El campo no logra mejorar la relación con el Gobierno. No porque sea especialmente mala, sino porque todavía hay cuestiones centrales que el agro entiende que se deberían modificar, pero que por el momento no parecieran tener una salida posible.
Los productores piden dos cosas. Por un lado, que se bajen o incluso se eliminen las retenciones que deben pagar a la hora de liquidar sus exportaciones. Por el otro, que el Gobierno disponga de un tipo de cambio diferencial en este sentido, ya que el “dólar blend” -un mix entre el oficial y el CCL- les resulta cada vez menos conveniente.
Hoy las exportaciones de granos no tienen gran movimiento y el campo espera justamente por mejores condiciones para agilizar las ventas, lo que genera un cortocircuito en el ingreso de dólares a las reservas del Banco Central.
Por si fuera poco, lo que se comienza a ver ahora es un proceso de baja del precio internacional de la soja, lo que hace todavía menos atractiva la venta. Ayer, por ejemplo, la tonelada de la oleaginosa cayó de los u$s 400 y alcanzó los u$s 381,03, todo a raíz de las previsiones climáticas en los EE.UU., lo que permite un mayor optimismo acerca de los rindes en el país norteamericano.
Este es el punto más bajo desde noviembre de 2020.
Esto, desde ya, tiene repercusión en el resto de derivados industriales clave para las exportaciones que también aportan un buen caudal de dólares. Es el caso, por ejemplo, de harinas, aceites y residuos.
Lo que no se espera por el momento es una reacción por parte del Gobierno en este sentido. Algunos se ilusionaron con que en la previa de la visita del presidente Javier Milei apareciera alguna medida “de las fuertes”, pero los productores se debieron dar por hechos con algunas medidas que, si bien son bienvenidas, no son todo lo positivas que el campo pretende.
Lo que quedará por ver ahora es cómo sigue la relación entre el Gobierno y el sector agropecuario, que hoy no es mala pero que a veces pareciera que se comienza a tensar.
El Cronista