El Gobierno anunció el Plan de Desarrollo Productivo Verde, y a su vez, definió incluir la construcción de 120 mil viviendas sociales con la instalación de termotanques solares. De esta manera se intentará buscar el estímulo que ponga de pie a una fabricación local que no ha mostrado un avance en los últimos años dentro del mercado de la termosolar y que hoy tiene dificultades en términos de competitividad.
Según estadísticas oficiales, son cerca de 4 millones y medio de hogares los que no cuentan con acceso al gas por red en nuestro país. Como respuesta a esta realidad, el Gobierno encuentra en la energía solar térmica una alternativa para que beneficiarios del plan federal de viviendas sociales puedan contar con agua caliente, en una iniciativa que estima que generará 800 puestos de trabajo en forma directa y más de 3 mil indirectos. No obstante, el espaldarazo que busca ofrecer el Estado a este sector productivo expone el escaso desarrollo que éste ha experimentado en la última década y que, constituido enteramente por pymes pequeñas, se vio cercenado en el número de fabricantes a nivel local: lo que en su momento supieron ser 23 empresas, hoy apenas son 6.
“Yo soy de los defensores de que las viviendas sociales tienen que salir con electricidad renovable y termotanques solares. Es una pequeña inversión por metro cuadrado de construcción y hay financiamiento internacional disponible por su carácter de renovable. El repago de la vivienda hace que el usuario tenga un costo tarifario más bajo y opera como un elemento redistributivo mucho más progresivo que un subsidio. Es doblemente virtuosa. Por déficit habitacional y porque aseguras una demanda a la producción de calefones solares argentinos”, dice Marcelo Álvarez, consultor independiente y ex presidente de CADER.
Al día de hoy, continúa siendo un sector muy pequeño que maneja una escala muy baja en comparación con lo que se puede observar en muchos otros países. “Cuando lo ponés como condición para construir 120 mil viviendas –señala Álvarez– hacés que las constructoras entren como parte del paquete. Y después de uno o dos años, tenés productores locales como pasó en Brasil, Uruguay o hasta en Chipre”.
Si una licitación pública estipula la fabricación de 120 mil unidades, un primer análisis podría llevar a pensar que la sola disposición de esta instancia para su fabricación en el territorio local puede significar un incentivo. Sin embargo, una cuestión fundamental reside en la capacidad de producción que tiene el fabricante local, es decir si el mercado nacional tiene efectivamente los recursos para satisfacer una demanda de ese tipo y en qué plazos.
Julián Tuccillo, miembro del Comité Argentino del Consejo Mundial de Energía, parte de la base de que “cualquier cosa que fomente la demanda y el crecimiento del mercado está bien, porque eso es lo que hace que se desarrolle”, sin embargo él recae en ver de qué modo se implementará este programa. Repara en que “las dos gestiones anteriores, de alguna manera, buscaron desarrollar la industria local, pero con el paradigma tradicional argentino de sustitución de importaciones, entonces si se sigue planteando de esa forma no se van a terminar de desarrollar más las pymes pequeñas”. Con el correr de los años, lejos de experimentar un crecimiento, esa receta no arrojó los resultados esperados, concluye.
“Y todo eso es porque no tienen la capacidad productiva industrializada que existe a nivel internacional desde hace una década”, explica. Esto llevó a que la producción de termotanques solares en Argentina se desarrollase en forma casi artesanal. “Soldados a manos, de una calidad inferior a los importados, sin cumplir estándares internacionales y con el doble de costos”, agrega Tuccillo.
Fuente: Energía Online/Revista Nuevas Energías