Que la inflación hoy muestra niveles mucho más amigables que los que venía mostrando hasta hace algunos meses no hay dudas. No solo se estabilizó en un dígito sino que también muestra una tendencia a la baja, más allá de que ahora los pronósticos privados comienzan a ver como compleja la idea de que rompa el piso del 4%.
Pero en medio de esto, y más allá de este camino de mayor estabilidad que tomaron los precios, hay otras variables que deberían llamar fuerte la atención y que de alguna forma hoy quedan tapadas por la inflación, de donde el Gobierno elige agarrarse fuerte para mostrar el éxito de su gestión.
Al poder mostrar resultados positivos, hoy la inflación aparece como un telón que, cuando se corre, deja ver algunos aspectos que ya no están entre los números en azul.
Uno de ellos, sin dudas, es el movimiento que viene mostrando la actividad industrial. En su último informe, de junio, el Indec celebró la suba interanual de 2,3%y 1,3% intermensual. Pero evitó referirse a dos ejes preocupantes.
Por un lado, que el agro fue el verdadero impulsor de esta mejora. De hecho, si se excluye al agro se da una caída de 5,5% contra junio de 2023, y de 2,9% en el acumulado de este año. Nueve de los 15 sectores económicos relevados mostraron fuertes bajas.
Con la pobreza y la indigencia ocurre algo muy similar; aunque aquí no hay cifras positivas que puedan ponerse por delante de los números en rojo. Según la UCA, el índice de pobreza llegó al 54,9% en el primer trimestre del año, mientras que el de indigencia tocó el 20,3%.
Si se toman en cuenta los números de los principales conglomerados urbanos de todo el país, hay nada menos que 15 por encima de la marca promedio de pobreza, mientras que si se toma en cuenta la indigencia son ocho los conglomerados que superan la media.
La gran pregunta que surge entonces es qué ocurrirá una vez que una inflación más o menos controlada ya pase a ser parte habitual del paisaje y ese telón se levante. Detrás habrá variables que preocupan.
El Cronista