Más allá de las especulaciones, que van desde bronca acumulada por el “sueldos gate” y sospechas de espionaje a miembros del Gobierno, la explicación oficial sobre la salida de Nicolás Posse de la Jefatura de Gabinete fue que hubo “diferencias de criterios y expectativas”. Es un antecedente al que debería prestar atención su reemplazante en la coordinación interministerial, Guillermo Francos, principal responsable de que el presidente Javier Milei pueda meter al menos un gol en el Congreso en el primer semestre de gestión. el ahora ex ministro del Interior podrá dormir tranquilo, al menos estas horas: empoderado para cambiar lo que haya que cambiar en el articulado con tal de no exponerse a una nueva frustración, el flamante jefe de Gabinete logró sortear el trámite en comisiones y la Ley Bases obtuvo dictamen. Cedió, negoció, recogió pedidos, operó políticamente con pericia y, este miércoles por la noche, cuando parecía todo nuevamente empantanado, sumó las firmas que faltaban. La definición del paquete fiscal se pateó para hoy, porque muchos senadores dejaron sus despachos después de largas horas de debate y de muchas reuniones privadas. Que el mismo día de la firma hayan “filtrado” que su sueldo subía ahora a unos ocho millones de pesos por mes tampoco ayudó a que el trámite se facilite. La interna entre Milei y su vice, Victoria Villarruel, casi tira todo por la borda. Pero Francos se instaló en el Salón Gris, buena parte del día acompañado por la vicepresidenta, y logró cumplir con las expectativas de Olivos, nada menos que en la semana de su debut.
Olor a gol.
A las seis de la tarde de ayer, el dictamen de mayoría no estaba. Había cuatro integrantes de las comisiones que discutían la ley bases del universo “dialoguista” que negaban la firma. Eran Martín Lousteau (UCR), Guadalupe Tagliaferri (PRO), Edgardo Kueider (del Frente Todos, no “Frente de Todos”) y el santacruceño José María Carambia. Había otros dos radicales, Maximiliano Abad y Pablo Blanco, que se mostraban también reticentes. A las 18:45 pidieron cuarto intermedio en el plenario, porque no se avanzaba. Francos ya estaba en el Senado, jugándose un órdago. De los seis, firmaron cinco. Todos menos Lousteau, que presentó un dictamen propio porque consideró “cosméticos” los cambios que introdujo el oficialismo. El presidente de la UCR fue al Congreso notablemente enfermo y con su boca cubierta por un barbijo. No quería perderse la discusión ni la posibilidad de desmarcarse del “dialoguismo” con olor a oficialismo. Otra vez quedó aislado de su bloque y de su partido. Una apuesta personal que paga caro internamente pero que, en sus cálculos, lo dejarán mejor parado para los partidos que se vienen. Sobre todo, los de 2025. Un dato: no debería sorprender si al senador Carlos “Camau” Espínola le surge, de repente, un lugar en la administración de la represa Yaciretá.
La caja de herramientas.
El senador Blanco, fueguino, radical, fue el que expuso con más claridad el laberinto en el que quedó metido una parte de su partido. “Voy a votar a favor solamente por razones esencialmente partidarias porque, si fuera por mi propia decisión, no acompañaría”, arrancó su explicación. Después blanqueó el escenario en el que, según él, están los gobernadores: “No estamos en un gobierno muy democrático, aprendieron muy rápido de gobiernos anteriores eso de que haya premios y castigos. Y por ahí, si los senadores no lo votan, las consecuencias la van a pagar las provincias que gobiernan, entre otros, la UCR”. En una misma oración reconoce un cuadro extorsivo, duda del apego del Gobierno al sistema democrático y dice que va a votar a favor. Un sector del radicalismo apeló a ese argumento para justificar su rol en el Congreso: darle “herramientas” a un presidente electo por la voluntad popular. “¿Qué es el Congreso? ¿Una ferretería, que da herramientas?”, se lamentó un radical díscolo. Ojo: esta posición no es absoluta ni de cerca. Hay radicales en algunas provincias donde el partido es fuerte, como Mendoza, Corrientes, Chaco o Córdoba, donde están más jugados por las “ideas de la libertad” que Santiago Caputo. Bien lejos de las banderas tradicionales de Alem y Alfonsín.
La guerra en particular.
Proyectado estos apoyos al recinto, el oficialismo tendría garantizada la sanción de las dos leyes en general, por lo que la lupa volverá a estar, nuevamente, en el debate en particular. Y las luces de alerta se encienden en capítulos centrales del paquete legislativo. El más importante, el de las facultades delegadas. Tan ajustado parece estar, al menos hoy, que las espadas libertarias del Senado lanzaron un sondeo interno para saber si los que no van a acompañar esa parte de la ley bases se van a abstener o votar en contra. Otra luz roja está en el capítulo de las privatizaciones. En el Senado, donde están representadas constitucionalmente las provincias, la discusión sobre el rol estratégico de Aerolíneas Argentinas fue mucho más intenso que en la Cámara de Diputados. Le pidieron hasta el hartazgo a Francos que saquen a la aerolínea de bandera del listado de empresas sujetas a privatización, pero en Casa Rosada no torcieron el brazo. Lo mismo pasó con el Correo Argentino. En el debate de ayer en comisiones, varios senadores advirtieron la mirada porteño centrista que hay detrás de este plan privatizador. Sobre el Correo, alguno sugirió que a los porteños del Gobierno no les importa, porque todo les llega en 24 horas por Mercado Libre. Justamente, la presencia del correo en la nómina de empresas a privatizar es algo que se festeja, y fuerte, en Uruguay. El otro ítem en riesgo es la restitución del Impuesto a las Ganancias.
Cerca, pero no tan cerca.
Del otro lado, en la Cámara de Diputados, se configuró una foto que empieza a repetirse. Las comisiones de Presupuesto y de Educación emitieron varios dictámenes para recomponer el Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID) y garantizar otros recursos, como los de Conectividad y Material Didáctico. Todos en la misma línea: tanto el de Unión por la Patria (UxP), como los de la UCR y el de Hacemos Coalición Federal (HCF) van por la restitución de los recursos que refuerzan directamente el salario docente. Sin embargo, no hubo acuerdo para ir por un dictamen conjunto, que además de cumplir un rol parlamentario cumpla otro, de carácter político: un mensaje al Gobierno de lo que puede pasar en el Congreso si no atiende ciertas urgencias. Lo mismo, casi calcado, pasó con otras dos iniciativas: la fórmula jubilatoria y el financiamiento de las universidades. Multiplicidad de dictámenes con diferencias claramente salvables, plausibles de transformarse en un solo texto, pero no pudo ser.
En la cancha se ven los pingos.
Por ahora, el peronismo no definió cuándo convocará a sesión especial por el financiamiento universitario y el Fonid, dos temas que tranquilamente podrían discutirse en una misma sesión. La idea de los “dialoguistas” con ánimos de empezar a desmarcarse del oficialismo es que esas convocatorias no las haga UxP. Creen que, así, mejoran las posibilidades de tener quórum. El peronismo, para algunos, sigue siendo un espantapájaros. El martes está convocada la sesión para discutir una fórmula jubilatoria que quede fijada por ley. En Diputados dan por descontado que algún proyecto obtendrá media sanción, pero no saben cuál. Por ahora, no hubo acercamientos entre UxP y los “dialoguistas” para negociar una votación y un articulado que los satisfaga a todos. Quedan unos días.
Por informes, si.
Donde sí se dejaron de lado las diferencias para plasmar sus firmas en un mismo expediente fue en el pedido de informes que elevaron al Poder Ejecutivo por la situación de los alimentos almacenados en galpones del Ministerio de Capital Humano, esos que primero Manuel Adorni dijo que no se repartían por culpa del gobierno anterior, que después el Presidente dijo que sí se repartían y que, finalmente, el vocero presidencial volvió a ratificar que no se estaban repartiendo, pero ahora la explicación fue que se trataba de reservas para casos de emergencia. Tres versiones en 72 horas. Se solucionaba con un mensaje de Whatsapp para coordinar una narrativa. El pedido lo firmaron el radical Facundo Manes, la socialista Mónica Fein, la peronista cordobesa Natalia de la Sota y el kirchnerista Daniel Gollán.
Dos en la cuerda floja.
Tras la anunciada y ruidosa eyección de Posse de la Casa Rosada, los temblores no cesan en el gabinete libertario. Hay focos puestos en dos personas, cuya continuidad está en plena evaluación. Una es la canciller, Diana Mondino. Dicen que Milei, pero sobre todo su hermana Karina y Santiago Caputo, empiezan a cansarse de sus permanentes “deslices” y del costo político que terminan pagando por ellos. El otro es el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, aunque en este caso se trataría más de dudas del propio funcionario sobre su rol en la función pública que el cuestionamiento del triángulo que concentra todo el poder del Poder Ejecutivo. La entrada al Senado de los pliegos de los aspirantes a la Corte Suprema, Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, incrementaron estas versiones.
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