“No hay plata”. El latiguillo que el presidente Javier Milei usó en su discurso de asunción y que se convirtió en un mantra en los primeros dos meses de gobierno, se puede palpar en las calles.

“La primera semana de enero pensamos que iba a ser como revivir la pandemia. Después mejoró un poco, pero todo está muy por debajo de años pasados“, comentó el dueño de una confitería emblemática de la costa.

Con la temporada casi terminada tras el carnaval, el balance es poco alentador y las esperanzas están puestas en el fin de semana extra largo de Semana Santa. Tal vez esos esos seis días -para los que los operadores turísticos esperan un incremento del 20% en relación con el año pasado- ayuden a compensar un verano que muchos consideran que fue para el olvido.

“Tuvimos un 15% menos de unidades vendidas que el verano pasado, bastante en línea con lo que CAME midió de caída de la actividad en la costa. No hay plata y se nota. El ticket promedio medido en pesos constantes estuvo por debajo del de la temporada pasada”, se quejan en uno de los principales paradores de la ruta 2.

Y el panorama no es muy alentador en otras actividades. Una encuesta realizada por la consultora Vistage señala que el 43% de los empresarios argentinos considera que este año caerá su volumen de ventas.

Pero el principal problema que ven los número uno de las compañías es la incertidumbre económica que, en muchas ocasiones, paraliza proyectos de inversión. La vuelta a foja de cero del proyecto de ley ómnibus no contribuyó a despejar las dudas.

“Llega un punto en el que se empieza a analizar seriamente si el negocio sigue siendo viable en la Argentina. Entre la presión impositiva y que nadie sabe qué va a pasar mañana, se hace muy difícil”, comentan en una multinacional que tiene demorada una inversión millonaria por cuestiones regulatorias.

Desde hace tiempo, los empresarios reclaman cambios que ayuden a impulsar sus negocios.

El problema es que no todos quieren lo mismo.

El Cronista