LA ESTRATEGIA ELECTORAL

La llegada de vacunas y la reaparición de Macri, el secreto de la estabilidad oficialista

En las últimas semanas se acentuó algo que los sondeos venían mostrando sostenidamente desde hace algunos meses y tiene que ver con las diferencias que existen entre la sociedad y el sistema respecto a la consideración que tiene sobre el Gobierno. Mientras cada vez más dirigentes políticos, empresarios, periodistas y consultores varios agudizan sus críticas a la gestión de Alberto Fernández, la aprobación en la opinión pública se mantiene estable desde septiembre. Esto es lo que se desprende del último estudio de Federico Aurelio que además sitúa al Presidente con una imagen positiva de 44% a nivel país y 52% en la Provincia de Buenos Aires. Si bien es un dato positivo para el oficialismo, máxime ante la aceleración de la llegada de vacunas, la pérdida de confianza de los hombres de negocios locales contagia a sus pares extranjeros que son, todos ellos, quienes van a tener que invertir para que la economía crezca y genere empleo a la salida de la pandemia. 

Uno de los puntos centrales que orbita en las mesas de lo que Jaime Durán Barba llamó el “círculo rojo” -además de la posible candidatura de Florencio Randazzo, el hombre de los años impares- tiene que ver con la posibilidad -o no- de que el gobierno obtenga un puente para no defaultear con el Club de París. Según pudo saber #OffTheRecord, a pesar de los esfuerzos del Instituto Patria, está avanzada la ingeniería que le permitiría al gobierno evitar el incumplimiento desde los 60 días de plazo cumplido hasta el acuerdo con el FMI que ocurriría luego de las elecciones. Esto quitaría presión sobre el tipo de cambio en un proceso electoral que podría permitirle al peronismo ampliar su representación parlamentaria.

Mientras tanto, en la última semana dos noticias dieron de forma simultánea la excusa a algunos voceros informales de la oposición para insistir sobre la existencia de un giro madurista o alguna redundancia del estilo en la política exterior argentina que, para peor, alejaría al país de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La prédica no es novedosa ni merecería atención si no fuera porque desnuda cierta pereza en los análisis.

Una filtración de un documento de Cancillería llevó a que se publicara como noticia, primero en el canal RT y luego en la prensa argentina, la salida de Argentina del grupo de países que patrocinaron la investigación por delitos de lesa humanidad sobre el gobierno de Venezuela donde la fiscal Fatou Bensouda ha encontrado indicios de graves violaciones a los Derechos Humanos. Mauricio Macri calificó en su cuenta de Twitter la posición argentina como de “alianza con Nicolás Maduro”. Resulta extraño el revuelo, pues se trata de una no-noticia o, peor, de una noticia vieja contada como novedad. El patrocinio se realizó en el marco del Grupo de Lima y acompañó la suerte de la participación argentina en ese colectivo que abandonó por su ineficacia para resolver la crisis venezolana. La comunicación se realizó el mismo día de la salida argentina del Grupo de Lima y no implicó, en modo alguno, una opinión local sobre el trabajo de la fiscal y el proceso, que dejó expresamente a salvo en el documento. Bensouda se encuentra en un lugar curioso. Mientras el gobierno de Venezuela la acusa de ser títere del imperialismo, la abogada nacida en Gambia tuvo hasta abril prohibida la entrada a los Estados Unidos gracias a sanciones impuestas por el gobierno de Donald Trump que la castigó por intentar investigar el accionar de los militares estadounidenses en el exterior. Es de presumir que las autoridades norteamericanas estuvieran al tanto de la posición argentina desde el día de la comunicación, lo que no impidió al enviado del presidente Biden, Juan González, incluir al país en el marco de su primera gira por la región.

También Venezuela gira sobre la otra gran controversia de la semana respecto del voto de nuestro país sobre Israel y Palestina en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, aunque esta vez llama la atención por su ausencia en las crónicas y los relatos. El último octubre, Argentina respaldó el informe de la Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, respecto de la situación venezolana. Un informe serio y equilibrado, muy crítico del gobierno. En aquel momento, el voto argentino coincidió con el de la mayoría de los países de Europa, mientras que otros, como México, se abstuvieron. La resolución sobre Israel y Palestina, que ordena abrir una investigación, tiene algunos pecados de origen. Su promotor, Pakistán, no garantiza los derechos de sus minorías religiosas, que son a menudo objeto de violentísimas persecuciones sociales y del propio Estado que sanciona con la muerte el delito de blasfemia y aplica la pena de muerte a niños. La queja israelí de que otros conflictos, algunos en países que le son fronterizos, no son tratados con un rigor remotamente similar y de que una mayoría de los países que apoyaron la investigación tienen enormes déficits en su respeto a los Derechos Humanos, es fundada. 

Sin embargo, ni el denunciante ni las distintas varas son suficiente argumento contra el voto argentino, como no lo eran, frente a la situación venezolana, el voto de Jair Bolsonaro o la situación de Colombia. Los derechos humanos son uno de los pocos ámbitos internacionales en que Argentina construyó prestigio e influencia -lo que los internacionalistas llaman “poder blando”- a partir de su comportamiento y coherencia en la materia. A nivel interno era difícilmente justificable haber acompañado a la Alta Comisionada Bachelet sobre Venezuela y abandonarla sobre Israel. Más difícil a nivel internacional. A diferencia de Pakistán, Bachelet presentó una mirada equilibrada, incluyendo una condena inequívoca de los ataques indiscriminados de Hamas contra civiles, junto a un duro diagnóstico de la realidad de la ocupación, que lleva más de 50 años y niega a los palestinos el acceso a derechos ciudadanos  fundamentales. Serán la expresidenta chilena y su equipo, no los países denunciantes, los encargados de investigar. La convocatoria de Israel al embajador argentino se inscribe como parte de una campaña activa de ese país para responder activamente a todas las voces críticas a nivel internacional y si las partes mantienen una mirada responsable no debería significar un conflicto de largo aliento. La misma convocatoria recibieron los embajadores de México, Filipinas y -por otro motivo relacionado al conflicto- la Francia de Emmanuel Macron.

La oposición, por su parte, esconde sus imperfecciones internas detrás de los errores del gobierno. La reaparición de Macri, para esto, no la ayuda. El expresidente trazó un discurso orientado hacia afuera en las muy suaves autocríticas y para dentro en reflexiones como las que le dedicó a Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal: “Me siento orgulloso de haberlo hecho jefe de Gobierno a Horacio y a María Eugenia gobernadora”. Sólo dos lecturas posibles: Macri continúa con una ascendencia sorprendente sobre las dos figuras mencionadas o hay que recurrir a la reflexión de Tywin Lannister en Game of Thrones“Any man who must say, ‘I am the king’ is no true king”Puede haber una tercera: que Macri crea que Larreta y Vidal le van a responder y se lleve una sorpresa en los momentos de definición. Difícil. Un histórico dirigente de Boca reflexionaba con #OffTheRecord: “Vos pensá que Macri como Presidente del club se cargó a Maradona, Bianchi y Riquelme, ¿te imaginás qué piensa de Larreta y Vidal?”. Un favor involuntario le hizo Macri a Máximo Kirchner que hace algunos días había dicho que el líder opositor gobernó “con desprecio”. “Cortar a las siete de la tarde para ver Netflix es un buen ejemplo de lo que decía Máximo”, reflexionan en su entorno. En algunos sectores del oficialismo surgió la idea que la declaración del expresidente tan vinculada al ocio había estado pensada. En el entorno de Macri se rieron sonoramente ante esa pregunta: “Siguen creyendo que somos la  NASA”.

La denuncia pública de Patricia Bullrich sobre la negociación con Pfizer y la versión que emanó de los medios de comunicación para ser luego replicada por la dirigencia política sobre las 14 millones de vacunas que Argentina presuntamente se perdió de parte del laboratorio nortemaricano acaban de colisionar con las declaraciones del director del ensayo de Pfizer en Argentina, Gonzalo Pérez Marc, ante la pregunta del periodista Ariel Zak: “Nosotros teníamos la primera opción de negociación con Pfizer y se hizo: tanto el gobierno como la empresa se sentaron a negociar primeros que todos junto a Estados Unidos y Alemania que son productores. Eso te abría la posibilidad de tener remesas iniciales y posiblemente mucho mejores que las que recibieron los demás países de la región que no participaron del estudio. Haber perdido un par de millones de vacunas no está bueno, pero de ahí a que hayas tenido 14 millones para enero, hoy mirando para atrás, suena medio irreal”.

Sin embargo, lo más atractivo ocurre en el radicalismo. La visita de Macri a Córdoba en la que ungió a Gustavo Santos dejó un tendal de heridos en el cual se erige la figura de Mario Negri, un dirigente que aspiraba a ser gobernador de su provincia y para eso se pintó de un amarillo que, luego de las declaraciones del jefe del PRO, está destiñendo a gris: “Gustavo tiene un perfil para poder gobernar la provincia de Córdoba. Fui presidente por los cordobeses, aunque no pudimos canalizar ese apoyo a nivel provincial, parte por el gran trabajo del gobernador Juan Schiaretti y parte porque no teníamos un candidato con el perfil para gobernar”. Esto generó una mueca de maldad en el radicalismo nosiglista que tampoco se privó de castigar al (por ahora) jefe del interbloque. “Quiero agradecer especialmente al ministro del Interior, Wado de Pedro, porque destacó un proyecto que presentamos en noviembre o diciembre del 2020 con un grupo de diputados, acompañado por el trabajo de muchísimos politólogos de las 44 carreras de Ciencias Políticas del país, quienes escrutaron las PASO en este ciclo de once años. Celebro que hayamos podido sostener ese derecho, pero lamento que los negociadores de mi interbloque no hayan puesto en escena, como sí lo hizo el ministro del Interior, que ese proyecto era una herramienta de negociación”. 

Mientras tanto, otro elemento de la UCR que toma volumen es Gerardo Morales. Con una imagen positiva del 60% a nivel local y una relación muy razonable con el gobierno nacional, Morales es el único radical de proyección nacional que tempranamente apostó a un discurso propio y de carácter federal. Una particularidad que seguramente le brinde resultados en el pago chico: el peronismo va dividido en tres con sellos que le complicarían la identificación al mismísimo Jorge Landau: Frente de Todos – PJ, Frente de Todos por Jujuy y Frente Unidad para la Victoria.

Con una Vidal decidida a jugar en CABA, a JxC se le abren algunas incógnitas en territorio bonaerense: ¿Diego Santilli o Jorge Macri? ¿Le alcanzarán los avales a Emilio Monzó? ¿El radicalismo va a mirar una eventual PASO de afuera? ¿Resiste una interna en CABA entre Vidal y Bullrich? ¿Y Martín Lousteau? El último eje opositor se debate entre los encuestadores. La candidatura de Florencio Randazzo oscila entre los cinco puntos que sacó en el 2017 -acompañado por varios intendentes y organizaciones de una capilaridad territorial muy importante- y los diez a los que aspiran en su entorno. En AEA y el Foro de Convergencia creen que el exministro puede orillar los 20 puntos. Las desventajas de tener dinero. “Florencio va a ser crítico con el gobierno, entonces va a disputar el voto opositor”, analiza un consultor reputado ante #OffTheRecord. Esta deliberación no es menor. Hace algunos días, en una reunión privada, Monzó le recordó a un interlocutor que “en 2015 casi todos los gobernadores y el peronismo que hoy está con Alberto y Cristina se pintaron de amarillo”. Esto pone en valor dos cuestiones diferentes que seguramente sean complementarias: la habilidad de CFK y el fracaso de Macri. No necesariamente en ese orden.

cenital.com

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