LO MÁS IMPORTANTE ES EL TAMAÑO DE LA TORTA

¿Qué mide el PBI? ¿Por qué es tan relevante? ¿Cuál es el vínculo que tiene con los ingresos, la pobreza y el desempleo?

Una caída histórica

La semana pasada el INDEC publicó el dato del PBI para el cierre del 2020, que mostró una contracción del 10% respecto del año anterior. Que el tamaño de la economía se achique 10% en un año es un hecho –lamentablemente- extraordinario: en los últimos 100 años sólo había sucedido algo así tras la crisis de la convertibilidad, cuando el PBI se contrajo 11%.

Si bien todo el mundo sabe que cuando cae el PBI eso significa que la economía anda mal, que el poder adquisitivo se reduce y que el desempleo aumenta, lo que por lo general no se tiene muy en claro es por qué pasa eso. Y mucho menos que son todas caras de la misma moneda. Me animo a decir que es de las variables más citadas y menos explicadas en economía.

PBI: el nivel de producción, el tamaño de la torta y el de la economía

El Producto Bruto Interno (PBI) mide el valor de la producción total de bienes y servicios que genera el país en una determinada cantidad de tiempo (por ejemplo, durante un mes o un año). Para entender cómo se lleva a cabo, imaginemos que todo lo que producen las empresas argentinas durante un mes, en lugar de venderse se almacena en un depósito gigante (con mucha imaginación, pensemos que allí también se pueden guardar los servicios). A fin de mes, agarramos todos esos bienes y servicios y sumamos el valor que cada uno tiene (reflejado en el precio al que se vende). De esa manera, obtendríamos el PBI mensual de la economía argentina, y si hacemos esto durante un año, el PBI anual. Se podrán imaginar que estamos hablando de números sumamente grandes. Por ejemplo, el PBI de 2020 fue de exactamente $27 billones (o de $2.250 millones en promedio por mes).

A la larga, lo que mide el PBI es la capacidad de producción de las empresas (asumiendo que tiende a haber una relación relativamente constante entre el nivel y la capacidad máxima de producción), lo que comúnmente se denomina el tamaño de la economía. Así, el análisis de su evolución en el tiempo refleja de manera bastante aproximada el desempeño económico, que como vimos, viene siendo muy flojo desde 2011.

Pero eso no es todo, el nivel de producción de una economía en un determinado período también refleja los ingresos totales que se generaron en ese mismo lapso de tiempo, es decir el tamaño de la torta.

Para entender este vínculo entre el valor de la producción y el nivel de ingresos -que en realidad es una identidad contable-, pensemos en lo que sucede con una empresa individual cuando decide aumentar la producción. En ese caso debe adquirir insumos (lo que implica comprarle a otras empresas), contratar nuevos trabajadores (lo que implica desembolsar nuevos salarios), pagar impuestos e incluso la posibilidad de invertir en maquinaria para aumentar su capacidad productiva. Todo eso redunda en una expansión de los ingresos y, si generalizamos esto para todas las empresas del país, llegamos a que el valor de toda la producción de bienes y servicios es exactamente igual a la cantidad total de ingresos que generó la economía durante ese período de tiempo.

Fíjense que si agarramos el PBI mensual ($2.250 millones) y lo dividimos por 45 millones (aproximadamente la población total del país), da unos $50.000 mensuales, que grosso modo sería el ingreso promedio por habitante. Eso sucedería en la realidad si el total de ingresos que genera la economía se distribuyera 100% de manera equitativa, pero sabemos que no es así.

De todos modos, por más redistribución que se haga, si la torta no se agranda es imposible que a la larga estemos mejor. O sea, lo más importante que se desprende de lo anterior es que hay una relación muy estrecha entre la producción, los ingresos y el empleo. Cuando se expande el PBI, sucede lo mismo con el total de ingresos y, por lo general, eso se traduce en una mayor generación de puestos de trabajo y una mejora del poder adquisitivo de toda la población. Esto, a su vez, tiene como consecuencia una reducción de  la cantidad de personas en situación de pobreza y que la distribución del ingreso se vuelva más equitativa (es decir, permite que la torta se agrande pero simultáneamente que los sectores de menores ingresos se lleven una tajada mayor que los sectores de ingresos más elevados).

En cambio, las crisis económicas obviamente generan el efecto contrario: se reduce la producción, aumenta el desempleo, se contraen los ingresos, aumenta la pobreza y la distribución del ingreso se hace más regresiva (se achica la torta, pero los que resignan una porción más grande son los sectores de menos ingresos).

El gráfico a continuación lo muestra a la perfección. Fíjense cómo la cantidad de personas en situación de pobreza se mueve siempre en línea con el grado de desigualdad en la distribución del ingreso, mientras que ambas se mueven en sentido inverso al PBI per cápita, confirmando lo que decíamos en el párrafo anterior. Hay un solo período donde esto no sucede, que es entre 1993 y 1998, donde a pesar de que la economía crece y aumenta el PBI, eso va de la mano con un incremento de la pobreza y la desigualdad (la explicación estuvo en las políticas económicas aplicadas durante esa época y si quieren profundizar sobre las causas les recomiendo el texto citado debajo del gráfico).

Evolución del PBI per cápita, la pobreza y la desigualdad en la distribución del ingreso

Fuente:Gasparini, Tornarolli y Gluzmann (2019).

Al comparar el período 2002-2011 con el 2011-2018 vemos la importancia que tiene el crecimiento para lograr la reducción de la desigualdad y sobre todo de la pobreza. Desde que la economía dejó de crecer a partir de 2011, la pobreza se incrementó y aumentó la desigualdad. Todo esto se profundizó con la pandemia y la fuerte caída del PBI en 2020.

Y si con eso no te convencí, todavía me queda un as en la manga: la comparación regional. Lo que sucedió en Argentina durante la última década podría verse matizado si fuese un problema compartido por toda la región. Pero no, como muestra acá Leopoldo Tornarolli, fuimos el único país que entre 2009 y 2019 retrocedió en términos de ingreso per cápita (familiar) y que se estancó en términos de desigualdad. El punto de 2009 muestra cómo era la situación de cada país para ese año en relación al PBI per cápita y al Coeficiente de Gini (el más utilizado para medir desigualdad), mientras que el punto de 2019 indica lo mismo, pero para ese año. Si el punto se corre a la derecha significa que entre esos años el ingreso per cápita aumentó, en tanto si se corre hacia abajo muestra que la desigualdad se redujo. Como se puede apreciar, todos los países salvo Argentina se corrieron a la derecha, con casos notables como el de Chile, Paraguay o Uruguay, mientras que la mayoría también se movió hacia abajo, con la excepción de Brasil (y Argentina casi no se modificó).

Ingreso per cápita familiar y desigualdad en la distribución del ingreso

Fuente: L. Tornarolli.

En definitiva, lo anterior sirve para tomar dimensión de lo importante que es el aumento sostenido del PBI para lograr que se mejore la calidad de vida de toda la población y en particular la de los sectores más vulnerables. Y por eso es tan necesario para Argentina lograr romper con este círculo vicioso que tiene atrapada a la economía hace 10 años, algo que requiere, primero que nada, la estabilización de la macroeconomía.

¿Más economía?

Te recuerdo que todos los sábados publicamos una nota sobre los indicadores económicos que salieron durante la semana: la economía cerró el 2020 con una caída del PBI del 9,9%, la más severa desde el 2002. El mercado laboral también lo sufrió, con un mayor desempleo y un empleo más precario. El resultado comercial volvió a ser positivo en febrero y se mantiene la senda alcista de los precios internacionales. Los ingresos fiscales crecieron por encima del gasto primario en febrero, pero aun así se observó un déficit fiscal moderado. La podés leer acá.

La economista argentina Silvana Tenreyro ganó el premio Yrjö Jahnsson que otorga la Asociación Europea de Economía (EEA) a destacadas/os economistas de menos de 45 años por sus investigaciones y trayectoria. Este reconocimiento lo obtuvieron antes, por ejemplo, Thomas Piketty o Jean Tirole. Silvana se especializa en temas vinculados con la política monetaria y economía internacional, además es profesora en la London School of Economics e integra el comité de política monetaria del Banco Central de Inglaterra. Pueden leer sus trabajos acá.

Como te comenté unas ediciones atrás, volvieron los seminarios de historia del pensamiento económico argentino organizados por los centros de estudios de la UBA y la Universidad Tres de Febrero. El del martes que viene a las 17 te lo recomiendo especialmente, porque es sobre uno de los economistas más lúcidos que tuvo Argentina, Marcelo Diamand. Más información, acá.

El podcast de esta semana se llama Curious, dedicado a analizar temas sobre el futuro y los avances tecnológicos. Hay un capítulo en particular que toca un tema económico sumamente relevante: ¿Cómo sería un mundo sin dinero en efectivo? Lo pueden escuchar acá.

Hasta acá llegamos por hoy. Ojalá que algo de todo esto te haya servido para que ahora entiendas un poco más de esta cosa tan difícil que parece la economía argentina. Si no aguantás hasta la semana que viene, la seguimos por acá.

Cenital.com

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