Ya bajaron la persiana más de 10.000 negocios y se perdieron más de 150.000 empleos. Qué medidas les solicitarán a las autoridades porteñas y nacionales
La vuelta a fase 1 por el avance del coronavirus golpea, de nuevo, a los comercios gastronómicos. La historia se repite. Y cada vez las consecuencias son peores.
Con preocupación, representantes del sector ya esbozan pedidos que acercarán al Gobierno. Anticipan un impacto letal y advierten que no resistirán las nuevas restricciones. En la industria, definen la situación como “un tiro de gracia final” y pronostican un efecto multiplicador en el número de cierres de establecimientos.
Es que, a más de un año del comienzo de la pandemia, el panorama es realmente dramático. Entre marzo y diciembre de 2020, cerraron más de 10.000 comercios en la Argentina. Las nuevas limitaciones terminarían con 20.000 negocios, según “No más sillas al revés”, una iniciativa que nació en la cuarentena y se fortaleció como un grupo de lucha. El movimiento reúne a referentes, como los dueños de Dandy, El Club de la Milanesa, Kentucky, Tostado, Green Eat, Tea Connection y Café Martínez, entre otros.
En la Ciudad de Buenos Aires, desaparecieron 2500 negocios y 22.000 puestos de trabajo, según la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (Ahrcc). Ya se perdieron más de 150.000 puestos de trabajo y corren peligro otros 250.000. La baja representa un 20% del rubro, de acuerdo a la Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (Uthgra), el gremio que lidera Luis Barrionuevo.
La sensación generalizada entre los empresarios es resignamiento. Desde el comienzo de la emergencia sanitaria, debieron bajar sus persianas en sucesivas oportunidades, sin recuperar los niveles de venta de la pre-pandemia. Desde hace un mes, solo estaban habilitados a operar en espacios al aire libre y en veredas, hasta las 19 horas.
Ahora, con una facturación que llega al 15% en el mejor de los casos, aseguran que la recaudación será prácticamente nula, ya que el delivery y el take-away no alcanzan para compensar el cierre de sus salones.
Tras las restricciones que el Gobierno anunció este jueves para contener la segunda ola del Covid-19, las principales entidades que representan al sector se unieron en reclamo de la continuidad de la actividad y les pedirán medidas de asistencia al Gobierno.
“La solución nunca puede ser la prohibición de la actividad. Es un tiro de gracia final. No somos un foco de contagio, sino una fuente enorme de empleo, sobre todo, de jóvenes de entre 18 y 24 años que hacen su primera experiencia en el mundo laboral dentro del sector”, sostuvieron en un comunicado conjunto la Ahrcc, la Uthgra y la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (Fehgra).
Por el momento, la Ciudad eximió a los gastronómicos del pago de Ingresos Brutos durante los meses de mayo, junio y julio. Además, esta semana, el Ministerio de Desarrollo Productivo y el Banco Nación (BNA) lanzaron una línea de créditos por $ 1000 millones para el reacondicionamiento de espacios abiertos ante la llegada del invierno.Pero las medidas de asistencia no alcanzan.
“Esto es un desastre. Sin trabajar, estaremos muertos. La única forma de que esto se solucione es darle otro enfoque. Toda ayuda que podamos obtener será bienvenida, pero necesitamos volver a funcionar“, señaló en diálogo con El Cronista Dante Camaño, titular de Uthgra.
Desde hace un mes, la Ahrcc viene trabajando en una herramienta de asistencia financiera. “Esperamos que se concrete pronto”, se esperanza Daniel Prieto, presidente de la entidad. La propuesta es una suerte de Repro II especial para la gastronomía. “No todos los comercios pudieron acceder al Repro. No es un instrumento con alcance como el ATP”, señala Prieto.
El sector volverá a insistir con solicitudes que ya acercó a las autoridades nacionales y porteñas: la vuelta del ATP, la rebaja del IVA, créditos a tasa cero, moratoria impositiva y facilidades para el pago de deudas por servicios públicos.
Entre uno de los pedidos, destacan también la necesidad de una reforma impositiva, ya que, aseguran, la carga tributaria es la más pesada de la región. Comparado con Chile, por ejemplo, en la Argentina el costo laboral por empleado es un 70% mayor.
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