“Lo que se vio arriba del escenario fue a una persona normal, lo que pasa es que siguen mirando a la política como si Javier no hubiera ganado”, resume ante #OffTheRecord una persona del equipo del presidente en relación a la primera (gran) aparición pública de Karina Milei en un acto con todos los condimentos que horrorizaban a la oposición cuando el kirchnerismo gobernaba la Argentina. Con un video adjunto con sus propios gordos del mortero, el director de Comunicación Digital, Juan Pablo Carreira, publicó en su cuenta de X: “Si te indigna que estos tipos sean parte de La Libertad Avanza, déjame decirte que podes afiliarte al PRO de Capital Federal cuando quieras. Abrazo”.
La búsqueda de un liberalismo popular no solo es clara, sino que también prescinde de uno de los factores que probablemente contribuyó al fracaso de los últimos gobiernos no peronistas: su antiperonismo. Ese cosplay kirchnerista –con la batalla cultural al palo, sin haber crecido durante seis años consecutivos al 5% anual– tiene un obstáculo: la economía. Al margen de la narrativa del sistema de medios y sus repetidoras proto justicialistas, el kirchnerismo consolidó un proyecto político –que mantiene hoy a Cristina Fernández de Kirchner con una base electoral nacional de más del 30%– porque mejoró las condiciones materiales de vida de la sociedad que gobernaba; la batalla cultural apareció después que aquello empezara a deteriorarse, no antes.
La pobreza, el desempleo, el miedo a perder el trabajo y el deterioro en las condiciones de vida hacen difícil en pensar esa nueva hegemonía. La inversión es una preocupación para el Gobierno que, aún con el RIGI vigente, no logra captar grandes movimientos en sectores exportadores con proyectos de dimensiones relevantes disociados del mercado interno y, por lo tanto, de la recesión económica. Estos proyectos que siguen sin aparecer deberían compensar las caídas que se registran en la cuenta de inversión y que, para agosto, el economista Orlando Ferreres estimó en un 25% interanual, más pronunciada aún que en julio. El indicador contradice fuertemente las esperanzas en una recuperación salarial consolidada, que debería impulsar la demanda y, por lo tanto, el interés empresario en expandirse. La composición de la caída de la inversión es, de todos modos, interesante: casi 50% del descenso en la importación de bienes de capitales, mientras las maquinarias nacionales crecieron levemente.
Parte del deterioro de agosto, entonces, podría obedecer a especulaciones sobre la baja del impuesto PAIS, que abarataría las importaciones. La consultora 1816 detecta una demanda privada de dólares por debajo de la media histórica también para septiembre, que especula que se normalizará cuando hayan transcurrido 30 días de vigencia de la baja del impuesto. La presión sobre las reservas de ese cambio debería ser, de todos modos, acotada. El blanqueo, que el Gobierno prorrogó, ya ingresó al sistema 8.444 millones de dólares, que se suman a las reservas brutas. El saldo de las netas depende de factores como los préstamos bancarios al sector privado, los montos abonados de multas y penalidades previstas en esa legislación y el apetito por bonos argentinos de relativamente larga duración. Como sea, el Gobierno podría en el corto plazo sostener el esquema cambiario y espera seguir contando con la FED, que mantiene un esquema de recortes de la tasa de interés estadounidense, lo que debería impulsar hacia arriba tanto los activos argentinos como los precios de las commodities que el país produce. Buenas noticias en el frente financiero, cuyo impacto sobre la economía real todavía no termina de materializarse.
La presentación en sociedad de Karina, entonces, no responde, necesariamente, a la idea de ella como candidata el año que viene. A pesar de tener el apellido correcto, surge en los grupos focales que, entre los propios votantes oficialistas, hay quienes la consideran una “mala influencia” para el presidente. El otro monje negro -el único, a partir del sábado-, Santiago Caputo, no participó de la organización ni estuvo presente en el acto. “Están en el mejor momento de los últimos 90 días” con la hermanísima –según el testimonio de alguien que conoce a ambos–, un Milei que lo llamó “genio superlativo” y una CGT que se sorprendió (muy) positivamente con el asesor presidencial. “El pibe habla el mismo idioma”, le dijo a Clarín uno de los jefes cegetistas. Esta reunión le dio aire al Gobierno porque alejó la hipótesis de conflicto. Acordaron la conformación de una mesa para redactar el tema bloqueos en la reglamentación de la reforma laboral de la Ley Bases de una manera que sea aceptable y descartaron la ley sobre Democracia Sindical.
Desde la entrega de la última semana, hubo dos hitos en el discurso presidencial de cara a las relaciones exteriores. Sólo uno de ellos fue realmente importante, aunque no fue el que obtuvo la atención de la prensa internacional.
En la Asamblea de Naciones Unidas, el discurso de Milei transitó carriles inhabituales para un jefe de Estado, pero conocidos para la ciudadanía argentina. Repitió los cuestionamientos al sistema internacional, desde el rol de la organización hasta los compromisos climáticos. Una ruptura con las políticas de Estado argentinas largamente anticipada pero no por ello menos desafortunada. Máxime para un país que tiene en la agenda de descarbonización una importante oportunidad de inserción económica y que, por cuestiones ideológicas, renuncia a participar de su elaboración. El discurso alcanzó para alimentar a medios internacionales interesados en el personaje rebelde y contestatario. De Reuters al Financial Times, fueron muchos los que dieron lugar –de maneras diversas– a Milei.
El discurso presidencial fue, voluntariamente o no, casi un perfecto contrapunto con el de su par brasileño. Donde Milei cuestionó a la ONU y habló contra las normas internacionales, Lula da Silva llamó a fortalecer el sistema internacional y las normas impositivas para combatir la evasión internacional y hacer tributar a los ultra ricos. Lula habló del cambio climático e incluyó desde los compromisos con la Amazonía hasta los avances de su país en hidrógeno verde. Mientras Milei habló de dejar atrás la neutralidad, Lula pidió por un cese de fuego en Medio Oriente. Dos cosmovisiones que aparecen irreconciliables y dos presidentes que pese a la intensa relación diplomática bilateral –y a que Brasil sea el principal socio comercial de Argentina– parecen destinados a seguir sin verse las caras.
Aquella comprobación de lo esperado en Nueva York volvió quizás más sorprendente el anuncio que hizo pocos días después ante una pregunta de Susana Giménez. Si algunas especulaciones sobre el discurso en la ONU apuntaban a un señalamiento al menos implícito contra China, la ausencia de cualquier mención reveló ser mucho más que un gesto de pragmatismo a regañadientes. El presidente confirmó que viajará al gigante asiático en enero de 2025 para la cumbre de CELAC, un evento regional que le dará oportunidad para establecer reuniones al más alto nivel.
El viaje de El Jefe previsto para inicios de noviembre, en ocasión de la Feria Internacional de Exportaciones de Shanghái –uno de los principales eventos comerciales en el país asiático– tendrá la doble función de preparar terreno para su hermano y terminar de enmendar el fallido paso de la canciller Diana Mondino por territorio chino hace algunos meses, marcado por declaraciones desafortunadas. El camino de aproximación ya había tenido signos importantes en la asamblea de Naciones Unidas, donde Karina, Mondino y Luis Caputo se encontraron con el canciller chino, Wang Yi.
La declaración de Milei, “gratamente sorprendido” por China, un socio comercial “muy interesante” que “sólo pide que no lo molesten”, muestra sin necesidad de explicaciones el giro en la relación, centrado en intereses convergentes en materia comercial y de inversiones, donde Argentina buscará promover un mayor desarrollo y una mayor llegada a los mercados chinos de sus productos alimenticios y, particularmente, de sus sectores minero e hidrocarburífero. China podría demandar una parte importante de esa producción, y sus empresas, formar parte de la explotación. Del otro lado, la agenda de apertura comercial del Gobierno podría beneficiarse de importaciones baratas chinas que, potencialmente perjudiciales para algunos productores, empresas y empleos locales, podrían sin embargo abonar al combate a la inflación y contribuir al abaratamiento del precio de los bienes.
De aquel “nosotros no hacemos pacto con comunistas. Ni con Cuba, ni con Venezuela, ni con Corea del Norte, ni con Nicaragua, ni con China” al viaje previsto para enero pasó la experiencia en el gobierno, una vacuna si no infalible, siempre útil contra las ideas superficiales y las formulaciones retóricas insostenibles luego en la práctica.
El otro gran tema de la semana será, sin dudas, la movilización universitaria. Por pedido de los radicales y algunos sectores del PRO, el veto a la ley de financiamiento va a ocurrir después de la marcha. El Gobierno corre el riesgo del doble costo -el económico y el político- si el Congreso insistiera con los dos tercios, pero confía en poder quebrar a algunos opositores como pasó con jubilados solo que esta vez evitarán el asado de celebración.
Sin embargo, hay otro aspecto en el terreno institucional que pasó desapercibido durante estas semanas: la aprobación con modificaciones en el Senado de la Ley de Boleta Única Papel que se tratará hoy en la Cámara de Diputados. Al margen de las consideraciones técnicas, esto sería un cambio fundamental en las reglas de juego a las que está acostumbrado el sistema político. “El objetivo es forzar un desdoblamiento en provincia de Buenos Aires porque es la única manera de que el imperio del kirchnerismo en la tercera sección electoral no distorsione los resultados nacionales y, además, permite tener una agenda electoral más autónoma de la PBA que evite que las únicas expresiones sean la filial de los extremos nacionales”, resume ante #OffTheRecord un dirigente de renombre nacional que acompaña la propuesta, pero prefería que el proyecto incorpore el casillero de “boleta completa” –es decir, que una de las opciones permitiera “replicar” el formato de selección actual. Despejada, entonces, la idea de la búsqueda de la transparencia, el foco está puesto en territorio bonaerense donde, a partir de hoy, Axel Kicillof deberá evaluar las opciones para los comicios del año que viene con un sistema nuevo que aumentaría el voto blanco, cruzado y nulo sin mejorar el desconocimiento de los electores sobre los candidatos.
El menú se reduce a tres opciones: simultáneas, concurrentes y desdobladas.
En el primer caso, dependerá de si el Gobierno bonaerense adhiriera al régimen de simultaneidad de elecciones. En ese caso, reconocería el instrumento electoral aprobado por el Congreso: es decir, una boleta única para cargos nacionales y una para provinciales y municipales. Las concurrentes son las elecciones que se realizan el mismo día, pero con dos sistemas de votación diferentes: la provincial podría realizarse con la boleta partidaria tradicional mientras que la nacional con la BUP aprobada por Diputados. Esto implicaría un enorme caos logístico, lo que hace que esté casi descartada. Last but not least, las desdobladas, más conocidas, que son realizar las elecciones provinciales y municipales un día distinto a las nacionales. La desventaja de esta opción es que los bonaerenses deberían ir a votar cuatro veces –dos para las PASO y dos para las generales– por lo que hay sugerencias cerca del gobernador que lo incentivan a derogar las primarias y evitar, además, la impugnación sobre el “gasto electoral”. Hay una cuarta, anotada con lápiz, que apareció anoche, que es el desdoblamiento con una boleta única provincial –a la situación existente, esto le sumaría la enorme complejidad de tener que pasar la ley por la Legislatura bonaerense. Al menos hasta hoy, Kicillof no tenía este tema como prioritario.
Sorprende la pasividad justicialista en el Congreso respecto a este ítem porque lo que provocaría esta modificación es romper con el efecto arrastre. Al estar separados los cargos nacionales de los municipales y provinciales, los intendentes no necesitarían someter, por ejemplo, su lista de concejales a la cabeza de lista para no perder el control político de su territorio. Esto adquiere una enorme relevancia cuando, como adelantó este espacio la semana pasada, la figura de Cristina crece en el conurbano bonaerense de la mano del ajuste libertario y muchos, inquietos, especulan con su candidatura.
Iván Schargrodsky | Cenital