15 maneras de reciclar los residuos de forma creativa

En San Antonio de Belén, Costa Rica, están de fiesta: este anónimo pueblito montañoso ha entrado en el Libro Guinness. ¿Cómo? Gracias al compromiso y la colaboración de todo el país: ha sido el lugar donde se ha realizado una iniciativa que ha durado apenas ocho horas, desde las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde, y en la que los costarricenses han recolectado 30 toneladas de botellas de plástico para su reciclaje. Anteriormente, el récord era de India, con “tan solo” 23 toneladas. El material acumulado, después de ser pesado en balanzas electrónicas especializadas, se preparó para ser reciclado.

La plusmarca, certificada por los notarios del Guinness Book of World Records, se ha obtenido gracias a voluntarios, escuelas, oficinas públicas y empresas privadas. La organización que se ha ocupado de coordinar la operación, Ecolones, ha creado una ecomoneda virtual que recompensa la separación de la basura y el reciclaje. “¡Lo logramos!” es el título que aparece en la página web de la asociación. “¡Gracias, Costa Rica!”, es el cartel que exponen los organizadores, en nombre de nuestro planeta.

 

La participación de las comunidades: una contribución a la economía circular

Otro contexto, otro récord: en la ciudad japonesa de Kamikatsu los deshechos no se dividen en orgánico, vidrio y plástico, sino en un total de 45 categorías. Existen nueve contenedores diferentes solo para el papel (periódicos, revistas, publicidad de buzón o cartón, por ejemplo), cinco para los metales y seis para el plástico. Hay un contenedor específico para la recogida de maquinillas de afeitar, uno para bolígrafos, etc. Los ciudadanos no solo participan con entusiasmo, sino que tratan de mejorar siempre: una victoria para la economía circular.

La hazaña de los costarricenses y el esmero de los japoneses demuestran que para obtener resultados tangibles es necesario lograr la participación de las comunidades y motivar a las personas. Sobre todo si el problema es el de los residuos, uno de los más urgentes para el ambiente a nivel global. Numerosas iniciativas creativas para la separación de la basurasiguen esta dirección. En los centros comerciales y las oficinas públicas de Colombia se han colocado máquinas automáticas “al contrario”, donde se pueden introducir botellas de plástico vacías y, gracias a un sistema de puntuación, obtener a cambio cupones de comida, entradas para el cine y otros obsequios. En Indonesia el programa Garbage Clinical Insurance permite que la persona que recicle pueda obtener seguros sanitarios, reemplazando, en parte, la falta de un sistema sanitario para todos.

Ampla y Coelce, dos empresas del Grupo Enel, han realizado iniciativas similares. Por ejemplo, descuentos en las facturas eléctricas por separar la basura, o una competición en la que participaban 15 equipos, cuyo reto era recolectar y entregar la mayor cantidad de residuos; cada miembro del equipo campeón ganó una tableta y pudo señalar una organización benéfica a la que regalar un descuento en las facturas.

Reusar: arte y diversión

La reina de la reutilización del plástico es la creatividad. Una idea simple pero eficaz viene de Uganda, donde el ambientalista Ruganzu Bruno ha construido con residuos de plásticos un parque de atracciones para niños. En París, así como en algunas ciudades italianas (Trento, Empoli y Aversa), se han usado botellas, tapas y neumáticos para los adornos de fin de año.

El plástico de los residuos se puede utilizar también como materia prima para obras de arte. Es lo que sucede en instalaciones como “Over Flow”, del japonés Tadashi Kawamata(actualmente en Lisboa), y “Help!”, de la italiana Maria Cristina Finucci (montada en el Foro Romano), cuya iluminación nocturna es de Enel. Para el gran proyecto “Waste Land”, el artista brasileño Vik Muniz ha reutilizado los desechos de uno de los vertederos más grandes del mundo, Jardim Gramacho, en Río de Janeiro. En todos estos casos el mensaje es claro: denunciar la contaminación y sensibilizar para la reutilización. 

El mismo objetivo persigue el fotógrafo francés Antoine Repessé, que ha logrado que los residuos de plástico sean los protagonistas de sus obras, mientras que dos campeonas inglesas de natación sincronizada, Kate Shortman e Isabelle Thorpe, hicieron una de sus exhibiciones en una piscina llena de residuos flotantes.

En Nápoles el Consejo Nacional de Investigación (CNR, por sus siglas en italiano) está realizando un experimento que combina la tradición local con la innovación tecnológica: los residuos recolectados se transforman en objetos artesanales gracias a la impresión 3D.

Nuevas metas turísticas

A pesar de todos los esfuerzos, no es posible reciclar el 100% de los residuos, ni siquiera en Kamikatsu. Por ello, es necesario recurrir a las plantas de tratamientos de residuos y a los vertederos. En estos casos la fantasía también ayuda. Siempre en Japón, la planta de tratamientos de residuos de Osaka es una obra de arte, un monumento que se ha convertido en atracción turística. Mientras que en Copenhague la modernísima planta Copenhill (en pleno centro de la ciudad), además de ser tecnológicamente avanzada y ecosostenible, cuenta con un rocódromo para escalar en una de sus paredes y con una pista de esquí en el techo: un aliciente significativo, pues es un país con abundante nieve pero con terrenos totalmente llanos.

El problema de los residuos es notable en lugares como Singapur, una ciudad-estado, eficiente pero de muy pequeño tamaño. La mayoría de los residuos se incinera y el resto se destina a su único vertedero, el de Semakau. Su planta de tratamiento costera se ha convertido en una joya de la sostenibilidad: tecnologías innovadoras permiten separar todos los desechos, transformando el lugar en un paraíso de biodiversidad y una meta turística donde admirar manglares, corales, aves y animales marinos. 

Tecnologías y soluciones biológicas

La creatividad también se aplica a la ciencia. Una de las corrientes más prometedoras son los bioplásticos, desarrollados por empresas innovadoras, como la italiana Novamont (que firmó un acuerdo de colaboración con nuestro Grupo junto con “La alianza para la economía circular“, lanzada por Enel y el banco Intesa Sanpaolo). Novamont ha construido la primera planta en el mundo para la producción de biobutanol, donde se crea también una familia de bioplásticos completamente biodegradables. Por su parte, la multinacional alemana Basf ha desarrollado un nuevo procedimiento químico para reciclar plásticos que hasta ahora no eran reciclables.

Mientras, en Japón se ha descubierto un aliado insospechable: una bacteria capaz de digerir el plástico. Se llama “Ideonella sakaiensis” y, gracias a sus especiales enzimas, puede degradar y asimilar el PET, uno de los materiales más utilizados para fabricar recipientes de plástico. Esta misma habilidad la tienen algunas especies de hongos, entre ellos el “Zalerion maritimum”, como ha demostrado un grupo de investigadores portugueses. Quizá aún no sea el momento de transformar hongos y bacterias en una cadena de producción que pueda eliminar el plástico producido en todo el mundo, pero no podemos excluir que la solución al problema de la basura pueda llegar de la biología.

(De ENEL)

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