El Gobierno aprovechó la última semana para subirse a cuanto evento se presentara con la intención de comunicar a los gritos lo que está y no está haciendo. En particular el presidente Javier Milei que, anticipándose al Día del Niño, recordó que los economistas que plantean diferencias sobre su gestión también son hijos, aunque sus madres probablemente no tengan la conducta sexual que les adjudicó en foros como el Consejo de las Américas o en la Expo Real Estate.
Tanto allí como en la Bolsa de Comercio de Córdoba, donde el protagonista fue el ministro de Economía, Luis Caputo, el Gobierno se preocupó por destacar las virtudes de mantener el superávit fiscal, eliminar la emisión monetaria, reducir la inflación e hizo una invocación a los empresarios para que aprovechen el blanqueo –el test más importante para Milei, como nos cuenta en este envío Leandro Dario- y el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones, cuya demorada reglamentación verá finalmente la luz esta semana.
Pero más allá de los aplausos y reconocimientos a lo hecho hasta aquí, los hombres de negocios esperaban escuchar lo que tanto enojo provoca al jefe de Estado: una definición concreta sobre cuándo se levantará el cepo cambiario, que muchos esperaban para fin de año pero hoy, en palabras del propio Milei, no tiene fecha.
Más aún, su planteo sobre la posibilidad de crecer aún con las restricciones cambiarias le extendieron la vida útil, probablemente hasta que se aproximen las elecciones legislativas del año próximo. Un cambio importante respecto del discurso que mantuvo en campaña, casi un experimento económico para su gestión, como el que nos cuentan en el cierre de este newsletter Agustina Aurignac y Matías Castro, pero cuyo resultado estará atado a la recuperación salarial y la recomposición de stocks que alimenten el consumo y empujen una producción deprimida.
Mientras tanto, la premisa será mostrar que la inflación sigue bajando este mes. Por lo pronto, en las primeras dos semanas, las consultoras privadas, inclusive a las que insulta por el señalamiento a la dificultad para sumar reservas en el Banco Central, están observando un menor nivel de precios y proyectan que este mes sí el IPC arrancará con un 3 adelante, registro que en la Argentina de la inflación galopante no se ve desde enero de 2022.
Y para garantizarse que ello ocurra, la decisión reconfirmada por Milei es la de mantener el superávit fiscal a toda costa, que no corra ni un billete por las calles -si hasta las propinas empezarán a darse con medios digitales, como nos cuenta hoy Sebastián De Toma– y, sobre todo, evitar la emisión aún para comprar dólares, de manera de no terminar con la ‘suerte’ de la sociedad o “romperle el…” bueh ya te imaginarás como finalizó la frase el Presidente.
Todo deberá cubrirse con el superávit fiscal, el blanqueo y el RIGI. Inclusive el rolleo de la deuda, ya que se estipulará en el Presupuesto que no se tomará nueva, según anticipó el primer mandatario. Pero aún a pesar de tener garantizado el pago de enero, según indicó, para poder refinanciar los futuros vencimientos necesitará que baje el riesgo país y con el cepo puesto, no solo la tarea será lenta sino que encontrará un límite que no podrá quebrar.
El proyecto del Presupuesto formará parte de la próxima pelea política de los libertarios en el Congreso, con un PRO enredado en la telaraña oficialista y un peronismo complicado por la debacle judicial y la condena pública al ex presidente Alberto Fernández.
Una debate que incorporará el paquete de reformas pendientes en las carpetas del ministro desregulador Federico Sturzenegger, como la ley de hojarasca, en los papeles la menos conflictiva ya que buscará limpiar antiguas normas, como la de la prohibición de azotes, sancionada durante la presidencia de Bartolomé Mitre en 1864.
Y otras con las que buscará ganar rédito político hasta que el año electoral frene la actividad parlamentaria.
– “Lo que sea rechazado, servirá para culpar a la casta“, se plantean en la Rosada, palpitando la campaña 2025.
-¿Con o sin cepo?
– Todavía no sabemos…
El Cronista