Varía la foto. También, obviamente, el emisor. Las fechas son más o menos la misma -entre el 20 y el 23 de noviembre- y en todos coinciden algunos nombres: Amazon, Falabella, Walmart, Hasbro. Unos agregan eBay, otros Starlink y Tesla -empresas del venerado Elon Musk-, y los más audaces, a Apple y Alibaba. Se asemejan en el remate: “Comienza el crecimiento” o “Comienza la reconstrucción” en la Argentina. Acumularon millones de reproducciónes, miles y miles de “me gusta” y otros tantos reposteos. Uno de ellos, incluso, del principal aludido: el propio Javier Milei, en ese momento, presidente electo de la República Argentina.
“Estas son algunas de las empresas que han mostrado interés en invertir en la Argentina luego de la victoria de Javier Milei”, dicen algunos. Otros directamente mencionaron promesas de llegada al país, luego de reuniones que, aseguraron los “posteros” de X, mantuvieron con el Libertario. Sin importar que nunca hubiera registro de esos encuentros, ni que los hechos del mundo real hicieran, por lo menos, dudar de la veracidad.
Falabella dejó el país en 2021, luego de fracasar en la búsqueda de un comprador para sus activos locales; Walmart hizo lo propio a fines de 2020, tras venderle su operación al Grupo De Narváez; y Hasbro había sido la más reciente: disolvió societariamente su filial a fines de 2023, último paso de un camino iniciado un par de años antes, cuando dejó la comercialización de sus juguetes -las franquicias más vendidas en el mundo- en manos de distribuidores nacionales. Cerrar una subsidiaria e irse de un país no es una decisión de un día para el otro. Tampoco lo es desembarcar ni, sobre todo, volver, como bien explicó la brasileña Taciana Fazzolari, directora de Asuntos Legales y Gubernamentales de Hasbro para América latina, en una nota que El Cronista publicó un mes atrás.
Alimentada por los vítores virtuales de celebridades del primer mundo digital, como Elon Musk, Tim Draper y Marc Andreesen, la lista de Milei reflejó cierto voluntarismo mágico acerca de que un rugido de león influiría más que 100 años del colectivismo que empobreció sistemáticamente a la Argentina, por apelar a las categorías de pensamiento de las que el Presidente hizo gala en Davos. El entusiasmo que genera la autopercepción de haber sido ungido como nuevo líder del mundo libre tras su discurso en la cumbre suiza contrastó con el escenario que Javier Gerardo encontró a su vuelta a Ezeiza: paro general, crisis ministerial y el sacrificio de la ley ómnibus, cuyo tratamiento parlamentario había costado sangre, sudor y un capítulo fiscal.
“No fue una buena señal. Se vio como un retroceso, un signo de debilidad“, le explicó uno de los más cotizados abogados de la City a clientes del exterior, potenciales inversores que bendicen el diagnóstico económico de Milei y celebran las reformas que impulsa pero dudan de su capacidad de ejecución. No es que “no la ven” (al contrario). Pero, por el historial del país, quieren algo más que ver para creer: necesitan constatar que Milei supera el desafío bíblico de ser profeta en su propia tierra, donde -por ahora- parecen seguir imponiéndose los intereses de la casta.
Con la adversidad doméstica, justificable, entonces, que el Presidente muestre mejor cara en las fotos de sus giras al exterior. Por lo pronto, habrá retornado de Israel con u$s 104 millones prometidos por una empresa de ese país, XtraLit, para desembolsar en litio argentino. Ahora sí, el primer anuncio de inversión genuino de la “lista de Milei”.
El Cronista