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EL VERDADERO DILEMA

La democracia, que tanto nos costó conseguir en Argentina, se volvió en los últimos años un obstáculo para la estabilidad macroeconómica. La afirmación lejos está de pretender una limitación de la democracia, sino un mejor uso de las herramientas macroeconómicas que miren más allá de la siguiente elección. Esto aplica también para la del domingo pasado, a pesar de la euforia financiera de estos días. Que el árbol no tape el bosque: la estabilidad no está garantizada, aunque al Gobierno se le abrió una nueva oportunidad. ¿La aprovechará?Sin reservasCuando Milei asumió la presidencia dijo una innumerable cantidad de cosas. Entre ellas, hubo una que me llamó la atención: que la desinflación iba a durar no menos de dos años. Esa frase, que para muchos podría sonar feo, fue música para mis oídos: al fin alguien nos decía crudamente que los procesos de estabilización son lentos, erráticos e implican esfuerzos.Sin embargo, la melodía duró poco. Cuando Milei afirmó que la economía argentina iba a crecer como pedo de buzo me quedó claro que el Gobierno había dejado atrás el objetivo de estabilización de mediano y largo plazo, para centrarse en el objetivo electoral de corto plazo.La deducción es simple. La economía argentina se expande en el corto plazo apreciando la moneda, genera una reducción de la inflación más rápida y permite, a la vez, que los ingresos de las clases más bajas se recuperen de manera más veloz y que las clases medias y altas compren dólares y viajen al exterior como si el mundo se acabara al día siguiente. Pero lo que se termina son las reservas internacionales: todas estas consecuencias de la apreciación son deseables, el problema es que no se sostienen.Un tipo de cambio bajo abarata las importaciones y encarece las exportaciones, lo que deteriora el saldo comercial. También estimula la salida de capitales (en detrimento de la entrada). Porque si el dólar está barato, entonces compro como un campeón antes de que suba. Y si tengo dudas acerca de qué va a pasar con los depósitos una vez que las reservas del Banco Central sean muy bajas, entonces no los dejo en el banco: los guardo en el colchón, en una caja de seguridad o, si tengo la posibilidad, los deposito en una cuenta en el exterior.En este mismo newsletter nos cansamos de decir que el tipo de cambio era insosteniblemente bajo. Y si estaba bajo la semana pasada, más bajo está hoy luego de la apreciación adicional postelectoral. Postergar el problema sólo lo agrava. Y lo venimos postergando hace no menos de 15 años. Los resultados están a la vista: si no contamos el desembolso del FMI, las reservas netas serían negativas en USD 12.000 millones, menores a las que Javier Milei recibió al iniciar su presidencia.
El serruchitoAntes de hablar de motosierras, muchos economistas ya hablábamos de serruchito. No nos referíamos a un ajuste fiscal pequeño (que era necesario), sino al comportamiento de la actividad económica en Argentina.En efecto, desde 2011 hasta 2018 la economía siempre creció durante los años impares y se contrajo en los pares. ¿El motivo? Las elecciones.¿Por qué se creció durante los años electorales? Porque los gobiernos de turno se encargaron de aumentar el gasto público o reducir impuestos, y establecer un tipo de cambio particularmente bajo para que la inflación sea menor y los ingresos mayores. Todo eso estimulaba el consumo y la economía en general.¿Por qué se cayó durante los años no electorales? Porque la economía de los años electorales no era sostenible. Entonces, una vez pasadas las elecciones, había que ajustar el gasto, subir impuestos o, lo más importante de todo, corregir el tipo de cambio, provocando un alza en la inflación y un deterioro de los ingresos.De allí las devaluaciones de enero de 2014 con Cristina Fernández de Kirchner presidenta y Axel Kicillof ministro de Economía, diciembre de 2015 cuando asumió Mauricio Macri, 2018 y 2019 nuevamente con Macri. También podemos clasificar de la misma manera la devaluación de diciembre de 2023 cuando asumió Milei, que quizá fue exagerada pero en cualquier caso una corrección era inevitable.
 Producto bruto interno (PBI)Precios de 2004, variación porcentual
Fuente: INDEC

¿Esta vez fue diferente?El gobierno de Milei implementó un cambio y una continuidad en la macro argentina. El cambio fue el equilibrio fiscal. Ya hablamos acá acerca de la composición del ajuste y de cómo se podría haber hecho más progresivo. También nos referimos a que el superávit financiero es realmente un déficit. Pero nadie duda de la mejora en las cuentas públicas.La continuidad tuvo que ver con establecer un tipo de cambio insosteniblemente bajo. Luego de la devaluación inicial que aumentó el tipo de cambio 120% y lo llevó al techo de la serie histórica, el crawling peg del 2% se extendió más de lo inicialmente planificado y provocó esta continuidad que se remonta desde la última dictadura militar: cada gobierno que pudo, apreció la moneda. La excepción, nobleza obliga, fue el gobierno de Nestor Kirchner, quien resistió la apreciación acumulando el superávit comercial bajo la forma de reservas internacionales.Este cambio y esta continuidad en la política económica se vieron reflejados también en la última estrategia macroeconómica electoral. Porque Milei no faltó a la verdad cuando dijo que no hizo política fiscal y monetaria con fines electorales. Lo cierto es que con la cambiaria fue suficiente. Los esfuerzos para apreciar la moneda, aun con los dólares prestados del FMI y el Tesoro de EE. UU., mantuvieron la inflación en niveles bajos para los estándares nacionales y ese resultado económico naturalmente pesó en las urnas.Primero, el Tesoro de EE.UU…Pasada la contienda electoral se abre un gran interrogante: ¿el Gobierno va a profundizar el modelo de dólar barato o va a ir hacia la sostenibilidad de un modelo de tipo de cambio más alto?Lo más probable es que redoblen la apuesta. Los beneficios van a ser los mismos de siempre: una menor inflación y, si la actividad económica reacciona, una mejora en los ingresos. Los riesgos también serán los de siempre: que la estrategia se quede sin el combustible de los dólares, tal como le pasó a Macri en 2018, y volvamos a empezar.Sin embargo, todavía guardo la esperanza de que el Gobierno aproveche esta nueva oportunidad de sanear la macroeconomía argentina de una vez por todas. Porque la macro argentina actual no está sana: consume dólares a lo pavote y con este tipo de cambio lo seguirá haciendo.¿Cómo se puede sanear? Corrigiendo el tipo de cambio, no necesariamente esta misma semana en la que vence deuda atada al dólar y futuros. Pero sí a partir del lunes que viene, aprovechando el envión del triunfo, la calma cambiaria y la euforia financiera.Se podría, por ejemplo, eliminar las bandas cambiarias y dejar que el tipo de cambio flote. Pero no libremente, sino con intervenciones oficiales. En primer lugar, daría salida a los USD 2.000 millones que tiene el Tesoro de EE. UU. en pesos.Así, tal como la compra de pesos puso techo al tipo de cambio antes de las elecciones, su venta debería ponerle piso. La venta de pesos también dotaría de liquidez al mercado, normalizando las tasas que viene siendo un electrocardiograma. Y no menos importante: permitiría que Scott Bessent le muestre a los contribuyentes estadounidenses que hizo buen uso de sus impuestos al obtener un extraordinario rendimiento financiero en muy poco tiempo.… y luego, el Tesoro argentinoUna vez el Tesoro de EE. UU. esté fuera, seguiría con las compras de nuestro Tesoro, el argentino.Si bien es cierto que un tipo de cambio más alto podría postergar la desinflación, es también verdadero que desde que se relajó el cepo en abril, el tipo de cambio llegó a aumentar más de 30% sin impacto relevante sobre la inflación que se mantuvo en torno al 2% mensual. Esto implica que el pasaje de tipo de cambio a precios (pass-through) se redujo drásticamente.Atrás quedaron los años en los que una corrección del tipo de cambio se trasladaba automáticamente a precios (pero ojo que pueden volver). Sucedió en todas las devaluaciones que mencionamos previamente 2015, 2016, 2018 y 2019. También en diciembre de 2023, cuando la inflación alcanzó el 50% acumulado entre ese mes y el siguiente.Los motivos del menor pass-through, como le llamamos los macroeconomistas, hay que buscarlos en un nivel de actividad muy deprimido y la apertura comercial, entre otras cosas. También es posible que influya el hecho de que no es lo mismo un incremento del tipo de cambio en el marco de un cambio de régimen que un deslizamiento de una magnitud similar dentro de un mismo régimen de tipo de cambio flotante.Que siga la fiestaSi el Gobierno se decide por este camino y avanza con la compra de dólares, el mercado seguirá en calma y las dudas que quedan acerca del cumplimiento de los pagos de la deuda cederán. Con ellas, el riesgo país profundizará la baja, alcanzando el tan ansiado acceso a los mercados internacionales de deuda. En ese punto, ya no serán necesarias las compras oficiales para el pago de la deuda (aunque sí para intervenir en el mercado de cambios) y la presión cambiaria disminuiría.Los mercados financieros no quieren al peronismo porque llevaron la economía argentina de una situación de inflación baja, superávit fiscal y externo, acumulación de reservas y deuda sostenible, a otra de inflación alta, déficit fiscal y externo, y desacumulación de reservas. Luego Macri rifó la sostenibilidad de deuda con privados y trajo al FMI.Los mercados quieren a Milei porque devolvió el equilibrio presupuestario, mas no el externo. Al modelo le siguen faltando dólares. Que los ponga el FMI y el Tesoro de EE. UU. no lo contradice sino que lo confirma. El riesgo político está disipado. Ahora cualquier éxito o fracaso económico será pura y exclusiva responsabilidad del gobierno de Milei.

Guido Zack | Cenital

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