La muestra alternativa proyectará películas (varias inéditas hasta ahora en el país) de Celina Murga, Martín Rejtman, Mariano Llinás, Raúl Perrone, Hernán Rosselli, Rodrigo Moreno, Maximiliano Schonfeld y César González, entre muchos otros referentes del cine argentino contemporáneo.
Si en el lenguaje cinematográfico el concepto de “campo” designa el espacio donde se disponen todos los objetos visibles dentro de los márgenes de la pantalla, el de “contracampo” es un punto de vista opuesto al anterior, aquel que hace visible lo que estaba oculto. Esa noción fue la que llevó al cineasta argentino Nicolás Sarquís a crear, en el marco del Festival de Mar del Plata, la legendaria sección paralela titulada “Contracampo”, que entre 1996 y 1998 (cuando fue discontinuada por una nueva conducción del festival) introdujo por primera vez al público local películas del iraní Abbas Kiarostami, el ruso Alexandr Sokurov y el lituano Sharunas Bartas, entre muchos otros cineastas de primer nivel que hasta entonces no tenían la visibilidad que merecían y que luego finalmente tuvieron.
Ese mismo concepto y ese mismo título son los que están en el origen de la muestra alternativa Contracampo, que se llevará a cabo del viernes 22 al martes 26 de noviembre en la sala marplatense Enrique Carreras (la misma donde se hacía el “Contracampo” de Sarquís), organizada por un numeroso colectivo del cine argentino en protesta contra la gestión actual del Instituto Nacional de Artes Audiovisuales (Incaa), responsable del Festival oficial de Mar del Plata, que se realizará para las mismas fechas.
“La gestión actual del Incaa y su nueva ‘doctrina’ (denominada así según sus comunicados oficiales), no contempla dentro de su esquema de posibilidades y plan de fomento la realización de ninguna obra cuya calidad no esté basada en su capacidad de competir en el mercado”, se lee en la página web de la nueva Contracampo. “Creemos que la formación de espectadores y el cultivo del deseo de las audiencias por ver Cine Nacional deberían ser una política de Estado y no sólo responsabilidad del sector audiovisual. Hoy el Festival de Mar del Plata, histórica ventana fundamental del Incaa para la divulgación de la heterogeneidad del cine argentino, corre riesgo de caer bajo esta misma lógica mercantilista”.
Y continúa el editorial de la muestra: “Frente a este repliegue conservador que esconde un desprecio y un desconocimiento de la historia del cine, este nuevo Contracampo se concibe como una acción en defensa del cine argentino, que se realizará en paralelo al Festival de Cine de Mar del Plata para asegurar un espacio donde el cine y la comunidad cinematográfica argentina puedan manifestarse en libertad. Contracampo nace ante el descontento de parte de la comunidad cinematográfica frente a este desguace programado, y busca destacar la importancia de tener un festival que pueda conservar su autonomía y un Instituto de Cine que no coarte la diversidad de miradas y de esquemas de producción que tanto enriquece la cinematografía nacional. Contracampo es una acción política que busca abrir una plataforma de discusión frente a la amenaza que pesa sobre la libertad de expresión, la radicalidad estética, el federalismo cinematográfico y la autonomía del Festival”.
A menos de una semana de su inicio, Contracampo ya tiene asegurada la proyección de 37 films nacionales (pueden llegar a ser más) que en cantidad superan a las películas argentinas que participan de las distintas competencias del festival oficial, rechazado por la mayoría de las asociaciones de profesionales de la industria, empezando por Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), que no distinguirá este año al mejor director de una película argentina, como tradicionalmente lo hacía. Una medida equivalente de retiro de colaboración también fue asumida por los editores, los sonidistas, los directores de fotografía y los directores de arte nucleados en las entidades de cada sector que conforman la Federación de Asociaciones de Profesionales de la Industria Audiovisual Argentina por “falta de garantías necesarias para que los jurados de nuestras asociaciones puedan desempeñar su labor de manera respetuosa”.
La muestra alternativa Contracampo proyectará películas (varias inéditas hasta ahora en el país) de Celina Murga, Martín Rejtman, Mariano Llinás, Raúl Perrone, Hernán Rosselli, Rodrigo Moreno, Maximiliano Schonfeld y César González, entre muchos otros referentes del cine argentino contemporáneo. Los entradas costarán 2.500 pesos (contra los 3.000 y 4.000 del festival oficial) y se adquirirán directamente en la boletería de la Sala Enrique Carreras desde las 10 de la mañana para las proyecciones de ese mismo día (no habrá venta anticipada para las jornadas siguientes). A su vez, Contracampo contará con una sección de clásicos, con proyecciones en fílmico a cargo de Fernando Martín Peña y su Filmoteca en vivo y el Cineclub Dynamo, de Carlos Müller. También hay –en el canal de Youtube de Contracampo– spots de difusión, realizados especialmente para la muestra por María Alché, Benjamín Naishtat, Dolores Fonzi, Santiago Mitre y Enrique Bellande, entre otros.
“El objetivo de Contracampo –dicen sus organizadores- no es ocupar el lugar del Festival de Mar del Plata. Una muestra independiente de cine argentino, que se realiza gracias al trabajo de directores, productores, críticos y trabajadores del cine, no puede siquiera acercarse a una estructura que sólo el Estado podría y debería brindarle al único festival clase A de Latinoamérica. Contracampo es una acción política concreta que responde a un estado de la cuestión específico, a una situación de emergencia y a un contexto hostil para el cine argentino. Su realización depende de eso”.
Y concluyen: “Frente a la erradicación del debate como herramienta de pensamiento en la agenda pública y tras años de crisis en el sector, Contracampo organizará encuentros de discusión con ejes propositivos y preguntas para el futuro del cine argentino: ¿qué cine, qué Incaa y qué festival deseamos para el país? ¿De qué manera podría y debería cultivarse la educación cinematográfica, la preservación, el fomento, la difusión y la exhibición, tanto comercial como alternativa? Contracampo no pretende ser una retaguardia de resistencia, sino una plataforma para desear e imaginar un nuevo futuro para el cine argentino”.
Página/12