EL 2,2% DE INFLACIÓN DESPEJÓ UNA SEMANA EMPASTADA POR EL DÓLAR Y LA DISCIPLINA LIBERTARIA

En la Argentina, devaluar es mover el tipo de cambio que está expresado en la Comunicación BCRA A3500. El Gobierno lo tocó el 12 de diciembre de 2023 y prometió que no volverá a hacerlo. Sin embargo, hay otras palancas que generan un efecto parecido. Ajustar reintegros o disminuir aranceles es una forma de alterar el tipo de cambio efectivo para exportadores e importadores. Y de hecho es lo que hizo el Gobierno al reducir temporalmente las retenciones al agro (ni hablar del mantenimiento del dólar blend, que les reconoce un porcentaje del dólar CCL).

Mantener la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace puede ser un tema cuando se maneja en zigzag. Es loable defender la transparencia, pero difícil de entender que el Estado denuncie falta de transparencia en una licitación que hizo el propio sector público, como sucedió esta semana con la Hidrovía. La denuncia no la hizo un participante, sino el Poder Ejecutivo. Voceros cercanos a la Casa Rosada usan esta pulseada como ariete contra Mauricio Macri, pero no formalmente ni dando argumentos. Solo sobreentendidos.

Y esta semana el oficialismo tendrá que demostrar que el logro de darle media sanción en Diputados a la ley de Ficha Limpia no es solo declamativo. El proyecto estará en la mesa de negociaciones del Senado, junto con el pliego de Ariel Lijo para la Corte.

Febrero se tiñó de política, y la macro aparece en recuperación, pero con el debate del atraso cambiario invadiendo todos los terrenos. La guerra comercial de Trump también le restó aire a los mercados y las tomas de ganancia cortaron la ilusión de un riesgo país siempre descendente. Si no fuera por el tranquilizador 2,2% de inflación, los demás temas de la semana quedaron un tanto empastados.

Veamos las luces del semáforo:

 El 2,2% de inflación de enero no tiene tanto valor por el número en sí, como por la tendencia que marca. Como hemos mencionado en otras ocasiones, hablamos de un objetivo que es considerado por el Gobierno como la llave de su triunfo electoral en octubre.

Después de haber reducido en febrero la tasa de devaluación del peso de 2% a 1%, es esperable que el precio de los bienes (que en el primer mes del año creció 1,5%) se aplane todavía más. Las tarifas de luz y gas van a tener incrementos procastinados. Significa que la velocidad a la que los usuarios van a pagar el costo pleno de la energía será más lenta, para que su impacto en el IPC no rompa la curva bajista. Hay conversaciones para conseguir objetivos similares con la medicina prepaga y hubo una medida que ayudará a contener incrementos en la educación privada (un rubro que se hace sentir en febrero y marzo). Los colegios quedarán exentos del pago de aportes patronales, una medida que gozaban ya desde 2024 y que será prorrogada un año más. Y un dato no menos es que el turismo (que pegó fuerte en enero) empieza a suavizar su impacto en el índice. Recordatorio: Carnaval cae en marzo.

Por eso los pronósticos auguran que este mes los precios se acerquen más a 2% o incluso que perforen ese piso psicológico. Para la Argentina, que la inflación comience con 1% será todo en triunfo (que Milei sin duda capitalizará). La única luz verde es que en la primera semana hubo aumentos en el rubro alimentos, impulsados en parte por la carne.

Más allá de que enero volvió a registrar superávit fiscal primario y financiero (los datos oficiales se conocerán esta semana), hay una base de gasto público grueso que ya no seguirá recortándose. La motosierra 2.0 hará más hincapié en el achicamiento de la estructura del Estado (como sucedió con la disolución de la Secretaría de Vivienda y de programas como Procrear y el clásico Fonavi). Si hay que podar fuerte, el rubro siguen siendo los subsidios. Pero este año, como se mencionó, la inflación manda.

Si hay un caso que dará que hablar es el de Aerolíneas Argentinas, que de ser objetivo privatizador entregó en 2024 su primer superávit operativo en 16 años (ganó u$s 20 millones). La puesta en marcha de otras concesiones, sin mencionar el traspié de la Hidrovía, también representan una expectativa para sectores que en los pasados 12 meses no tuvieron espacio para recuperarse. Hablamos de las empresas del rubro de la construcción y la obra civil, que tendrán la posibilidad de competir por rutas que hasta ahora administraba el Estado con su compañía Concesiones Viales.

La decisión de Donald Trump de fijar aranceles de 25% a la importación de acero y aluminio es una demostración de que en la política global, la amistad es una moneda que no sirve para cancelar cualquier trato. Aunque el presidente estadounidense reitere elogios sobre la figura de Javier Milei, negocios son negocios.

“Tenemos un poco de déficit con la Argentina”, resaltó el jefe de la Casa Blanca, al dejar a la vista que no habrá mucho espacio para negociar excepciones. Estados Unidos tiene frentes más complejos para ocuparse, después de lanzar una suerte de guerra comercial con sus vecinos, la Unión Europea y China.

El mandatario firmó el jueves un memorándum extra que impone aranceles recíprocos, una decisión que implica espejar ese pago a todas las naciones que le fijan un cobro similar a las ventas de EE.UU.

En 2024, la balanza bilateral dejó un superávit de u$s 229 millones a favor de la Argentina. No es una cifra que mueva demasiado la aguja en la economía estadounidense. Para algunos analistas, incluso debería ser un elemento a poner sobre la mesa a la hora de negociar con EE.UU., país que ya había habilitado cupos para exportar en el pasado. En su primera gestión, Trump había puesto aranceles de 25% al acero y de 10% al aluminio y el gobierno de Mauricio Macri alcanzó a negociar exenciones en volúmenes. Pero no duraron mucho: en diciembre de 2019 Trump reestableció los derechos previos.

Aluar coloca casi 40% de su producción en ese país. Si se suma el acero, ambos sectores tienen 18.000 empleos directos y varios miles más en sus cadenas de valor. La única firma que puede tener un beneficio es Tenaris, que tiene una planta en Texas que fabrica tubos sin costura para la industria petrolera.

La semana próxima Milei volverá a viajar a EE.UU. para participar de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), donde espera cruzarse nuevamente con Trump. Veremos si la charla puede ir por el carril de la amistad o de los negocios.

Los gestos de disciplinamiento que lleva adelante el Gobierno no parecen propios de un liberal como Milei. Es público el hecho de que el Presidente no valora la diversidad en ningún sentido. Pero el purismo revolucionario que traducen los despidos de Mariano de los Heros, exdirector de la ANSeS, y de Sonia Cavallo, hasta el lunes embajadora argentina en la OEA, resulta discordante con cualquier práctica sensata de la política, en donde las opiniones diferenciadas pueden enriquecer un marco de decisiones o sumarle consenso a los debates internos. De los Heros en teoría habló de más, pero sobre todo, habló sin aval presidencial (anticipó el deseo oficial de hacer una reforma previsional que se sostenga, entre otros puntos, con un aumento de la edad jubilatoria). Sonia Cavallo pagó por portación de apellido. El Presidente calificó de “impresentable” al exministro de Economía, restándole cualquier tipo de valor a los gestos que tuvo al inicio de su gestión. Cavallo no solo le ofreció su respaldo público: también le dio consejos y le ofreció a personas de su confianza para sumar al equipo económico (Joaquín Cottani fue el primer viceministro de Economía y el cordobés Osvaldo Giordano, hoy titular de la Fundación Mediterránea, estuvo algunos meses al frente de la ANSeS hasta que sufrió un despido iracundo en represalia por un voto negativo de su esposa, diputada de la Nación). Un dato disonante: el embajador argentino ante la ONU, Francisco Troprepi, fue secretario privado de Cavallo en el gobierno de la Alianza. Pero a diferencia de Sonia, su paso fue menos público y además está respaldado por el canciller Gerardo Werthein.

La verdad es que estos gestos no sorprenden y de hecho es muy probable que continúen. La nómina de desplazados es alta. No importa el curriculum no la cercanía. Si no mostró lealtad al 100%, es posible que le caiga encima la guillotina de Karina Milei, la Robespierre libertaria, como le sucedió la semana anterior a Ramiro Marra, amigo de Santiago Caputo y miembro fundador de LLA.

Hasta acá, se puede decir que este tipo de reacciones son limítrofes pero pueden ser entendidas en el marco de un estilo político duro e intransigente. Donde los libertarios pasaron la raya fue en la campaña de desprestigio al CEDES, un centro de estudios económicos respetado por toda la profesión. En redes sociales les adjudicaron motivaciones personales y económicas disparatadas (como impulsar una devaluación para que sus honorarios en dólares les permitieran financiar viajes en yate por el Mediterráneo). Seguramente sus integrantes no comulgan con muchas políticas de Milei, pero son académicos y docentes, no lobistas devaluatorios.

Durante el kirchnerismo, programas como “6, 7 y 8” eran cuestionados por alejarse del periodismo y entrar de lleno en la propaganda política. Replicar el modus operandi desde las redes sociales con otro signo político no lo hace más justificable.

El Cronista