Lejos de la lluvia de inversiones, Cambiemos produjo un verdadero industricidio, sobre todo en el sector pyme, con el cierre de más de 20 mil firmas. En cuatro años, 146 mil empleos industriales menos.
Las fábricas que cerraron y los empleos que se perdieron
La industria ha sido un sector periférico para las prioridades del gobierno de Cambiemos. Da cuenta de esto el informe “Evolución de los procedimientos preventivos, concurso de acreedores y quiebras”, que elabora el Centro de Economía Política de la Argentina (CEPA), que consignó que entre diciembre de 2015 y agosto de 2019 cerraron 22.411 pymes que empleaban a cien o menos trabajadores.
Una actualización de ese trabajo a la que accedió Tiempo señala que entre enero y septiembre de este año presentaron la quiebra 1045 empresas, 81 más que en el mismo tramo de 2018, 272 más que en 2017 y 362 más que en 2016. En los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri, siempre tomando como referencia los primeros nueve meses de cada ciclo, presentaron la quiebra 3465 pequeñas y medianas compañías. De ellas, 633 eran industrias.
En ese marco, el informe que se publicará en los próximos días indica que 147.430 trabajadores registrados perdieron su empleo y su salario. Además de salir del mercado formal de trabajo, experimentaron el empeoramiento de su poder de compra en el mercado doméstico. Cada trabajador despedido fue un aporte a la caída constante de las ventas a nivel local, que es lo que en definitiva arrastró a la inmensa mayoría de las pymes a las quiebras y los cierres.
Las pymes fueron la parte más delgada del hilo, pero sobre el tramo final del gobierno de Macri la crisis empezó a afectar seriamente los negocios de las grandes industrias y de las marcas renombradas de rubros importantes, como el automotriz, el de la alimentación y el del cemento.
Los números del CEPA sintonizan con la estadística oficial. La última versión del Indice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) que elabora el Indec da cuenta de la actividad de agosto de 2019 y arroja una caída del 2,8% respecto de julio; del 6,4% respecto de agosto de 2018; y del 8,1% en el acumulado enero-agosto en relación al mismo tramo del ciclo anterior.
La medición de agosto fue la decimosexta consecutiva en terreno negativo. En la lectura por sectores, el informe oficial informó que el rubro “Automotor y otros equipos de transporte” cayó 26,4%, mientras que “Otros equipos, aparatos e instrumentos” lo hizo otro 17 por ciento. También resultaron fuertemente negativos “Muebles y otras industrias manufactureras”, que se desplomó 15,3%; “Productos de metal, maquinaria y equipos”, que retrocedió 14,1%; y “Textiles, prendas de vestir, cuero y calzado”, con una caída del 12,3 por ciento.
Una de las fotografías más claras del momento de la industria es la que muestra el informe de Uso de la Capacidad Instalada Industrial (UCII), que también elabora el Indec. Según ese informe, la industria trabajó en agosto al 60,5% de su capacidad total. Ese porcentaje es un promedio, señal de que hay sectores que incluso están operando por debajo de la media como Textiles, que promedió el 58,8%; Edición e impresión, con una UCII del 57,9%; Sustancias y productos químicos, 51,6%; Caucho y plástico, 50,2%; Metalmecánica 47,5%; e Industria Automotriz, en el fondo de la lista con un escaso 43,5 por ciento.
Números en rojo arrastrados por la baja del consumo
El resultado de las elecciones abrió un portal de esperanza para muchos sectores de la industria, que leen en la salida de Cambiemos la oportunidad de volver a las políticas de incentivo al sector, con otro perfil de comercio exterior, con mejores condiciones de financiamiento, a la par de un enfoque dinámico del mercado interno que reavive las ventas y empiece a mover las ruedas del consumo. Pero hasta las miradas más optimistas saben que en el mejor de los casos los primeros indicios de recuperación tardarán unos cuantos meses. En pocas palabras, todo indica que, como el resto de la economía, la industria seguirá penando.
De hecho, lejos de haber un cambio de tendencia, las mediciones privadas de la actividad industrial anticipan que el rumbo descendente siguió en septiembre. La Fundación FIEL midió una caída del 0,4% en el noveno mes interanual y del 1,1% en el tercer trimestre. Para esa entidad, la caída acumulada en los primeros nueve meses fue del 5,8 por ciento. En tanto, la consultora Orlando Ferreres & Asociados (OJF) también midió un retroceso acumulado, en este caso del 4,4%, con una leve mejora del 0,7% en septiembre. En cualquier caso, para los dos enfoques fueron más los rubros que cayeron que los que terminaron con números positivos.
Según lo que midió OJF de los 13 sectores relevados, nueve terminaron en caída: Maquinaria y equipos (-11,3%); Bebidas (-9,2%); Metálicas básicas (-8,8%); Productos farmacéuticos (-8,4%); Minerales no metálicos (-6,5%); Papel (-4,4%); Plásticos (-2,9%); Textil (-1,9%); y Tabaco (-1,9%). Solamente crecieron Alimentos (18%); Refinerías (13,2%); y Química (0,7 por ciento).
Para Fererres & Asociados, la leve mejora percibida en septiembre “no significa un comienzo de recuperación, ni un cambio de tendencia, sino que es el resultado de compararse con uno de los peores meses del año pasado”. El 0,7% positivo “es el reflejo de las dificultades que tiene la industria manufacturera para reactivarse en un contexto de aceleración inflacionaria, caída del consumo e inestabilidad cambiaria”. En esa línea, la fuente adelanta que para los meses que restan “no prevemos cambios en la dinámica de esta rama de la actividad, por lo que seguiremos observando bajos niveles de producción”.
A la par, la Fundación FIEL observó caídas en diez de los 12 sectores que mide. Sólo subieron Alimentos y bebidas (1,1%) y Petróleo procesado (0,7%), pero cayeron Automotores (-36,3%); Insumos Químicos y Plásticos (-8,1%); Siderurgia (-6,9%); Minerales no Metálicos (-5,9%); Papel y celulosa (-5,2%); Cigarrillos (-5,1%); Metalmecánica (-4,6%); e Insumos textiles (-1,1%). Esta mirada plantea que más que un derrumbe de la industria en septiembre, se vio un retroceso de la recuperación que se había insinuado en mediciones previas. El informe destaca que la contracción “es liderada por la producción de bienes de consumo durable, con una caída interanual acumulada de 15,6%, seguida de la producción de bienes de capital que muestra una caída de 14,7% sobre la misma base de comparación”. En sintonía, los bienes de uso intermedio sumaron un retroceso de 4,8% y los bienes de consumo no durable avanzaron 0,3% en el acumulado de los nueve meses iniciales del año.
Estos datos importan porque dan cuenta de la pauperización del poder adquisitivo y de las limitaciones del crédito para consumo, dos factores que afectaron a la producción nacional y que explican buena parte de la crisis de las empresas.
La balanza comercial, otro lastre para la industria
Aunque una de las vedettes del discurso económico del macrismo fue la promesa de establecer condiciones favorables para exportar, especialmente en industrias como la alimenticia, en realidad las ventas de manufacturas argentinas al exterior nunca se acercaron a ese ideal y hoy por hoy caen a tasas que rondan las dos cifras. El último informe del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (UIA), referido a agosto de 2019, indicó una caída del 8% interanual.
Ese dato de la coyuntura se inscribe en la tendencia negativa de los últimos años. Entre 2012 y 2015, las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) fueron de U$S 24.196 millones, mientras en el tramo 2015-2018 sumaron U$S 19.333, nada menos que 4863 millones de dólares de pérdida.
Claro que el retroceso de las exportaciones industriales se explica en el contexto de una caída generalizada del 15,5% de las ventas al exterior durante la era Macri, pero no hay dudas de que los envíos de producción industrial argentina a los mercados del mundo fueron los más afectados de la ecuación del comercio exterior.
El último informe de la UIA agrega que en agosto las exportaciones de MOI cayeron un 8% debido a las menores cantidades exportadas. Detalla que las mayores caídas se observaron en los rubros Materias plásticas (-37%); Metales comunes (-24,1%); Material de transporte terrestre (-21%); y Papel, cartón, imprenta y publicaciones (-17,8 por ciento).
En paralelo, las importaciones experimentan fuertes caídas que también están atadas al devenir de la industria argentina, que para producir demanda, por ejemplo, bienes de capital que llegan desde el resto del mundo.
En los primeros años del gobierno macrista se apreció una apertura de las fronteras a productos de consumo masivo que fueron letales para varias industrias locales, como la textil y la del calzado, y también para la electrónica. Pero el estancamiento de la economía afectó también las ventas de importados y, fundamentalmente, frenó la demanda de máquinas y herramientas importadas para producir. El informe de agosto de la Unión Industrial especifica que la importación de bienes de capital se contrajo un 32%, junto con la de sus piezas y accesorios (-15,4%) y bienes intermedios (-22,1 por ciento).
Menos empleadores y menos trabajadores registrados
Tamaño cuadro tiene entre sus aristas más dramáticas a la situación del empleo registrado. En el inicio de este informe se detalló la información del CEPA sobre datos de la industria pyme. Los números que difundió, por su parte, la UIA en su último informe corresponden al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) y plantean una caída menor del empleo industrial, que se contrajo 4,7% en julio (último dato disponible), lo que equivale a 54.465 puestos menos. Los industriales analizan ese dato como una “suavización” de la caída. Sin embargo, advierten que en la próxima medición se van a sentir los efectos de la crisis cambiaria que siguió a las elecciones primarias del 11 de agosto.
Si todo se da como está previsto, lo que venga a partir de entonces estará en plena sintonía con el cuadro que atraviesa el empleo de la industria desde fines de 2015, atado a las expectativas negativas del empresariado que respondió a la última Encuesta de Indicadores Laborales del Ministerio de Producción y Trabajo.
El informe de la UIA señala que, con los datos de julio, la industria “acumula una pérdida de 144.675 puestos respecto de igual mes de 2015 (-11,5%)”, y explica que si bien el empleo registrado total aumentó un 1,4% con respecto a julio de 2015, “esto se debe a la suba en monotributo (+9,7%) y en asalariados públicos (+4,1 por ciento)”.
La central industrial agrega que la caída de la actividad y el empleo “también se refleja en la menor cantidad de empleadores”. Las empresas declarantes cayeron el 2,4% interanual, y la caída es más pronunciada en la industria, donde el registro cayó un 3,2% interanual, lo que equivale a 1722 empresas menos.
Altas tasas de interés y ninguna lluvia de inversiones
La tensa relación entre el gobierno de Macri y los empresarios industriales no decayó ni siquiera con la suma de Dante Sica al Gabinete nacional, hace ya dos años. El exconsultor supo construir con la dirigencia fabril una estrecha relación que incluso tenía un pasado político, porque Sica integró las filas del gobierno de Eduardo Duhalde tras la salida de la Alianza. Su pasado como funcionario cercano y como consultor de élites constituía un capital simbólico que no bastó para contrarrestar los efectos negativos de la política concreta que el gobierno nacional dispuso para el sector secundario de la economía.
Uno de los costados más cuestionados por los industriales fue el alto nivel de la tasa de interés, que previsiblemente desalentó las inversiones en la economía real y contribuyó sin atenuantes al estancamiento de los sectores productivos y la rueda del empleo y el consumo.
El CEU UIA apuntó en su último informe que “las elevadas tasas de interés siguen complicando el acceso al crédito productivo. Las tasas de interés de los Adelantos en Cuenta Corriente al Sector Privado No Financiero alcanzaron el mayor nivel del año en septiembre, al alcanzar 85,5% en promedio. Esto implica una suba interanual de 1776 puntos básicos, y 825 puntos básicos respecto a agosto”.
La consecuencia puntual fue una caída del 27,5% interanual de los préstamos al sector privado no financiero en agosto.
La mirada del empresariado fabril destacó que “la estabilidad cambiaria es una precondición para la reactivación económica. La estabilidad registrada luego de la implementación de controles cambiarios, si bien no ha llevado a una baja considerable de los niveles de tasas de interés de la economía, ha facilitado un recorte continuo de la tasa de referencia de las Leliq desde septiembre”, algo que en caso de consolidarse “permitiría facilitar el acceso al crédito productivo, sobre todo para las empresas más pequeñas que dependen de los adelantos en Cuenta Corriente para financiar principalmente el capital de trabajo”.
En la edición anterior de su informe sobre quiebras, que cuantificaba datos hasta mayo de 2019, el CEPA destacó al aumento del costo de financiamiento como uno de los cuatro ejes que explican el cierre masivo de empresas.
Según la relación que hace el informe privado, “la reducción en la cantidad de empresas de menos de cien trabajadores se produce a la par del aumento de la tasa de interés de referencia, particularmente desde abril de 2018 en adelante. Si en diciembre de 2015, la cantidad de empresas era de 559.318, en abril de 2019 se habían reducido a sólo 540.465. A la vez, la tasa de referencia pasó de 36,5% en diciembre de 2015 a 68,32% en promedio en abril de 2019”.
Automotrices, textiles y electrónicas, casos testigo
La industria automotriz, la textil y la electrónica con base en Tierra del Fuego se presentan como casos testigos del perfil de la política industrial durante el macrismo.
La fabricación de vehículos fue una de las que más atención recibió por parte del gobierno, que encaminó junto con las empresas y los gremios un proyecto de un modelo de construcción de utilitarios para exportación y de importación de vehículos chicos y medianos sobre la base de reformas laborales y tributarias.
Macri y su equipo lanzaron el rimbombante Plan 1 Millón, en alusión al objetivo de producción que se proponía el proyecto, pero tres años después el panorama de la industria automotriz se parece más a un escenario de posguerra que al futuro de opulencia que prometía el optimismo cambiemita de 2016.
En la planificación del programa estaba previsto terminar 2019 con una producción de 750 mil unidades, pero hoy el sector apenas se resigna a un techo de 300 mil unidades que implica un 35% menos que en 2018. El último nivel similar fue 2005, año en el que las fábricas despacharon cerca de 320 mil unidades.
Pasaron cosas, como en la industria textil. Dos semanas atrás, en el foro Pro Textil, que organiza la Fundación Protejer, los empresarios del sector informaron que en los últimos cuatro años perdieron un 30% del nivel de actividad y unos 50 mil puestos de trabajo formales e informales, en el marco de una crisis que encuentra a los textiles operando al 50% de su capacidad instalada.
“Todas las ramas de la actividad terminarán 2019 en niveles sensiblemente inferiores a los de 2015”, dijo a la concurrencia el presidente de la entidad, Yeal Kim, que habló de un total de 4229 empresas textiles cerradas durante el macrismo. Sólo en el primer semestre cerraron trescientas.
Otro sector que trabaja al 50% de su capacidad es el de la electrónica fueguina, en una provincia todavía protegida por un régimen de promoción industrial, pese a haber sufrido la beligerancia discursiva del gobierno de Cambiemos y el rigor concreto de las importaciones de productos clave, como las tablets y los teléfonos celulares, entre otros. En un comunicado reciente, la Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónica (AFARTE) reconoció que la producción de celulares cayó el 23% en el primer semestre del año, mientras que la de televisores se desplomó un 71%, a la par de la de aires acondicionados, que retrocedió un 37 por ciento.
En síntesis, cuatro años de Macri dejan un panorama sombrío para la industria, que es urgente revertir, pensando en un nuevo modelo de país basado en el desarrollo. «
(de Tiempo Argentino)