Cuanto más arriba haya, más abajo habrá también
En la última edición de #Rollover mostramos que la distribución del ingreso a nivel mundial es sumamente inequitativa y, la de la riqueza, todavía peor. Pero nos quedaron varias preguntas importantes sin responder, más que nada vinculadas a los mecanismos que explican esa desigualdad y, a partir de eso, qué se puede hacer para corregirla.
Primero que nada, es fundamental entender que la riqueza (una variable stock) proviene más que nada de los ahorros (una variable flujo). Esto significa que, a medida que una persona ahorra, incrementa su riqueza, que se va acumulando en el tiempo.
Pongamos un ejemplo, imaginemos una economía con solo 2 personas. Para hacer cuentas sencillas, digamos que Pablo gana $200.000 por año y gasta $100.000, con lo cual ahorra $100.000. Federico, en cambio, gana $50.000 y gasta $45.000, de modo que ahorra $5.000 por año. Esto es un punto importante: por lo general, las personas de mayores ingresos ahorran un porcentaje mayor, dado que los gastos de vida no aumentan en la misma proporción. Como pueden ver en la tabla a continuación, pasados cinco años, la riqueza acumulada de Pablo sería de $600.000 y la de Federico de $30.000 (en ambos casos, la suma de los ahorros que obtienen por año).
Como muestran las últimas dos columnas, esto lleva a una distribución del ingreso y de la riqueza muy inequitativa pero estable en el tiempo. Es decir, todos los años, Federico se apropia del 20% del total de los ingresos que genera esta economía y del 4,8% de la riqueza, mientras que Pablo se queda con la parte restante.
De todos modos, acá ya se puede percibir el problema asociado a la acumulación de la riqueza. Si bien en términos relativos se mantiene la proporción que se lleva cada uno, al comparar en términos absolutos debería hacernos un poco de ruido la diferencia entre lo que acumuló Pablo en relación a Federico. Pensemos, por ejemplo, el tiempo que tardaría cada uno en comprarse una casa.
Todavía más, pensemos qué sucedería si en realidad los ingresos de Federico se encontraran justo en el límite de la línea de la pobreza, es decir, que no tuviese capacidad de ahorro. En ese caso, la inequidad de la riqueza -en términos relativos- sería total y en términos absolutos aumentaría todo el tiempo. Este es un punto fundamental para entender la disparidad cuando analizamos los estratos de menores ingresos de una economía (cuya capacidad de ahorro es nula).
Volviendo a nuestro ejemplo, falta un elemento clave en toda esta explicación porque, en la realidad, esos ahorros generan un retorno (ya sea la renta de un inmueble, la tasa de interés que devenga un activo financiero, etcétera). Y, a la vez, eso significa que cada año el ingreso de cada uno es mayor, dado que hay que sumarle los intereses obtenidos por la riqueza acumulada.
El problema es que la tasa de interés de cada individuo no es la misma. Una persona con un nivel de riqueza mucho mayor obtiene mejores tasas de retorno sobre su capital. Esto se explica no solo por una cuestión de rendimientos de escala (si voy al banco con un millón de pesos no me van a ofrecer la misma tasa que si voy con $10.000), sino además por tener mayores conocimientos en materia de activos financieros que le permiten tomar mejores decisiones sobre sus ahorros.
Según este trabajo del FMI, que lo mide para el caso de Noruega, una persona ubicada entre el decil 7 y el 8 de la distribución del ingreso obtiene una tasa anual del 3,8%, mientras que una persona ubicada en el top 1% obtiene una tasa anual del 8,3%. Noten que estamos hablando de 2 personas que se ubican entre el 30% más alto de los ingresos. Como dijimos, la cosa empeora si nos movemos hacia ingresos menores.
¿Cómo queda nuestro ejemplo si aplicamos esta tasa de retorno sobre la riqueza acumulada de cada uno? Para hacerlo más real, supongamos además que ambas personas aumentan su gasto en relación a los intereses generados. Como pueden ver, la diferencia en las tasas de retorno lleva a que tanto la desigualdad en términos de la distribución del ingreso como de la riqueza empeoren sistemáticamente. Conclusión: la riqueza genera mayores ingresos y, por ende, más riqueza.
De las personas a los países
Si llevamos el razonamiento anterior al plano de los países, podemos entender dos hechos estilizados de la distribución actual a nivel global: el primero, que el mundo es muy inequitativo. Si tuvieras la suerte de nacer en Estados Unidos, en promedio ganarías 10 veces más que si te tocara nacer en África Subsahariana. Esto se explica, más que nada, por el mayor crecimiento acumulado de ese país respecto del otro.
El segundo hecho estilizado es que este mismo patrón (la existencia de una inequidad en la distribución) se repite cuando miramos hacia adentro de cada país o región, como refleja el gráfico a continuación. Pero acá aparece un dato interesante: no todas las regiones son igual de inequitativas, como queda claro al comparar Europa con el resto.
Participación del ingreso de cada estrato (en relación al ingreso de cada zona)
Fuente: Reporte de la desigualdad
Más importante todavía es el hecho de que no existe una relación clara entre el nivel de ingresos de los países y el grado de inequidad. Dicho de otra manera, no se observa que un mayor crecimiento lleve a niveles más reducidos de inequidad, como refleja la comparación entre Europa y Estados Unidos, dado que este último presenta un ingreso promedio más elevado pero una distribución mucho más inequitativa.
Esto estaría reflejando que el grado de inequidad no es un problema de falta de crecimiento sino una decisión política, determinada por las preferencias de cada sociedad en torno al nivel de tributación y el gasto público, los derechos económicos y sociales básicos que tiene cada persona, entre otras.
¿Cómo se resuelve? Como destaca el informe citado, la manera más efectiva es a través del aumento de los impuestos que gravan los ingresos y la riqueza de manera progresiva. En particular, el informe sostiene que no alcanza con lo que haga país a nivel individual, sino que hay que aplicar un impuesto global a los multimillonarios, que luego sea redistribuido en inversiones hacia los países de menores ingresos. ¿Muy utópico?
¿Más economía?
Va el resumen del panorama económico a partir de los datos que salieron durante la última semana: el PBI repuntó 4,1% en el tercer trimestre, dejando atrás a la pandemia. La inflación en noviembre se redujo significativamente, al 2,5% mensual. La Canasta Básica aumentó en línea con la evolución de los precios. Se observó una mejora mínima en los salarios de octubre medidos en términos reales. La nota completa la podés leer acá.
Medicamentos, ¿bien social o bien comercial? ¿Por qué suben tanto sus precios? Las respuestas, en este capítulo del podcast Otros ojos: Economía sin vendas.
Juan Manuel Telechea | Cenital