La Argentina que imagina Javier Milei atraviesa una etapa de revival menemista, pero no por la cercanía a economistas como Carlos Rodríguez o Roque Fernández, que ya quedaron fuera del trayecto emprendido por el mandatario electo. Sino por el regreso -no exento de polémica- de Rodolfo Barra al Gobierno, 27 años después de su paso por la administración de Carlos Menem.
Y por la designación de Martín Menem, el propio sobrino del fallecido riojano más famoso, para conducir la Cámara Baja, con la esperanza de que pueda absorver los consejos de su padre Eduardo, quien supo moverse con soltura en el Congreso, al punto de ocupar una banca durante 22 años y ejercer la presidencia provisional del Senado durante toda la década del 90.
En el fondo, con pocas bancas propias y el resquebrajamiento de Juntos por el Cambio, los libertarios prevén que necesitarán del voto del peronismo si quieren que, al menos, la ley Ómnibus con la que Milei plantea iniciar su recorrido presidencial, no quede estacionada en la terminal parlamentaria. Por lo pronto, fue la propia Cristina Kirchner quien le hizo saber que era preferible que ocuparan ese lugar con algún diputado de LLA, en lugar de optar por Florencio Randazzo, para quien ya le había pedido el voto en contra a sus legisladores, o Cristian Ritondo, el diputado con quien Macri esperaba plantar su bandera en el Congreso.
Ahora, mientras la grieta se multiplica -como nos muestra en este newsletter Matías Bonelli– será importante ver qué indicaciones baja el ex jefe de Estado a sus fieles en el recinto parlamentario y qué poder preserva entre ellos, luego del desembarco de Toto Caputo como próximo ministro de Economía y, sobre todo, el desplante de Patricia Bullrich -otra dirigente que supo llegar al Congreso en 1993 como parte de una lista menemista que encabezaron Erman González y Miguel Ángel Toma- para renunciar a la presidencia del PRO y sumarse como ministra de Seguridad de Milei sin la silla preciada de Diputados a cambio, como pretendía Macri.
El primer mensaje no tardó en llegar. En medio de la pulseada que mantiene con Juan Román Riquelme por las elecciones en Boca, se tomó unos minutos para desearles éxito a sus ex ministros y recalcar que la responsabilidad que asumen es un “compromiso personal”. Es decir, no viene con su partido incluido.
La decisión de Milei fue una muestra más del pragmatismo con el que encaró la etapa de transición, en la que la economía juega un papel clave, tanto por lo que sabe que no hará, como por lo que se intuye que pueda hacer de la mano de Caputo, como nos narra hoy Leandro Dario, al revisar los caminos que puede llegar a transitar en buscar de escapar al laberinto de las Leliq, Pases, cepo, déficit fiscal y otros males económicos que se presentan en un país en el que los remarcadores de precios extienden su hot week, proyectando una inflación anual del 180/200% que se combina con la retracción de la economía para darle paso al escenario de estanflación anunciado por el propio Presidente electo.
Habrá que ver si ante tal realidad, ese pragmatismo le permite encontrar las vías posibles para evitar estallidos de conflictividad, dado los ajustes que se plantean para equilibrar las cuentas. La sensibilidad social necesaria que, más allá de fórmulas ortodoxas o heterodoxas, utiliza la inteligencia humana para aplicar un plan que alcance los resultados esperados y no se quede a mitad camino, a diferencia de la artificial general que tanto seduce y tanto preocupa por estos días, como nos muestra en el cierre de este envío Matías Castro, en un interesante análisis sobre la evolución de una tecnología que llama la atención global.
El Cronista