Con la participación del presidente en la estafa de la memecoin $Libra se viola la Ley de Ética Pública y se desgasta la responsabilidad institucional. La negación de los seguidores y la caída del discurso anticasta.
El lanzamiento y colapso de $Libra, la criptomoneda promocionada por Javier Milei, marca un punto de inflexión en la narrativa del Gobierno libertario. No solo expone la desprolijidad con la que se manejan decisiones de altísima sensibilidad política, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre la ética en el ejercicio del poder y la manipulación del fanatismo. Este episodio no es un simple traspié: es la materialización de un patrón de conducta que el presidente viene sosteniendo desde hace años. Esto se evidenció en sus vínculos previos con CoinX, una empresa que promovió activamente desde sus redes sociales y que terminó en el ojo de la tormenta por irregularidades.
Para entender la gravedad de este escándalo, es necesario analizar la cronología de los eventos y cómo el relato construido en torno a Milei se desmorona frente a la evidencia. Durante su campaña, supo explotar el descontento popular con un discurso incendiario contra “la casta”, prometiendo una Argentina donde las reglas del juego serían claras y transparentes. Sin embargo, apenas un año después de asumir, su gobierno ya enfrenta el mayor escándalo financiero de su corta gestión.
La promesa de una moneda libertaria y la diferencia con TrumpCoin
El lanzamiento de $Libra por parte del ecosistema cripto argentino se quiso equiparar con TrumpCoin, la criptomoneda vinculada al presidente estadounidense Donald Trump. Sin embargo, las diferencias son notables y hacen que el caso de Milei sea mucho más turbio.
• TrumpCoin fue lanzada antes de su asunción, asegurando que no hubiera conflicto de intereses mientras estuviera en la Casa Blanca.
• $Libra se lanzó con Milei en funciones, en un esquema donde la moneda fue promovida desde sus canales oficiales, generando una valorización basada en la confianza presidencial.
Trump nunca se involucró directamente con la gestión del token, mientras que Milei y su equipo promocionaron abiertamente $Libra, lo que generó la percepción de que estaba avalada por el gobierno.
El problema central de $Libra no es solo su existencia, sino la forma en que fue manejada: sin transparencia, sin regulación y con un nivel de improvisación que resulta alarmante.
La ley de Ética Pública y el colapso de la integridad presidencial
Desde un punto de vista legal y ético, este caso viola no solo la Ley de Ética Pública –que exige a los funcionarios abstenerse de participar en negocios que puedan generar un conflicto de interés–, sino también cualquier noción básica de responsabilidad institucional. ¿Cómo es posible que un presidente en funciones promueva un activo financiero sin ninguna garantía sobre su transparencia?
El hecho de que 84% de los tokens estuvieran en manos de solo 10 direcciones refuerza la sospecha de que esto fue un esquema deliberado para manipular el Mercado. La pregunta que nadie en el Gobierno quiere responder es: ¿quiénes son los dueños de esas direcciones? Y lo que es más alarmante: cuando la criptomoneda se desplomó y los inversores comenzaron a perder dinero, Milei se desentendió por completo, eliminando cualquier rastro de su promoción inicial y responsabilizando a terceros.
La ceguera ante lo evidente
Uno de los elementos más llamativos de este escándalo es la forma en que el fanatismo mileísta intentó justificar lo injustificable. Durante días, las redes se llenaron de teorías conspirativas que intentaban convencer a todos de que lo que había ocurrido no era un fraude, sino un hackeo. La idea de que La Libertad Avanza estaba involucrada en una maniobra turbia era inconcebible para sus seguidores más radicales que prefirieron aferrarse a explicaciones inverosímiles antes que admitir que su líder había cometido un error garrafal.
Este fenómeno deja al descubierto un problema aún mayor: cuando el fanatismo nubla la razón, la corrupción se vuelve invisible para quienes la sostienen. La misma gente que acusaba a “la casta” de robar sin pudor ahora mira para otro lado, mientras su propio espacio de representación facilitaba un esquema que generó ganancias para unos pocos y pérdidas para muchos.
El caso de $Libra no es solo una mancha en la gestión de Milei: es la confirmación de que el rey está desnudo. El discurso de transparencia y libertad con el que construyó su identidad política se enfrenta ahora a la dura realidad de un gobierno que opera con los mismos mecanismos que decía venir a erradicar.
El testimonio de los extranjeros y la falta de previsibilidad
Si algo termina de hundir este escándalo es que no se trata solo de una denuncia interna. Charles Hoskinson, el fundador de Cardano, reveló que el Gobierno argentino ya estaba trabajando en este esquema desde mediados de 2023 y que, cuando visitó el país, se encontró con un entorno donde se pedían coimas para operar. Su testimonio, al igual que el de otros actores extranjeros, es especialmente relevante porque viene de personas sin agenda política en Argentina, lo que les da una credibilidad difícil de cuestionar.
Su experiencia refleja lo que muchos empresarios y tecnólogos han señalado durante años: Argentina es un país donde no hay previsibilidad. Si ni siquiera se puede confiar en la palabra de un ministro, porque semanas después es despedido. ¿Cómo se puede construir un ecosistema tecnológico serio? Hoskinson se reunió con Federico Sturzenegger y Diana Mondino –creyendo que el Gobierno tenía interés en blockchain– solo para descubrir que las decisiones se toman con la misma improvisación con la que se lanzó $Libra.
La fragilidad de un proyecto sin estructura
Milei llegó al poder con una retórica de destrucción del Estado, pero sin construir una estructura que lo reemplace. Sus seguidores creyeron que el mercado, por sí solo, ordenaría el caos. Sin embargo, lo que quedó demostrado con el caso de $Libra es que sin una arquitectura institucional confiable, todo termina en manos de oportunistas que buscan hacer negocios rápidos antes de que el castillo de naipes se derrumbe.
Los defensores de Milei insisten en que el problema no es él, sino su entorno. Pero esto plantea una cuestión aún más preocupante: si es un líder tan brillante, ¿por qué se rodea de gente que lo traiciona? ¿Por qué en su administración está lleno de personas dispuestas a apuñalarlo por la espalda?
$Libra no es solo un fracaso financiero. Es el símbolo de un gobierno que se maneja con una combinación de improvisación, oportunismo y negación de la realidad. Y lo peor de todo es que, ante el primer gran escándalo, la respuesta del presidente no fue dar explicaciones, sino borrar todo rastro de su participación y culpar a otros.
El mileísmo se construyó sobre la idea de que el problema de Argentina era la corrupción de la política tradicional. Ahora enfrenta su primera gran prueba de fuego, y la transparencia con la que se maneje en los próximos días definirá si es realmente distinto o si solo es más de lo mismo con una nueva estética.
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