Emilio Ramírez toca el timbre, espera, vuelve a tocar, espera, golpea la puerta de chapa, espera, y recién entonces, resignado, se va. Así en tres viviendas diferentes hasta que, por fin, lo atienden. -No vive acá -le anuncia con parquedad una señora desde la puerta de la pensión sobre la calle Chiclana, en el barrio porteño de […]