El sector peligra porque el Gobierno quiere derogar una ley que resguarda un precio fijo en todo el país.
Cuando cierra una librería, los barrios van perdiendo bienes culturales, no sólo comercios. La fuerte caída en las ventas de libros que promedia el 40% dejó sin oxígeno a este sector. Cerraron 10 librerías en lo que va del año, pero hay varias más que están organizándose para liquidar el stock y bajar las persianas. Desde la pandemia que no cerraban tantas librerias en poco más de seis meses.
Las despedidas siempre son tristes, pero cuando se va una librería los cierres se viralizan en las redes sociales y los mensajes de cariño se multiplican. Porque como dice Juan Manuel Pampin, presidente de la Cámara del Libro “los libreros argentinos son de otra raza, tienen una gran preparación y hacen gala de su oficio. Te preguntan que leíste y saben qué recomendarte, en pandemia fueron capaces de generar comunidad para sobrevivir. Pero ahora estamos en un momento muy complicado y los libros no figuran entre lo más necesario para un país con más del 50% de pobreza”.
A diferencia de otras épocas, el presente es muy crítico porque reúne varios ingredientes. Caída en ventas, baja en la impresión de libros, suba de servicios, aumento de alquileres, fuerte presión de bancos y plataformas de venta online. Como si esto fuera poco, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, sostuvo que el Gobierno insistirá en derogar la ley 25.542, promulgada en 2002 y conocida como “de defensa de la actividad librera”, que establece que los libros tengan un precio fijo en todo el país. Algo que preocupa a librerías y editoriales por igual.
“La caída en las ventas comenzó en diciembre con un 20%, en el verano fue más pronunciada y legó al 30%, ahora promedia el 40%, pero hay librerías cuya caída fue mucho mayor. La producción de tirada de moda (promedio) es de 700 ejemplares, cuando en 2016 era de 3.000. En Argentina hay 1.200 librerías generalistas y no alcanza ni para distribuir un libro por librería. Sólo alguien ignorante puede proponer derogar una ley modelo y sacar el precio único para que cierren más librerías de las que ya cerraron”, señaló Pampin.
Cerró la librería más antigua de Olivos
A fin de febrero cerró la librería más antigua de Olivos, bajó su persiana Librería del Norte. El librero Carlos Crozza cumplió 90 años y decidió retirarse del oficio. Fundada el 1 de mayo de 1958, el mismo día que asumió Arturo Frondizi, estuvo abierta 65 años. El mercado editorial cambió. Según Crozza, empeoró “Antes los editores eran intelectuales -reflexiona-. Bonifacio del Carril en Emecé, los López Llovet en Sudamericana, la familia Losada en Losada. Ahora a las editoriales las copó el mercado y solo sacan best sellers; no sé si en los grandes grupos leen los libros que sacan; han ‘matado’ sellos prestigiosos y hubo un cambio en contra de la cultura”, le dijo a La Nación.
A fin de abril cerró las puertas la librería El Aleph Calle 12 una histórica librería de la calle 12 entre 57 y58 en La Plata. Fundada en 1996, era considerada “un faro cultural para la ciudad”. Sus libreros crearon un fuerte lazo con sus vecinos. Roberto su dueño, señaló a 0223:”Hemos pasado muchas crisis, pero la verdad que esta es fulminante. Atacó puntualmente el salario de la gente y el consumo bajó significativamente”.
Se despidieron en redes con este posteo, tuvieron que liquidar su mercadería:”El Aleph Calle 12 cierra. Con profunda tristeza y en el marco de esta crisis económica que nos afecta tenemos que comunicarles esta noticia. Fueron 28 años con mucho trabajo y compromiso que hicieron de nosotros una gran familia. Les agradecemos infinitamente tantos años, tantos días especiales y tantas charlas con nuestros clientes y clientas. Estos últimos días los esperamos con ofertas y para despedirnos. Será hasta siempre”.
En el barrio de Balvanera, en el mes de julio cerraron dos históricas librerías. El 1 de julio cerró Gauderio Libros, en Ayacucho 704. Con 10 años de historia, no resistió la baja en las ventas. En su posteo de despedida, su dueña Valeria señaló:”Aprendimos un montón de cosas, hicimos amigxs y conversamos con muchos de ustedes sobre libros y otras pasiones, sostuvimos un proyecto que fue, durante todo ese tiempo, motivo de orgullo y alegría. Los tiempos cambiaron. El ajuste brutal ha significado la caída total de las ventas de libros, como sucedió también con muchísimos otros productos y servicios. La librería, así como está la situación, no puede seguir abierta”.
Otra librería que cerró el 21 de julio fue Antigua Fray Mocho, ubicada desde 1979 en Sarmiento 1832. La primera Fray Mocho, fue fundada por Marcos Zinmann en 1945. Su dueña Alicia Groppo liquidó todos los libros a $1.000 cada uno y durante el fin de semana hubo más de una cuadra de fila. Antes perteneció a Miguel Ávila, y como era actor privilegió los libros de teatro. Considerada Patrimonio histórico de la Ciudad de Buenos Aires, le dijo adiós a sus vecinos y amigos del teatro.
A fin de Julio, cierra otra librería en La Plata. Scotti libros tiene más de 50 años, se especializa en publicaciones vinculadas al derecho. Se suman varios motivos para el cierre “debido a un arrastre de la pandemia, la situación del libro y la situación económica actual, tuvimos que bajar las persianas. Hay problemas con la falta de papel, las editoriales pueden imprimir poca cantidad, y eso encarece los libros. Se hace muy difícil sostener los precios y afrontar los costos”, señaló una de las dueñas.
Hasta el cierre liquidará el stock. Para despedirse postearon en IG: “En los últimos años, nuestro negocio debió afrontar muchas pérdidas y momentos difíciles que pudimos sobrellevar gracias a nuestra vocación por el libro jurídico. Sin embargo, el deterioro de la situación económica de nuestro país, junto con el contexto de adversidad que enfrenta el rubro, nos llevan a tomar la difícil decisión de cerrar el negocio”, dice el posteo de IG de despedida.
Son sólo algunos cierres que tuvieron más repercusión en redes y mediática. Pero el sector estima que han cerrado más de 10 librerías en todo el país en este primer semestre, muchas prefirieron pasar a la venta online para abaratar costos.
“Estamos muy complicados, se armó la tormenta perfecta: caída en ventas interanual que ronda entre el 30 y 60% en unidades, sumado a los aumentos en servicios, en nuestra librería nos llegó una factura de agua de $300.000, sólo tenemos dos baños y nos cobran como si fuéramos un lavadero de auto, aumentó internet, los alquileres, todo. Las utilidades brutas se redujeron porque cada vez más, plataformas y bancos intermedian las ventas. Al mismo tiempo tenes un gobierno con un compromiso nulo con la cultura, que quiere derogar una ley consensuada por todo el sector donde sólo se logrará un gran monopolio de los grandes pulpos de la intermediación”, explicó Ecequiel Leder Kremer, director de Librería Hernández.
Mónica Dinerstein, presidenta de la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI) señaló: “No tenemos un número exacto de librerías que cerraron pero fueron varias más de 10. Hay una transformación, las más chicas del interior, si tenían empleados ahora son atendidas por los dueños, otras se convierten en librerías virtuales. El primer semestre fue muy difícil. Las ventas cayeron un 40%, si antes compraban tres libros ahora compran uno al mes, o arman grupos y van rotando, compran uno por mes”.
Se estima que los cierres y la caída en las ventas puede seguir, aseguran que en breve superará el 50% en unidades.
BAE Negocios