ni descabellada. A veces pienso que es el único camino posible.”
Sturzenegger, un académico que se autopercibe liberal y profundamente republicano, propone expropiar el único multimedios que no está alineado con sus ideas y dejar sin bienes a la política más popular de ese lado de la grieta que tanto lo perturba. Al menos todavía no propone bombardear la Plaza de Mayo, fusilar a quienes no acuerden con su diagnóstico o arrojarlos desde un avión al Río de la Plata. Digamos todo.
Lo más asombroso es que lo que propuso Dromi en 2015 y hoy relanza Sturzenegger ya ocurrió. Fue durante el gobierno de Cambiemos: Fabián De Souza y Cristóbal López, dueños del Grupo Indalo al que pertenece la señal de cable C5N, estuvieron casi dos años en prisión preventiva por una de las tantas causas armadas durante esos años, mientras su grupo era desguazado. Por su lado, CFK fue perseguida por la causa Hotesur y la justicia federal intervino la firma que administraba esos hoteles. La barbarie aterciopelada consiste en anunciar ya sin tapujos que terminar con la grieta consiste en eliminar uno de sus bordes.
Aunque debemos reconocer que el profesor plenario de la Universidad de San Andrés tiene razón: no existen grietas de un solo borde. Eso que propone se llama abismo.