POR QUÉ, A CONTRAMANO DE LAS ENCUESTAS, LOS LIBERTARIOS INSISTEN EN LA BATALLA CULTURAL

Ningún estudio de opinión muestra que hoy en la Argentina haya interés en revertir las leyes de divorcio, matrimonio igualitario o aborto. Aun así, funcionarios y referentes de Milei persisten en plantear el tema. ¿Qué hay detrás de la estrategia?

Los nuevos cruzados de la batalla cultural libertaria, el secretario de Culto, Francisco Sánchez, y el diputado nacional Alberto “Bertie” Benegas Lynch dedicaron los últimos días a repetir en cuanto micrófono les ofrecieron críticas algo remanidas contra la ley de divorcio, la de matrimonio para parejas del mismo sexo y la de acceso legal al aborto. La Cámara de Diputados intentó repudiar los dichos del primero, pero el abroquelamiento de los bloques del PRO y de La Libertad Avanza (LLA) lo impidió. Unas semanas antes, el biógrafo de Javier Milei, Nicolás Márquez, fue tema de discusión nacional por pregonar en una radio que la homosexualidad es una enfermedad. Nadie en el Gobierno salió a desmarcarse, a pesar de que ninguna encuesta o estudio de opinión muestra hoy en la Argentina que algún sector social demande desandar esos debates.

En la última Encuesta de Satisfacción y Opinión Pública de la Universidad de San Andrés (1.006 casos entre el 17 y el 23 de mayo) los números son contundentes. La batalla cultural no pareciera ofrecer margen: el 72% aprueba el matrimonio igualitario, el 62% respalda la adopción en parejas del mismo sexo, un 70% está a favor de la adopción de medidas públicas para la protección de la población transgénero, y el 75% no cree que los transexuales sean enfermos. Parte del oficialismo pareciera entregado a instalar discusiones que no resultan interesantes para la sociedad.

Una primera lectura sobre la estrategia, siguiendo al politólogo y analista Andrés Malamud, apunta a las “cortinas de humo” que ayudan a borronear el protagonismo de la crisis económica. De hecho, el mismo estudio de San Andrés muestra que por primera vez la desaprobación (50%) supera la aprobación (48%) de la gestión de Milei (con una diferencia que, de todas maneras, está dentro del margen de error) y que los bajos salarios y la pobreza escalaron al primer y segundo lugar de las principales preocupaciones. Algunos datos llamativos del estudio: hasta los votantes de Juan Schiaretti en primera vuelta desaprueban hoy mayoritariamente la gestión nacional, que solo sostiene su impronta positiva en los votantes propios y los de Patricia Bullrich.

Y es ese dato (el abroquelamiento de la base electoral libertaria y ¿ex? macrista) el que permite tener otra lectura respecto de la instalación de discusiones que el contexto no pide. Para el analista político y titular de la consultora Alaska, Juan Courel, hay algo de la “narrativa de la anticasta” presente en la decisión. Algo de “venir a reformar todos los estamentos de la vida argentina”. “Le sirve como discurso de refuerzo a una base de apoyo que, más allá de cómo le vaya a este Gobierno, va a seguir afectivamente enlazada con la figura de Milei o el discurso libertario. Sirve como contraste y antagonismo profundo, no solamente con Alberto Fernández, sino también con el fracaso de Mauricio Macri por no haber sido tan radicalizado en las reformas que proponía. Esto sirve para alimentar esa narrativa”, detalla.

En ese discurso también hay un sostenimiento de la base electoral conservadora, que en varios países empieza a estar directamente relacionada con el género. La brecha ideológica entre varones y mujeres que detectó el Financial Times en el Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y Corea del Sur también se manifiesta en Argentina. Así lo reflejó el último y muy interesante estudio de la consultora Moiguer sobre la juventud local. Con tendencia a la profundización, en nuestro país (al igual que en el resto de los mencionados) los varones jóvenes son cada vez más conservadores y las mujeres jóvenes son cada vez más progresistas. Y esos varones jóvenes son los que, en la elección de Milei, empujaron el giro a la derecha que cruzó transversalmente a la sociedad argentina.

Para el politólogo y titular de la consultora Isonomía, Juan Germano, se conjugan dos cuestiones en la instalación de estos discursos por parte de LLA: la apuesta por la nitidez ideológica y los cambios que está mostrando la composición de su base de apoyo. “Hay una decisión estratégica de Milei de ser un dirigente nítido y mantener esa nitidez a como dé lugar. Esa hiper nitidez se da de distintas formas. Una de ellas es mantener algunos discursos públicos que solamente llegan a su electorado más duro”, detalla. Pero remarca que, al mismo tiempo, los sectores sociales que le dieron la victoria electoral al libertario y quienes hoy lo apoyan no son exactamente los mismos. “El número de Milei de noviembre tenía que ver con un votante que en el pasado había votado peronismo y votantes amarillos descontentos. La configuración actual se está empezando a transformar en niveles de apoyo más de clase media alta, sectores profesionales de ciertas zonas urbanas. En esos núcleos hay más preponderancia de algunos de estos temas”, puntualiza.

La profundización ideológica es una estrategia que el Gobierno dosifica en partes iguales con las muestras de pragmatismo (por ejemplo, la llegada de Guillermo Francos a la Jefatura de Gabinete) o la decisión de corregir políticas que tuvieron impacto negativo en la sociedad. El cerebro detrás de la estrategia es Santiago Caputo. Courel observa: “La mayoría de los presidentes, a seis meses de asumir, goza de una aprobación mayor o igual que la que tiene Milei hoy. Pero este discurso tan inflamable va a empezar a mostrar cierta contradicción con una gestión que no va tan a todo o nada. Lo que pasó con la Ley Bases, con China, con las universidades, las prepagas, el Papa, las tarifas… hay muchos ejemplos de sus retrocesos que expresan una contradicción entre lo que Milei dice y lo que hace. Esas contradicciones, cuando los resultados no aparezcan, pueden dañar su imagen”. Mientras tanto, y para demorar la llegada de ese momento, hay batalla cultural.

*Foto: Santiago Caputo.

Cenital

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