El ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, critica la idea de privatizar los ferrocarriles que anunció el candidato libertario Javier Milei en esta columna para enelSubte. “Los Estados no se retiran, sino que apuestan por este medio de transporte. Ni destruir, ni rematar, son soluciones a ninguno de los problemas que evidentemente tenemos. De lo que se trata es de construir sobre lo construído. De aprender de nuestra historia, de nuestros aciertos y de nuestros errores”, defiende el ministro.
Milei promete privatizar Ferrocarriles Argentinos, una empresa estatal fundamental para el desarrollo territorial equilibrado de nuestro país. Y esa promesa revela dos cosas. Por un lado, una maliciosa omisión de la historia reciente y el impacto negativo de las privatizaciones de nuestro sistema ferroviario sobre miles de pueblos y economías regionales. Y por el otro, una profunda ignorancia de lo que se observa en el resto del mundo, donde es el Estado el principal dinamizador, articulador y coordinador del sistema de transporte.
Si analizamos a las principales empresas de ferrocarriles del mundo podemos observar que tanto Amtrak (EE.UU), como Renfe (España), Trenitalia (Italia), DB (Alemania) o China Railways (China) son empresas bajo control del Estado. Todas ellas empresas exitosas, con un rol estratégico en el desarrollo de la conectividad local e internacional, tanto para el transporte de pasajeros como para el transporte de carga.
Son, además, empresas dedicadas al diseño, a la ejecución y operación del servicio tanto en sus territorios nacionales como en otros países. Sólo por citar algunas referencias, en España, Renfe tiene una red de 4000 km y China Railways, 38000 km, y ambos poseen los dos sistemas de alta velocidad más amplios y desarrollados del mundo, volviendo más eficiente y más sustentables sus respectivos sistemas de transporte, y aportando incrementos fundamentales de productividad a sus economías.
Contrario a lo que plantea Milei, que habla del sector privado sin haber administrado nunca una empresa, los Estados no se retiran, sino que apuestan por este medio de transporte, financiando ambiciosos programas de expansión y exportando su know how a otras economías del mundo. Descarbonizar la movilidad, reducir costos logísticos y acortar tiempos de desplazamiento, son bienes públicos que sólo pueden ser garantizados por el Estado.
El modelo de concesiones ferroviarias de los años 90, presentado como un ejemplo por el candidato de la Libertad Avanza, supuso una reducción de la red operativa, afectando principalmente al segmento de larga distancia y la conectividad del interior del país. Incluso en términos operativos, un informe reciente del Banco Interamericano de Desarrollo da cuenta de que los ramales que continuaron bajo explotación privada presentan peor performance operativa que los ramales metropolitanos estatales.
Para el turismo, además, el tren está llamado a ocupar un lugar central en la profundización de su expansión. Hay una oportunidad enorme y una complementariedad evidente entre el ferrocarril y el desarrollo turístico del país. Al mismo tiempo que seguimos optimizando el transporte aéreo, cuidando y mejorando Aerolíneas Argentinas e invitando a otras compañías a seguir creciendo como ha ocurrido con Flybondi y JetSmart estos 4 años, mejorar y expandir la conectividad local ferroviaria es condición necesaria para potenciar el turismo doméstico y federalizar al turismo internacional receptivo, con nuevos destinos, nuevos productos y nuevas experiencias.
Ni destruir, ni rematar, son soluciones a ninguno de los problemas que evidentemente tenemos. De lo que se trata es de construir sobre lo construído. De aprender de nuestra historia, de nuestros aciertos y de nuestros errores, para innovar, con iniciativa y audacia, ofreciendo respuestas creativas a problemas complejos. Argentina está repleta de oportunidades en un mundo que va a demandar todo lo que producimos. En ese horizonte, el turismo necesita ser potenciado. Así lo pensamos con Sergio Massa cuando nos comprometimos a garantizar la continuidad de Previaje, una política que salvó miles de empresas y puestos de trabajo, pero que ahora redefine sus objetivos para desestacionalizar la actividad, formalizar el empleo y darle previsibilidad al sector privado para que pueda invertir. Potenciar y expandir el tren forma parte de esa planificación. Y no, no es un reflejo nostálgico de una época dorada; es una decisión plenamente racional, orientada a insertarnos en mercados cada vez más competitivos y exigentes que requieren de un Estado. Presente, obvio, pero también eficiente, innovador, creativo y complementario con el esfuerzo privado. Hacia allá vamos. Porque hacia allá nos pide nuestra sociedad que vayamos.
EnelSubte