EL HETERODOXO Y SU PRIMERA VUELTA AL SOL

Javier Milei, que cumple hoy su primer año de gestión, gusta de definirse como una novedad absoluta en relación al sistema político que lo precedió y, al igual que Steve Bannon, se atrevió a citar en espejo a Lenin –principal exponente del vanguardismo marxista– para afirmar el carácter revolucionario del movimiento que encabeza. Detrás de la superficie refundacional, el trayecto del Gobierno aparece mucho más ambiguo, con dosis similares de integración y defenestración de las prácticas que se hicieron sabiduría convencional en la política argentina. La praxis oficial tributó a dos grandes definiciones. La primera, que ningún actor es tan fuerte como el sistema piensa. Un cálculo sobre el humor social que se hace eco de las diferencias con 2015, cuando los salarios eran altos, la pobreza relativamente baja y la cuenta que predominaba era la continuidad con cambios: en 2023, el ánimo electoral fue de volar todo por los aires. La segunda certeza libertaria se inspira directamente de la máxima vandorista: primero se golpea y luego se negocia.

En lo circunstancial, la salida de Florencia Misrahi de la ex AFIP sintetiza las tensiones invisibles que atraviesan la administración pública en tiempos de una fuerza con mucho más poder político que institucional. En un principio, su cercanía con la gestión saliente había despertado suspicacias en la Casa Rosada y, con el correr de los meses, ese señalamiento inicial fue reemplazado por otro aún más corrosivo: la supuesta afinidad de Misrahi con ciertos sectores vinculados al macrismo, lo que terminó por agudizar la resistencia interna a su figura. Las idas y vueltas sobre la reestructuración del organismo –que transformaron un anuncio de altísimo impacto en algo casi anecdótico en términos reales ante los ojos del poder central– y el recorte del sueldo del administrador federal se sumaron a –de acuerdo al comunicado oficial de la Oficina del Presidente de la República– la decisión “inconsulta” de modificar el régimen tributario de streamers e influencers que, de acuerdo al mismo, sería revertida “de manera inmediata” tras su salida. “Javier vio un tuit y pidió que la echen en el momento”, resumió un ministro ante #OffTheRecord.

En rigor, el ente recaudador no tiene facultades para crear impuestos y la medida impugnada no modificaba nada más que los códigos de actividad para crear uno específico para estas, relativamente nuevas, sin modificar las alícuotas ni la carga tributaria de quienes realicen estas funciones sin evadir y de conformidad con las normas vigentes. Es incorrecto difundir que la especificación en el nomenclador de actividades genera una obligación de pagar impuestos allí donde antes no existía. Apenas aclara y facilita la regulación con sus especificidades y modalidades propias de funcionamiento, y está en línea con la preocupación a nivel mundial por gravar adecuadamente al ecosistema digital, no con una mayor carga sino de forma similar al analógico. El comunicado de la Oficina del Presidente aparece en este sentido confuso y contemplativo con la evasión y elusión impositiva.

La sugerencia de que streamers, influencers y operadores digitales en general merecen regímenes más beneficiosos es contradictoria con la prédica presidencial que cuestiona incluso la idea misma de justicia social como una aberración por resultar “violatoria del principio de igualdad ante la ley”. Es imposible justificar que streamers e influencers deban tener un régimen tributario “simplificado”, como promete la comunicación presidencial, mientras otras actividades están sometidas al esquema ordinario. No hay ningún argumento aceptable para la cosmovisión liberal que permita defender que quien gana tres millones de pesos vendiendo arándanos esté sometido a mayores obligaciones impositivas que quien gana exactamente lo mismo promocionando productos en Instagram desde algún paisaje paradisíaco. Lo contrario supone convertir al streaming y la influencia digital en actividades promocionadas, objeto de iniciativas de política industrial, una vocación que además de intervencionista sería sumamente curiosa. Habrá que esperar para saber si Juan Pazo cumplirá con la singularísima manda presidencial.

Mientras tanto, en la meca de la prédica gubernamental, los Estados Unidos de Donald Trump –que, culturalmente, ya lo son aún sin haber asumido–, el asesinato del CEO de United Healthcare, Brian Thompson, causó una conmoción que excedió la obvia de un asesinato de una persona de condiciones materiales holgadas y relativamente reconocida en pleno centro de Manhattan. La mayor parte de las reacciones en redes sociales –no sólo en X, donde acecha la maldad– oscilaron entre los reproches amargos a la industria que integraba, el humor cínico con tintes celebratorios y la ovación abierta y el llamado a que otros, en la posición del infortunado Thompson, tuvieran miedo.

Una reacción tan potente como sorprendente, que reveló la profundidad del resentimiento con una industria que es vista, en muchas y distintas ocasiones, como hostil con sus usuarios –los ciudadanos estadounidenses– en cuestiones tan sensibles como las que marcan la frontera entre la vida plena, la supervivencia, y la muerte. La reacción masiva, la extensión de los cuestionamientos, el enojo con el que se expresaron y su transversalidad cultural y política entre los estadounidenses de a pie significó una luz de alerta para una élite empresarial eufórica desde el triunfo de Trump y que vio cómo sus activos crecieron durante la última década a un ritmo mucho mayor al de la riqueza o los ingresos de la población en general.

Debería funcionar como un ejemplo precautorio similar aquí en Argentina, inmersa en su propia euforia empresarial, que supone que cualquier costo social, siempre en cabeza de otros, es minimizable. Que internalizó la prédica presidencial que convierte en héroes a evasores y elusores fiscales y que parece haber perdido de vista la fragilidad de los consensos para el resentimiento que hoy, incluso con razón, se descargan en el Estado, sus trabajadores y en la clase política. Rápidamente –por cualquier motivo hoy imprevisible, de esos que sobran en el capitalismo disfuncional argentino– podrían verse convertidos de empresarios héroes a villanos que, con su conducta individualista, privan a la población de alguna necesidad de primer orden y son apuntados por el escarnio simbólico general en función de ello.

Last but not least, Juan Carlos Maqueda –cada vez más cerca de su jubilación– parece haberse despojado de cualquier diplomacia que pudiera silenciar sus preocupaciones. Lo que hasta hace poco eran comentarios reservados para un puñado de interlocutores de confianza, hoy se transforman en reflexiones públicas cargadas de inquietud por la salud de la institucionalidad en la Argentina. Aunque sus críticas no apuntan directamente al Gobierno, su tono y contenido no dejan de ser un mensaje inequívoco que podría ampliarse a su colega Ricardo Lorenzetti, a quien Maqueda señala como responsable de la causa sobre la Obra Social del Poder Judicial que lo incluyó a él y a su primer anillo.

En la Corte destacan que la inacción oficial sobre las 161 ternas enviadas por el Consejo de la Magistratura es tan elocuente como la parálisis política que impide avanzar en los nombramientos de los jueces de la Corte. En este contexto, la partida de Maqueda recuerda la maniobra inicial del Gobierno con la jubilación del juez anunciada por los medios. Con todo su personal ya redistribuido y su retiro sellado para el 29 de diciembre, Maqueda se prepara para asumir un nuevo rol: el del magistrado liberado, dispuesto a decir en público lo que durante años reservó para el ámbito privado. Su participación en la cena de la Asociación de Magistrados este jueves podría anticipar el tono de esa nueva etapa.

Las declaraciones de Maqueda parecen en respuesta a su jubilación, pero también a aquella conversación entre Horacio Rosatti y Santiago Caputo, en la que se recordó nuestra condición de república, los estados preconstitucionales y hasta a Robespierre. El Gobierno, entre el mesianismo y el pragmatismo, escribe su capítulo con espasmos que oscilan entre el ruido de los resultados y el eco de la incertidumbre. Lo que resta por ver es si logrará leer su propia obra antes de que el tiempo pase la página.

Paciencia con la recomendación de hoy:

Como saben, hace rato que nos diversificamos de los newsletters. Sin ir más lejos, para el aniversario de la asunción de Javier Milei preparamos un dossier en la web con notas de varias grandes firmas que se incorporaron en 2024 y esta noche tenemos una transmisión especial por C+ con un tremendo line-up. Es que en el año del “mayor ajuste de la historia”, Cenital realizó la mayor inversión en contenido desde su nacimiento. Y pudimos hacerlo porque contamos con el apoyo de muchos y de muchas. 

Iván Schargrodsky | Cenital