Me voy a concentrar en explicar al lector como sufrieron cambios las relaciones individuales del trabajo, ósea, el vínculo “Trabajador – Empleador”, ese cara a cara que se vive a diario en las relaciones laborales. Como fue mutando el cambio en los perfiles de los trabajadores y de los gerentes y/o empleadores. La revolución 4.0 porta un estigma de una preocupación de los que hacemos por mas de 10 años la historia y la pelea de las relaciones individuales del trabajo: Como ser Feliz.
En este siglo, y luego de una crisis sanitaria sin precedentes, las empresas están comenzando a darse cuenta de que la motivación, la inversión en capital humano, la satisfacción o autorrealización de las personas que trabajan en un determinado proceso productivo, la construcción madura y planificada de un buen clima laboral, son criticas para optimizar el desarrollo productivo de los trabajadores y su trabajo.
Las nuevas generaciones ni se les cruza por la cabeza prestar servicios en ambientes que no contribuyan a su felicidad y desarrollo personal. Como también, las innumerables cantidades de horas siendo la calidad su conocimiento y expertice.
A diferencia de la generación de 50 años atrás, las personas consideraban que trabajarían de por vida en el mismo lugar. Existía una especie de sistema idealizado entre la persona y su trabajo, basado en un principio de pertenencia y el consecuente miedo a perderlo. En los últimos tiempos, esto cambio radicalmente, el sistema demanda mano de obra calificada donde la persona y su trabajo no se idealiza, sino que la persona es lo que produce en el menor tiempo posible. La calidad supera la cantidad.
Pensar en un trabajo que dure toda la vida no tiene ningún sentido. Lo que nos referimos como las TICs, las nuevas plataformas digitales, los cambios aparejados por la renovación generacional y el impacto de la tecnología y la automatización hacen que el modo en como la gente piensa por su trabajo modifique los estándares tradicionales de las relaciones “Trabajador – Empleador”.
Uno de los aspectos medulares de estos cambios tiene que ver con la motivación personal. Las personas ya comenzaron a buscar un sentido vital a su trabajo, una manera de ir mas allá de las fronteras de la empresa y tener un impacto social y mundial. En muchos casos, en la actualidad, muchas personas rechazan puestos de trabajo si la empresa que los contrataría no tiene los valores alineados a su persona. Y esto tiene mucho sentido en la inversión del capital humano y en el pensar de una sociedad que piensa en el futuro del trabajo. Hoy, la autonomía y la autodirección son motivadores a la hora de buscar un empleo. El aprendizaje se refiere a incorporar de manera permanente nuevas habilidades y mejores competencias en el mercado de e trabajo.
Los negocios que hoy solo enfocan en la rentabilidad y no comparten Esta con valores terminan brindando un pobre servicio a los clientes, con dependientes insatisfechos. Asevero que, cuando una empresas o negocio solo piensa en la rentabilidad, irán desapareciendo del mercado.
La autonomía de los trabajadores mas calificados empieza a experimenta el poder del conocimiento y ese poder te lleva a elegir, DONDE trabajar y COMO. Acá es la clave de donde las relaciones individuales cambian para mejor. Estamos en un momento donde no s el Empleador quien decida como y donde trabajar, no mas, sino que será el fruto de un acuerdo individual mutuo, toda vez que la necesidad del mercado se imponga y no será más “dar empleo” hacerle un favor al trabajador.
Este acuerdo mutuo es el deseo donde ambas partes (trabajador y empleador) acrediten abiertamente sus expectativas y deseos de darle comienzo, desarrollo y finalización de un vínculo que dependerá mas de las personas por encima de un mero puesto de trabajo.
El futuro del trabajo no ve al trabajador como un engranaje, al empleador como un garca o negrero y al trabajo como algo monótono penoso y aburrido.
El trabajo es una experiencia diseñada por dos actores que se alimentan entre si para un propósito en común: el desarrollo productivo y el crecimiento personal.
La revolución tecnológica o la revolución laboral requiere de estas nuevas modalidades laborales y de trabajadores capacitados y calificados.
Vivimos en un nuevo mundo. La educación, la creatividad, la innovación tecnológica, la ciencia y el capital humano se desarrollan a una velocidad nunca vista. En un futuro cercano estos procesos van separan a los países que abdiquen del conocimiento y de las nuevas tecnologías de los que inviertan en ellas.
Por Juan Pablo Chiesa – abogado Especialista en Derecho del Trabajo y Magister en Empleo, consultor de la OIT y con 15 años en el campo del mercado del trabajo.