El evento comenzará el 10 de noviembre en Brasil. 2024 fue el año más caluroso desde que hay registros.
Brasil se prepara para recibir a la trigésima cumbre sobre cambio climático impulsada por la ONU. Más conocida como COP30, la Conferencia reunirá a más de 190 países, que tendrán representación a través de presidentes, funcionarios, científicos, empresas, activistas y organizaciones no gubernamentales. Allí, en el corazón de la Amazonia, la meta ambiental será limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados a través de la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI). Sin embargo, la pulseada entre los países y las empresas más responsables del calentamiento global contra las naciones más pobres, que sufren las consecuencias, es cada vez más desigual. Aunque la COP30 será del 10 al 21 de noviembre, entre el 6 y el 7 se realizará una reunión previa entre jefes de Estado y líderes mundiales.
Mientras que Estados Unidos no mandará representantes de alto rango, China enviará al viceprimer ministro. Por el lado europeo, sí estarán presentes los líderes de Francia, Reino Unido y Alemania, entre otros. Si bien no se espera por la llegada de Javier Milei, la participación oficial de Argentina como país a lo largo de toda la COP30 es una incógnita. En este sentido, el antecedente más cercano es la Conferencia de 2024 realizada en Azerbaiyán, donde la delegación nacional no tuvo funcionarios de primer nivel y se retiró al segundo día de reunión.
El planeta no espera
A la par que las naciones debaten acuerdos y legislaciones de corto y largo plazo en la ciudad amazónica, algunas cifras dan cuenta de los efectos del cambio climático. Según un informe publicado en la revista BioScience, 2024 fue el año más caluroso desde que hay registros, y el aumento de los niveles de gases de efecto invernadero sigue siendo el principal factor que impulsa esta escalada. A pesar que el uso de energía eólica y solar aumentó más de 15 por ciento en 2024, el consumo de carbón, petróleo y gas alcanzó máximos históricos.
“Nos precipitamos hacia el caos climático. Los indicadores vitales del planeta están en alerta máxima. Las consecuencias de las alteraciones climáticas provocadas por el ser humano ya no son amenazas futuras, sino una realidad presente. Esta emergencia, que se desarrolla rápidamente, se debe a la falta de previsión, la inacción política, los sistemas económicos insostenibles y la desinformación”, resaltaron los especialistas en el documento.
Por ejemplo, mientras que el Caribe es responsable del 0,1 por ciento de las emisiones de GEI, sus países padecen la escasez del agua y los impactos del huracán Melissa, que dejaron al menos 50 muertes, miles de personas sin suministro eléctrico y pérdidas millonarias. En este aspecto, uno de los temas centrales de la COP30 pasa por la adaptación al clima y la necesidad de financiar a las naciones más pobres.
Las potencias ponen las reglas
Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente advirtió que “los países en desarrollo requerirán al menos 310 mil millones de dólares anuales a partir de 2035” para financiar la adaptación al cambio climático. No obstante, el flujo de financiamiento actual es diez veces menor al estimado en los próximos años y oscila en 26 mil millones. Además, el estudio hace hincapié en el sector privado, que también es causante del cambio climático, y que sus inversiones para mitigación alcanzan solo el 10 por ciento del dinero aproximado.
Sin embargo, las discusiones en los estratos más altos todavía están lejos de las evidencias científicas y las necesidades de las regiones que más sufren las consecuencias de los fenómenos meteorológicos extremos, como las sequías y las inundaciones. A modo de muestra, en la última convención climática realizada en Azerbaiyán hubo más de 1700 lobbistas a favor de los combustibles fósiles.
Si se incluía a la delegación de lobistas en un ranking con el número de representantes, se ubicaban en el cuarto lugar detrás del anfitrión, Brasil y Turquía. Tanto poder tuvo la industria petrolera con Chevron, Shell o ExxonMobil, que ni siquiera China, Estados Unidos, Rusia o India alcanzaron ese número. Como si fuera poco, aquella reunión contó con la representación de sectores agrícola-ganaderos, turísticos, financieros, alimenticios y automotrices.
No solo los países ricos no quieren aportar el dinero necesario para que los que están “en desarrollo” puedan adaptarse, sino que las soluciones que plantean son a su medida y muchas veces representan los intereses de sus empresas públicas y privadas.
¿Qué pasa con Argentina?
La presencia del presidente en la cumbre de líderes que se realizará entre el 6 y el 7 de noviembre no está confirmada. Hasta el momento, se sabe que Milei estará en Estados Unidos durante la primera jornada del encuentro. Lo que sí es una incógnita es la participación del gobierno nacional a lo largo de toda la Conferencia, que se extenderá del 10 al 21 de este mes.
En la primera COP durante la presidencia libertaria, el Ejecutivo mandó a una delegación mínima y no contó con funcionarios de alto rango. Incluso, los representantes argentinos se retiraron de la Conferencia al segundo día de reuniones. En aquel momento, la decisión coincidió con la salida de cancillería de Diana Mondino tras votar a favor del fin del bloqueo a Cuba.
Ahora, los nuevos cambios en el gabinete incluyen la llegada del tercer canciller en menos de dos años de gestión y abren una posibilidad. Por lo pronto, la Subsecretaría de Ambiente actualizó las metas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hacia 2035. Sin embargo, especialistas del sector pusieron en duda la metodología que utilizó el gobierno para modificar las expectativas de reducción.
Ante las dudas que despierta el Ejecutivo nacional, las provincias toman diferentes caminos. Mientras que Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Misiones y Santa Fe crearon la Alianza Verde Argentina para ir juntos a la COP30, la provincia de Buenos Aires impulsa un Frente Ambiental Latinoamericano de cara a la próxima Conferencia.
Agencia UNQ

