Para el gobierno libertario, la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses equivale a una gran luz verde. A primera vista lo es, pero tal vez no lo sea por las razones más comentadas. En la Casa Rosada hay una creencia -razonable- de que la llegada del republicano va a permitir reorientar la relación con el FMI, a favor de la Argentina, desde ya. Hay una afinidad evidente entre Trump y Javier Milei, que será coronada la semana próxima, cuando el mandatario argentino viaje a un encuentro conservador en Florida. Milei aspira a convertirse en el primer presidente en saludar, de manera personal, al triunfador del comicio americano. Pretende que la conducción del Fondo tome nota de esa foto y actúe en consecuencia.Para que haya un cambio significativo de la relación, Estados Unidos debería reemplazar a su representante, la número dos del organismo, Gita Gopinath. En Washington creen poco probable que eso suceda, ya que todavía tiene mandato y Trump tiene otras urgencias que resolver. El Fondo puede recibir una sugerencia acerca de ser más generoso (como ya sucedió en 2018, cuando Trump ayudó a liberar el gigantesco préstamos de u$s 54.000 millones que recibió Mauricio Macri), pero no dejará de pedir lo que ha repetido una y otra vez: que el tipo de cambio oficial tenga un valor de mercado -devaluación mediante- para que el BCRA no financie con el giro del FMI el déficit que tiene en su cuenta financiera.Trump asume en enero y quedan muchos meses por delante antes de ilusionarse con el FMI. Pero como señalamos en el inicio, el triunfo del republicano ya generó una primear reacción positiva: los mercados de commodities reaccionaron en los días previos a escenarios más conflictivos, como una nueva guerra comercial con China si finalmente suben los aranceles a las importaciones, o el casi seguro fortalecimiento del dólar por un escenario de mayor inflación y suba de tasas, que se traducirá en una baja de los precios internacionales de granos y oleaginosas.El dato es que en las últimas semanas se aceleraron las ventas de harina de soja y de maíz. El lunes pasado se declararon casi 900.000 toneladas del subproducto de la oleaginosa, el mayor volumen diario de toda la campaña 2024. En el cereal, la semana anterior se declararon 621.000 toneladas, siete veces más que el promedio anotado en el mes previo. A los productores argentinos no les gusta el escenario local, con un dólar blend que promete continuar. Pero tienen que sembrar y la mejor financiamiento hoy es reducir los stock, vender los dólares y colocarse en pesos para aprovechar la renta que ofrece la deuda local de corto plazo. Conclusión: en lo que va de noviembre el Central acumuló reservas por u$s 476 millones. Y lo más probable es que la tendencia se acentúe, con el campo como protagonista activo del mercado cambiario.El segundo efecto positivo de la elección estadounidense es que el mercado financiero, como suele suceder, también se anticipó a las futuras políticas de Trump. Y aunque la Fed bajó la tasa de interés este miércoles, los analistas creen que esa tendencia se interrumpirá por el efecto inflacionario que tendrá hacia adelante la adopción de una política comercial de tono proteccionista. Con ese escenario, la demanda de activos emergentes se potenció (no de la misma forma para todos) y eso ayudó a los bonos argentinos, que encadenan seis jornadas consecutivas de subas, dejando el riesgo país en 850 puntos, el menor nivel en cinco años.Hubo buenos indicadores de actividad esta semana. No son tan asertivos como para justificar el anuncio presidencial de que se acabó la recesión, pero dieron buenas perspectivas para dos sectores relevantes, como la industria y la construcción. En el primer caso, septiembre anotó una variación positiva de 2,6% contra el mes anterior, la tercera consecutiva medida en términos desestacionalizados. La mejora sigue siendo heterogénea, justificada básicamente por la producción de alimentos y refinación de petróleo. Pero en términos generales, está al nivel de noviembre de 2023. La construcción mostró una situación similar: 2,4% de mejora mensual contra los datos de agosto. En este caso, la buena noticia quedó relativizada por un indicador más actualizado: el Índice Construya (que recoge las ventas de un conjunto de empresas líderes del sector) mostró una caída de 2,79% en octubre.Hay un último escenario para sumar en este conjunto verde: octubre promete cerrar con superávit fiscal primario y financiero. Así lo anticipó la Asociación Argentina de Presupuesto (Asap), sobre la información oficial de la Secretaría de Hacienda. Los números devengados (cabe aclarar que el Ministerio de Economía usa el criterio de caja, que releva lo efectivamente recaudado y pagado) consignaron un resultado positivo acumulado en diez meses de 1,82 billones (financiero) y 9,56 billones (primario). La estrategia que aplicó el Gobierno para enfrentar el conflicto con los gremios aeronáuticos no fue una negociación, sino una guerra. Al mejor estilo Carlos Menem, que cuando impulsaba la transformación de Ferrocarriles Argentinos hizo historia con su promesa de “ramal que para, ramal que cierra”, Javier Milei sostuvo esta semana que si Aerolíneas no se privatiza, se cierra. Hay que reconocer que los sindicalistas le dieron el pie, con medidas de fuerza que superaron la racionalidad de una pulseada salarial. Hasta el propio Ricardo Cirielli, referente de uno de los gremios del sector y exfuncionario kirchnerista, reconoció que lo que estaba generándose era un “lockout sindical”.El Gobierno reaccionó de la manera que mejor sabe: respondió los ataques con nuevos ataques. Denunció terrorismo sindical y puso a las fuerzas de seguridad a sacar valijas de los aviones demorados para permitir que los pasajeros pudieran completar su vuelo y retornar a sus hogares.La luz amarilla tiene que ver con los riesgos. Hay ocho provincias que dependen de la conectividad aérea que ofrece la aerolínea de bandera. Y dejar a los pasajeros en tierra en el inicio de la temporada de verano no es una buena estrategia. Es cierto que los que tienen la chance de viajar en avión son un porcentaje chico, pero con capacidad de elevar la voz y dejar al Gobierno en offside.Anoche la amenaza parecía haber surtido efecto. Los pilotos prometieron una tregua hasta que se complete la negociación paritaria. Distinto es el caso de aquellos que operan los denominados servicios de rampa, que a partir de un decreto publicado ayer, se convirtieron en un sector desregulado. Eso implica que cualquier empresa, sea una aerolínea o no, puede presentarse y pactar esa función con las aéreas que usan los aeropuertos locales.¿Puede el Gobierno avanzar en la privatización? Difícil, porque para empezar necesita una ley, y para continuar, los gremios deberían comprometerse a modificar sus convenios laborales. El mayor costo de Aerolíneas no es la cantidad de empleados, sino los beneficios que el Estado les otorgó durante años de concesiones privilegiadas.Crear una empresa nueva tampoco es fácil, porque las licencias de los aviones (que están adquiridos con financiamiento) y los pilotos no se endosan de un día para el otro. Y no hay margen para suspender las operaciones sin crear un conflicto mayor.Cerrarla es menos complicado, aunque parezca mentira, porque tiene patrimonio neto negativo. Por ahora, la chance de apelar al Procedimiento Preventivo de Crisis podría alcanzar para disciplinar a los sindicalistas más rebeldes. La raya que no debe cruzar el Gobierno en esta pelea, es dejar a los pasajeros en el medio del tiroteo. El recambio de la Cancillería fue 100% político. Diana Mondino no se llevaba bien con el círculo de confianza de Milei, y aunque cueste utilizar como explicación que un ministro tiene que irse por actuar de manera inconsulta, no hay que olvidarse que las “fallas” de comunicación son un problema a dos puntas. En otras palabras, si hubo un error diplomático, fue porque alguien no pidió un reporte o no supervisó la decisión. Así lo manifestamos en nuestro semáforo la semana pasada. Esa acción, no obstante, ya es pasado. En definitiva el Presidente tiene derecho a resolver la continuidad de sus colaboradores de la forma que mejor le parezca. Donde despista es en el pedido de hacer un control ideológico en el personal de carrera del servicio diplomático. En cualquier organización, incluido el Estado, lo que importan son las políticas, no las personas. Si no fue bueno que el primer peronismo impusiera la afiliación al Partido Justicialista de todos aquellos que se convertían en servidores públicos, tampoco es bueno que alguien que se formó profesionalmente para ejercer la carrera diplomática tenga que mostrar su apego a las ideas libertarias para trabajar en relaciones exteriores |
El Cronista