Hoguera de vanidades y desconfianzas en la interna porteña del PRO. Los que querían a Quirós amenazan con quitarle el cuerpo al primo. El radicalismo espera agazapado y Larreta no los pierde de vista. ¿Hay tregua entre el expresidente y el alcalde? La sombra oscura de la primaria con Michetti de 2015.
Le llevó tiempo, esfuerzo y ásperas discusiones al borde de la vendetta, pero finalmente Mauricio Macri consiguió que su primo Jorge sea el próximo precandidato a jefe de Gobierno porteño que tendrá el PRO. Se medirá el próximo domingo 13 de agosto con el radical Martín Lousteau y con el exministro de la Alianza, Ricardo López Murphy. Significará el regreso al cuarto oscuro del apellido Macri, el mismo que le permitió al partido amarillo llegar al Ejecutivo de la Capital y amasar la carrera que llevó al magnate a la presidencia en 2015, ocho años después de ejercer el poder capitalino.
A Jorge Macri, intendente de Vicente López en uso de licencia y ministro de Gobierno porteño, le queda un trecho para erigirse como el aspirante de Juntos por el Cambio. No será un camino de rosas, porque deberá medirse con Martín Lousteau, el senador radical que pactó con Rodríguez Larreta una única condición: que le permitan a la UCR competir en una primaria con reglas claras. Para cumplir con ese pacto, el alcalde porteño aceptó que su ministro de Salud, Fernán Quirós, resigne su candidatura.
En el PRO capitalino acotan que fue producto de tres encuestas realizadas por las consultoras Aresco, Trespuntozero e Isonomía, pero el análisis de los resultados y los números de los sondeos se mantuvieron en absoluto y estricto silencio. «Como les comunicó Horacio, Jorge tiene, en las encuestas tomadas, una intención de voto muy consolidada y yo una potencialidad muy auspiciosa», fue la explicación de Quirós en su carta de declinación. Fue leída como una forma elegante de decir que estaban muy parejos, con una diferencia que sigue sin conocerse.
Heridos y cicatrices
El hermetismo no fue lo único que dañó desde su origen a la precandidatura de Jorge Macri. También estallaron broncas internas por los tiempos del alumbramiento. En el larretismo cuentan que sus dirigentes esperaban la noticia para este miércoles. Se filtró desde el lunes y este martes fue finalmente confirmada la decisión en favor de Macri. Algunos leen la movida como una manera de imponer al primo cuando ambos miden muy parejos.
Los más enojados aseguran que no se cumplieron los acuerdos que habían pactado el ex secretario General de la Presidencia y jefe de campaña de Macri, Fernando De Andreis, y el diputado nacional Álvaro González, que condujo hasta el miércoles el equipo de Quirós. Las culpas apuntan a Jorge y a De Andreis, uno de los contactos cotidianos con el ex presidente. Macri sigue pensando que con su primo le alcanza para ganar la Ciudad y evitar que quede en manos del radicalismo.
Las próximas semanas confirmarán o derrumbarán las certezas del magnate. Resta saber si la estructura del larretismo sólo se dedicará a trabajar para la campaña presidencial de su jefe político (que transita los últimos meses de su segundo mandato), o si también deberán empeñarse en la pelea de Jorge Macri. Los malheridos de la compulsa de encuestas buscarán preservarse por termor a represalias y desquites ante un eventual gobierno porteño de Macri.
Quienes sufrieron el frío larretista en 2015, cuando se encolumnaron en la precandidatura de Gabriela Michetti en las PASO porteñas, creen que podría repetirse una situación similar, pero a la inversa. Estiman que quienes trabajen a favor de Lousteau y de Larreta, pero no hagan su aporte a favor de Jorge (si pasa las primarias), podrían pagar con destierro parecido al que padecieron quienes hicieron campaña por Michetti y luego no tuvieron cobijo.
El primer desafío será este sábado, con el alcalde haciendo campaña por su precandidatura presidencial. La definición de las aspiraciones del PRO para la Ciudad le permiten a Rodríguez Larreta tener una ventana de paz con Macri, aunque todavía no está definido el escenario bonaerense, donde asoma una pelea abierta entre dos candidatos macristas.
En la Provincia sucede todo lo que trataron de evitar en la Ciudad: habrá dos competidores macristas. El diputado Diego Santilli y el intendente de Lanús, Nestor Grindetti corporizarán la contienda nacional entre Rodríguez Larreta y la exministra de Seguridad Patricia Bullrich. Quedan 24 días para el cierre de las candidaturas y el nivel de desacuerdos llegaría a que haya interna macrista en los 135 municipios.
Falta ese capítulo y el alcalde porteño ya concedió que Jorge busque sucederlo. Quizás eso permita que la tregua que vienen pactando hace dos meses con Macri comience a hacerse efectiva, al menos en la Ciudad.
Lo que cuesta el trasplante de Jorge Macri
Rodríguez Larreta cumplió con el radicalismo y abrió la puerta para que peleen su sucesión. Así selló el respaldo de la UCR a nivel nacional a favor de su precandidatura, aún cuando tiene a dos aspirantes radicales que le compiten pero ahora casi no lo critican. El gobernador jujeño Gerardo Morales y el diputado Facundo Manes mantienen su deseo de pelear por el primer lugar de la boleta de JxC, pero podrían cambiar de lugar si hay una exploración de unidad por parte del larretismo para confrontar con Bullrich. Ella siempre respaldó a Jorge Macri en su arremetida porteña.
Al cierre de esta nota Jorge sigue siendo intendente de Vicente López y la licencia que pidió ahora la transformó en una renuncia que el Concejo Deliberante local deberá aceptarle. Parece un detalle administrativo, pero quedó al desnudo que el primo Macri no iba a dejar la jefatura comunal hasta que no tuviera garantías de que sería el único candidato del PRO porteño. Sus defensores sostienen que efectivizará su renuncia cuando todavía no sabe si será el competidor de JxC. El argumento desluce por sus propias palabras hace dos años, en una entrevista.
«¿Cómo les sonaría que yo, siendo intendente de Vicente López, les dijera que quiero ser candidato en la ciudad? ¿Qué les parecería a ustedes? Cuanto menos raro. No sé por qué naturalizamos esta idea de Larreta (que a esta altura me parece un capricho) de querer cruzar candidatos», se quejó a mediados de 2021 cuando estaba calzado con el traje del presidente del PRO bonaerense y dialogó al aire con el periodista Maximiliano Montenegro.
Por esos días estaba ciegamente en contra del cambio de domicilio del entonces vicejefe porteño Diego Santilli a la provincia. Jorge Macri no quería que construyera su cabeza de playa electoral cruzando la General Paz y el Riachuelo para posularse como candidato a diputado nacional y así tejer sus aspiraciones para gobernador.
El primo del expresidente hizo todo lo contrario a lo que dijo hace dos años. En el macrismo capitalino los que no lo quieren dicen que esas contradicciones le costarán caro en la campaña. Le vaticinan fuego cruzado entre la campaña del radicalismo, que estará cargada de la acidez discursiva de Lousteau, de la sombra de Ricardo López Murphy y del rol que consiga el legislador Ramiro Marra, como representante de la ultraderecha que lidera Javier Milei.
La dispersión de la derecha porteña tendrá un exigente examen en estas elecciones. El radicalismo afronta una oportunidad para quitarle la Ciudad al PRO, pero su éxito dependerá del nivel de fragmentación que tenga el macrismo porteño tras el cierre de las encuestas. En ese escenario, el transplante domiciliario de Jorge Macri asoma como el síntoma más preocupante: que desnude una declinación inesperada para el ciclo político que comenzó en 2007.
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