| El juego de la silla libertaria |
| La construcción de La Libertad Avanza en Córdoba se volvió un encarnizado juego de la silla en el que siempre hay uno que queda parado cuando se detiene la música. Esta vez, el invitado sin silla es Rodrigo de Loredo. Mientras el radical proclama, sin sutilezas, que quiere suceder a Martín Llaryora —y pidiéndole a Luis Juez que “dé un paso al costado”—, Gabriel Bornoroni, el hombre del karinismo mediterráneo, prefirió frizarlo.El jefe libertario, empoderado por su victoria y la bendición directa del mileísmo, ya empezó a armar su mesa chica para 2027. Y, spoiler: no hay un plato reservado para el radical que dio todo por la Rosada pero no recibió lo que esperaba. En cambio, sí están todos los que subieron al escenario del búnker libertario esa noche. Si hay foto, hay poder; si no hay foto, no hay silla. Así de simple.Mientras, en el Congreso, Bornoroni suma radicales “arrepentidos” —Picat, Carrizo y compañía— y construye una tropa transversal para llegar a los 98 diputados que ansía. De Loredo mira desde afuera cómo el libertario del surtidor reparte cariño político y café con Luis Juez, el único taquillero al que acepta en su zoológico violeta.La postal es clara: Bornoroni quiere una mesa amplia, pero no tanto como para que entre quien ya juega su propio partido. Y De Loredo, que avisó que será candidato para El Panal sigue esperando invitación mientras los libertarios ajustan la coreografía. En Córdoba, la nueva regla parece ser una sola: el que se mueve, pierde… o al menos pierde la silla. El Cronista |
EL JUEGO DE LA SILLA LIBERTARIA
Notas similares

