ÉRAMOS POCOS Y LLEGÓ EL DÓLAR SUPERMERCADO

En los últimos días nos hemos visto sorprendidos con algunos supermercados que empezaron a aceptar dólares (incluso los cara chica) a un valor por encima de la cotización del blue. En este #Rollover te propongo que conversemos acerca de si esta estrategia de marketing es puntual o llegó para quedarse y extenderse, y los motivos y riesgos más profundos de este fenómeno.

Como si no tuviéramos suficientes tipos de cambio en Argentina, en estos días nació una nueva cotización: el dólar supermercado. Hasta ahora, estos comercios aceptaban dólares, pero al valor oficial (lo que desincentivaba totalmente su uso, pues nadie en su sano juicio está dispuesto a que le tomen un dólar a menos de $1.000, cuando tiene que destinar unos $1.300 para comprarlo). La semana pasada, un supermercado mayorista primero y luego otros anunciaron que empezaron a aceptar dólares (incluso los “cara chica” que suelen ser penalizados con descuentos de entre el 5% y 10% por ser los más viejos y deteriorados) a un valor superior a la cotización del blue. Así, los incentivos se revirtieron: con un dólar que se puede adquirir a unos $1.300 o menos se puede comparar bienes por un equivalente de $1.400.¿Es esta una estrategia de marketing puntual o llegó para quedarse y extenderse? ¿Cuáles son los motivos más profundos de este fenómeno y qué riesgos acarrea para la economía?¿Han visto alguna vez un peso?La moneda tiene básicamente tres funciones: medio de cambio, unidad de cuenta y reserva de valor. El medio de cambio nos habla de la moneda que usamos para intercambiar por bienes y servicios. La unidad de cuenta se refiere a la moneda en la que están expresados los precios o, mejor dicho, en qué moneda piensa quien define el precio de un producto. Finalmente, la reserva de valor es la función a través de la cual nuestros ahorros denominados en una moneda mantienen el poder adquisitivo.
 Funciones del dinero y bimonetarismo
Fuente: Fundar (Argentina bimonetaria: cómo salvar al peso sin morir en el intento).
Generalmente, la moneda que es usada como unidad de cuenta y medio de cambio es la misma: lo más cómodo es pensar, definir los precios e intercambiar en la misma unidad. Sin embargo, en contextos inflacionarios, la moneda puede dejar de ser la más adecuada para funcionar como unidad de cuenta. La variabilidad en los precios dificulta que los vendedores encuentren el precio justo sin quedarse cortos e incurrir en pérdidas, ni pasarse de largo y perder mercado.Quienes ya peinamos canas (o ni siquiera, como yo, porque se nos cayeron) y vivimos la década del ´90, recordamos muchos precios de ese entonces (un chicle, 5 centavos; la birra, 1 peso; la pizza grande de muzza más barata del mercado, 2 pesos; etc.) pero no sabemos exactamente cuánto cuestan ahora. Es decir, el peso funcionaba como unidad de cuenta porque no había inflación, pero no sucede lo mismo ahora en el actual proceso inflacionario. De hecho, seguro que uds muchas veces, en su vida cotidiana, tienen que pasar un precio a dólares para saber si está barato o caro. Eso es reflejo de que el peso está dejando de funcionar como unidad de cuenta.Está claro también que el peso fue dejando de ser reserva de valor. Saltos cambiarios, confiscaciones de depósitos y defaults colaboraron con la inclinación de quienes vivimos en este país por el dólar, y a eso hay que sumarle una tasa de interés que no generó una retribución lo suficientemente atractiva. En particular, los saltos cambiarios provocan una importante rentabilidad inmediata a quienes tienen dólares y, dada la inflación resultante, una pérdida a quienes apostaron por el peso. Lo mismo ocurre cuando la tasa de interés se ubica permanentemente por debajo de la inflación y de la depreciación de la moneda.En el siguiente gráfico se puede ver cómo, durante la convertibilidad, quien apostó al peso le ganó a quien apostó por el dólar, pero en tan solo un mes perdió todo lo ganado en diez años. Luego, entre 2002 y 2011 la apuesta por el peso volvió a ser más rentable (con la excepción, a partir de 2007 con intervención del INDEC, de quienes tenían bonos públicos atados a la inflación), pero una vez que se aplicó el cepo en 2011, los períodos en los cuales el peso le ganó al dólar fueron cada vez más cortos, con una clara tendencia negativa. En resumen, quien tenía un dólar en 1991, lo cambió por un peso y lo puso a un plazo fijo desde entonces, hoy tiene el equivalente de 25 centavos de dólar, es decir, perdió el 75% del capital. Y quien hizo lo mismo en 2011 antes del cepo, hoy tiene unos 15 centavos de dólar, un 85% menos. Así no hay moneda que aguante.
 Rentabilidad relativa acumulada: plazo fijo en pesos (30–59 días) vs. dólar.
Fuente: Fundar con base en datos de BCRA..Nota: los valores mayores a 1 indican que el plazo fijo en pesos fue más rentable que el dólar, mientras que los valores menores a 1 indican lo contrario.Esta semana se evidenció cómo el peso también está perdiendo terreno como medio de cambio. El proceso se inició hace ya varias décadas con las propiedades y el motivo es el mismo de siempre: inflación e inestabilidad. Este estudio muestra que el primer aviso inmobiliario en dólares apareció en 1977, es decir, después del Rodrigazo y en el inicio de un período de 15 años en los que el país tuvo inflación anual de 3 dígitos y que culminó con la hiperinflación y la convertibilidad. En los últimos años los autos también comenzaron a comprarse y venderse en dólares y, de la mano de Airbnb, sucedió lo mismo con los alquileres. Luego fue el turno de operaciones más pequeñas y cotidianas. En ese contexto se ubica la estrategia de de los supermercados.Moneda nacional, ¿para qué?Entonces, si el peso no nos gusta, ¿qué hacemos? ¿Lo borramos del mapa? Eliminar la moneda no es tan sencillo, básicamente por el mismo motivo que genera el problema. Si los argentinos preferimos dólares antes que pesos y, para que el tipo de cambio no suba y la inflación aumente más todavía, el sector público nos da los dólares que queremos, entonces el Estado se queda sin los dólares para una eventual dolarización (y también sin acceso a los mercados financieros internacionales). Pero más allá de su imposibilidad práctica, la dolarización además es indeseable. Veamos por qué.Al dolarizar, una economía pierde la política monetaria y cambiaria. Si bien el tipo de cambio puede tener varios objetivos (tema para otro #Rollover), en países con baja inflación, la política cambiaria es una herramienta para amortiguar la volatilidad internacional en la economía local. En momentos de crecimiento mundial y aumento de la inflación (incluído el precio de las materias primas), la mayor oferta de dólares provoca una baja en el tipo de cambio que modera las presiones inflacionarias locales. Cuando el mundo se resfría (como hace un par de semanas), la inflación y los precios de las materias primas bajan, y esa menor oferta de dólares genera un aumento del tipo de cambio que permite a los productores moderar las pérdidas (o menores ganancias). En este contexto, si buena parte de las economías ganan competitividad por la vía de la devaluación, un país que no puede hacer lo propio ve deteriorada su competitividad. Sin ir más lejos, el acta de defunción de la convertibilidad fue la devaluación de Brasil en 1999.La política monetaria, por su parte, se usa (entre otras cosas) para moderar la volatilidad del nivel de actividad local. La economía se comporta de manera cíclica: a veces se crece y otras se cae, en términos generales con una tendencia positiva. Para reducir la amplitud cíclica y su incertidumbre, se suele intentar que las caídas no sean tan bruscas y, para eso, muchas veces es necesario que los crecimientos no sean tan pronunciados (porque, además, puede subir la inflación). La herramienta más difundida para moderar estos ciclos es la tasa de interés. En recesión, se baja la tasa de interés para que el costo de financiamiento sea menor, se estimule el consumo y la inversión, y la demanda agregada empuje el nivel de actividad. Si el crecimiento es considerado excesivo, se sube la tasa para generar el efecto contrario.Finalmente, algo se podría decir de las limitaciones que no tener moneda nacional provoca en la política fiscal. En situaciones extraordinarias, como fue la pandemia, la emisión puede ser una manera de financiar gasto público. Pero en Argentina hemos hecho tanto uso y abuso de esta fuente de financiamiento que prefiero dejar este argumento en un segundo plano.En resumen, una economía sin moneda nacional resigna herramientas de política, queda a la merced del ciclo internacional y su crecimiento pasa a estar supeditado al contexto internacional, sobre el cual no puede incidir. Ecuador se decidió por este camino: su crecimiento es de los menores de la región y, como se ve en el gráfico, desde la dolarización del año 2000 el ciclo es totalmente dependiente del precio del petróleo, su principal producto de exportación. Grecia resignó su política monetaria y cambiaria en 2001 al ingresar en la zona euro y hoy tiene el mismo PBI por habitante que en 2002.
 Crecimiento económico de Ecuador y precio del petróleo (eje derecho)
Fuente: Fundar con base en FMI y Reserva Federal de San Luis.
Sin moneda no hay paraísoSi no reconstruimos la moneda nacional, la economía del país va a seguir estancada. Si todo el ahorro que genera nuestra economía se usa para comprar dólares, entonces no vamos a tener manera de financiar las inversiones que necesitamos para crecer. Tengamos en cuenta que cada vez que compramos dólares, estamos utilizando ahorros argentinos para financiar el crecimiento de otros países. Pero esto no se puede revertir apelando a nacionalismos u obligando a través de un cepo. Se trata de premiar sistemáticamente a quien ahorre en pesos, tal como hicieron nuestros vecinos de la región.Se trata de bajar la inflación. Pero no solo de 25% a 4% mensual, sino bajarla en serio y de manera sostenible. De ir saliendo del cepo, porque implica inflación reprimida. De evitar saltos cambiarios y, para ello, evitar también la apreciación de la moneda de forma de no fomentar el deporte nacional de sacarle los dólares al Banco Central. De años en los que quien apueste por el dólar tenga una rentabilidad menor en comparación a quien lo haga por el peso. Se trata de salir de este nudo gordiano, pues la salida del cepo implica un salto del tipo de cambio oficial.Buscar resultados inmediatos muchas veces atenta contra su sostenibilidad. Es hora de contarle a la gente que bajar la inflación lleva tiempo y no es un proceso lineal. Ninguna experiencia de estabilización se dio sin sobresaltos, meses en donde la variación de precios baja seguidos de otros en los que no lo hace. Si alimentamos las expectativas de una desinflación rápida y lineal corremos el riesgo de elegir el camino de la apreciación que puede generar ilusión al inicio pero siempre termina igual: con un salto cambiario, reversión de la desinflación, rentabilidad inmediata a quien apostó por el dólar y menos espacio para que nuestra moneda cumpla con las funciones del dinero.Bonus TrackLa semana pasada salió el primer podcast de Fundar: La pregunta japonesa. Busca responder la clave de buena parte de los problemas económicos de la Argentina. ¿Qué le podemos vender al mundo?Este documento del Banco Mundial, con participación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el CEDLAS de la Universidad Nacional de La Plata muestra cómo nuestros trabajos están siendo modificados por la inteligencia artificial y cómo hacer para que la productividad de América Latina no siga quedando rezagada.Siguiendo con organismos multilaterales, este documento del FMI cuantifica el efecto negativo del calentamiento global sobre la actividad económica mundial y muestra que el impacto es mayor en los países más pobres.

Guido Zack | Cenital