¿SI LA PANDEMIA SE VA, LA INFLACIÓN VUELVE?

Analizamos las causas por detrás del aumento de los precios. Los indicadores de la semana y algunas cositas más.

Venimos haciendo un recorrido para entender los problemas y los desafíos que enfrenta la economía argentina. Para eso, la idea –siempre- es ir de lo general a lo particular; de la manifestación del fenómeno a sus causas. Sé que hay temas que te gustaría ver (impuestos, la informalidad, el sistema financiero, la deuda externa, las economías regionales, etc.). Teneme paciencia que ya vamos a llegar.

Creo que todo eso se va a entender mejor si primero tenemos un buen panorama del problema macroeconómico, ya que eso va a servir para que veas que todo tiene que ver con todo. Las causas se transforman en consecuencias, retroalimentando el proceso. ¿No me creés? Hacés muy bien. Nunca hay que dar nada por sentado. Dejame, entonces, tratar de convencerte. Para eso vamos a meternos de lleno en el tema de hoy: la inflación.

¿Qué es la inflación?

Hoy en día ya todos sabemos que la inflación es el aumento sostenido de los precios. Nos damos cuenta cada vez que compramos algo. Lo que muchas veces no está tan claro (ni bien comunicado) es cómo se mide. Sin ir más lejos, una primera pregunta que surge es cómo hace el INDEC para publicar un único dato cuando la cantidad de productos –y precios- que hay en una economía debe superar el millón. (Trivia: ¿cuántos productos decís que se venden solo en un supermercado? Acá la respuesta.)

Para eso recurre a una canasta de productos que busca acercarse lo mejor posible al consumo promedio de la población. Luego, todos los meses releva los precios de dicha canasta de productos y a partir de eso obtiene el dato de la inflación. Si te interesa el tema, te recomiendo este excelente documento que elaboró el INDEC para explicar de manera clara y pedagógica todos los pasos que requiere el armado del IPC.

¿Por qué es un problema?

Existen varias razones, aquí voy a detenerme en las tres que creo que son las más importantes. En primer lugar, porque puede llevar a la pérdida del poder adquisitivo, algo que sucede sobre todo en contextos donde la inflación se acelera súbitamente. La aclaración es importante, porque en contextos de inflación estable el poder de compra suele acompañar o incluso mejorar.

El segundo problema es que desincentiva las inversiones de mediano/largo plazo de las empresas (y, de allí, afecta directamente al crecimiento económico). Ponete en el lugar de una empresa que está analizando a ver si le conviene o no invertir en una nueva máquina. A grandes rasgos, la decisión pasa por identificar si el aumento de los ingresos (generados gracias a la incorporación de la máquina) son superiores al costo de la misma. Fijate que el cálculo requiere de una proyección de los ingresos futuros y, por ende, también de la inflación. Ahora bien, ¿qué tan fácil te parece que es lograr una estimación más o menos aproximada de lo que va a suceder en el futuro con la inflación?

Claramente esto es algo muy difícil y eso desincentiva algunas inversiones. Solamente se llevarán a cabo los proyectos cuya rentabilidad esté bastante asegurada (que son los que compensan la mayor incertidumbre asociada a la imposibilidad de evaluar correctamente el riesgo o el costo del proyecto). La causa, por detrás de todo esto, es el aumento en la volatilidad de las principales variables macroeconómicas, en particular aquellas vinculadas con las decisiones financieras: inflación, tasas de interés y tipo de cambio.

Lo que nos lleva al tercer y –probablemente- más importante problema de todos: el aumento del poder de compra en moneda extranjera. Esto es lo que en la jerga económica se le llama “apreciación cambiaria”. ¿Pero cómo puede ser la mejora del poder de compra un problema? Porque como vimos la semana pasada, esto significa un incremento de la demanda de dólares (podés comprar más insumos o productos importados, te sale más barato viajar al exterior, podés comprar más dólares para ahorrar, etc.), y por lo tanto una presión al alza en el tipo de cambio. Reteneme esta conclusión porque en breve la vamos a retomar y ahí va a quedar mucho más clara la importancia de este aspecto.

¿Y por qué suben los precios?

Acá es donde se pone más entretenida la cosa, porque si más o menos seguís las discusiones económicas te habrás dado cuenta de que hay dos grandes “bandos”: por un lado, quienes afirman que la inflación es provocada por el incremento en la cantidad de dinero en circulación; y por otro, quienes sostienen que eso se debe al aumento de los costos de las empresas.

¿Cuál tiene razón? Al día de hoy, no hay acuerdo y eso se refleja en la cantidad de economistas de un lado y del otro que discuten sobre el tema. No obstante, creo que la explicación vinculada a los costos es i) más directa, ii) más consistente y iii) se ajusta mejor a la evidencia empírica.

En primer lugar, es más directa por una razón muy simple. Los precios los ponen las empresas, y para eso se fijan en sus costos de producción (insumos, salarios, impuestos, etc.). Si el costo por unidad aumenta, por lo general eso llevará a las empresas a subir los precios (para evitar la reducción del margen de ganancia). Desde ya, el contexto importa: en una recesión –como la actual- se hace más difícil trasladar los aumentos de costos a los precios, sobre todo para las pymes.

En cambio, la explicación que vincula la expansión de la cantidad de dinero con el aumento de los precios requiere que se cumplan algunas condiciones que hacen muy difícil que eso suceda (lo analizamos acá). Lo que sí puede suceder es que presione al alza al tipo de cambio y que eso lleve al aumento de los precios. Pero, precisamente, eso sucede porque la suba del dólar se traduce en un aumento de los costos de las empresas (ya que ahora los insumos importados son más caros).

¿Cambia tanto si el problema es una cosa o la otra? Sí, bastante, porque distintos diagnósticos llevan a diferentes políticas económicas. Por ejemplo, quienes afirman que el problema es la cantidad de dinero van a reclamar por un ajuste del déficit fiscal (algo que analizamos acá) o directamente por el control de la emisión monetaria, como intentó G. Sandleris en su momento. Por el contrario, quienes sostienen que el problema viene por el lado del tipo de cambio, van a recomendar tratar de contenerlo ya sea a través de la intervención directa del BCRA (comprando o vendiendo dólares) o, llegado el caso, a través de regulaciones más estrictas sobre la demanda de divisas.

De todos modos, el canal sería siempre por medio del tipo de cambio. Y como vimos la semana pasada, hay varios motivos que pueden llevar al aumento del dólar. Por lo tanto, el aumento de la cantidad de dinero sería a lo sumo un caso particular de la explicación general. Al analizar la correlación de los datos, también se hace evidente que existe una vinculación mucho más estrecha entre el tipo de cambio y la inflación. Es más, la relación entre la emisión y la inflación es más bien negativa en el corto plazo.

Hace un ratito me dijiste que una de las consecuencias de la inflación era la apreciación cambiaria, que llevaba al aumento del dólar… ¿Y ahora me estás diciendo que la inflación está causada por el aumento del dólar? ¿En qué quedamos?

Precisamente, como te dije al principio, son dos problemas que se retroalimentan entre sí. Una manera de comprobarlo es a partir del gráfico de la derecha. Si te fijás, los saltos del dólar y de la inflación son cada vez más grandes (y, por lo tanto, más volátiles).

Ya sé, ahora me vas a preguntar cómo se soluciona. Por ahora nadie parece tener la respuesta correcta. O, quizás, el problema es que todavía no pudimos ponernos de acuerdo en el diagnóstico y por eso no logramos aplicar una política que sea consistente y que se mantenga en el tiempo. Esto parece lo más probable al ver el tiempo que le llevó al resto de los países de la región bajar la inflación a un dígito: Chile tardó 16 años, México 14, Colombia y Uruguay 10, Perú 6 y Brasil 4.

Por lo pronto, hay que aprovechar quizás el único aspecto “no-negativo” que trajo la pandemia: una caída de la inflación de más de 10 puntos porcentuales respecto de fines del año pasado. Claro que para eso el BCRA deberá tener un buen diagnóstico y, en función de eso, desplegar las políticas adecuadas para manejar la liquidez y el tipo de cambio de manera de evitar un nuevo salto en los precios.

Indicadores de la semana, en cuarentena

La evolución de los distintos indicadores económicos durante estos meses de pandemia ya permite sacar algunas conclusiones –preliminares- al respecto. En buena medida el nivel de actividad económica siguió de cerca la (in)movilidad de las personas, por lo que el impacto más fuerte se vio durante los meses de marzo y abril. En mayo comenzó a verse cierta recuperación, mientras que en junio parecería haberse consolidado. No obstante, además de seguir bastante por debajo de los niveles pre-pandemia, hay que ver qué sucede en julio, donde la vuelta a fase 1 en el AMBA y en algunas zonas del interior del país ya impactó en la movilidad laboral.

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Los distintos indicadores parecen avalar lo anterior. Por ejemplo, ayer el INDEC publicó el grado de utilización de la capacidad instalada de la industria para mayo (46,4%), que si bien mostró una mejora respecto de abril (42%), todavía se encuentra muy por debajo respecto de febrero (59,4%). En línea con esto, unos días atrás el Instituto presentó los resultados de una encuesta cualitativa sobre la industria, que confirma estos resultados y que muestra un panorama muy completo acerca del grado de operatividad de las empresas según los distintos rubros y los principales problemas que enfrentan.

Si bien no se cuenta con datos oficiales para junio, el indicador de consumo elaborado por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) mostró una clara recuperación, aunque se mantiene por debajo del nivel de febrero. Asimismo, el indicador diario de la actividad industrial elaborado por el CEP XXI mostró una constante recuperación, que en la actualidad se ubica aproximadamente 12% por debajo de los niveles pre-pandemia, según D. Schteingart, su director.

¿Más economía?

Un tema que ya estaba ganando terreno y que se terminó de instalar con la crisis sanitaria es el de la renta básica universal. ¿Qué se requiere para implementarlo? ¿Qué muestran las experiencias en otros países? Esas preguntas y otras más son las que se discuten en este programa del podcast “Clase a la Casa”, elaborado por profesores de ciencias sociales de la Universidad de San Andrés (Colombia). De paso, para quien le interese profundizar, el proyecto es muy interesante, ya es una continuación virtual de la iniciativa Clase a la Calle, cuyo objetivo es sacar la academia de los salones de clase.

Ahora si lo tuyo son las clases y el estudio, entonces te recomiendo la escuela de economía (gratuita y online) que organizaron en conjunto la UNCTAD y INET, sobre globalización y las estrategias para el desarrollo. Dura una semana y va a haber un montón de economistas charlando sobre diversos temas. Acá te podés inscribir y encontrar más información (la única mala es que es en inglés).

Por último, en conmemoración de la Revolución Francesa te recomiendo un clásico de historia económica: La era de la revolución, 1789-1848, del gran Eric Hobsbawn.

Hasta acá llegamos hoy. Ojalá que algo de todo esto te haya servido para que ahora entiendas un poco más de esta cosa tan difícil que parece ser la economía argentina.

Cenital.com

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