Su regreso a escena con un convenio con la superministra Pettovello. Los cuestionamientos que recibió su tratamiento por parte de sociedades médicas y su exposición contra el aborto, donde dijo que el preservativo no previene el VIH.
La reaparición del médico Abel Albino no pasó desapercibida. Es que el médico y titular de la Fundación Cooperadora Nutrición Infantil (CONIN) firmó esta semana un acuerdo con el Ministerio de Capital Humano a cargo de Sandra Pettovello y no tardaron en aparecer las críticas ante el polémico perfil del pediatra: militante del Opus Dei y antiaborto, llegó a decir que el “preservativo no sirve para nada” y que el virus del VIH es capaz de atravesar la porcelana.
Albino es desde siempre un hombre conocido en la comunidad médica argentina. Pero tuvo un pico de popularidad en dos ocasiones: cuando fue convocado en reiteradas ocasiones en 2015 por el programa Periodismo Para Todos (PPT) de Jorge Lanata, y tres años después, cuando el Congreso debatió la Interrupción Voluntaria del Embarazo y tuvo frases cuanto menos desafortunadas para defender su postura en contra de lo que después fue una ley.
Al igual que durante la presidencia de Mauricio Macri, el gobierno nacional vuelve a confiar en el trabajo del doctor Abel Albino para afrontar la desnutrición infantil en el país. Ahora, el acuerdo busca el mismo fin por medio de tareas conjuntas entre el Estado y 100 centros Conin de toda la Argentina, junto con 1500 instituciones dedicadas a la ayuda alimentaria. “La principal riqueza de un país es su capital humano, es el camino a seguir y cuidar”, diojo Albino.
Pero más allá del convenio, la figura de Albino no deja de llamar la atención, porque cuando firmó un convenio con el Estado durante el macrismo recibió críticas de sociedades de medicina que le achacaron que su método para combatir la desnutrición no contaba con aval científico.
Una de ellas fue la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) manifestó su malestar sobre las “presuntas fórmulas para combatir la desnutrición” que argumenta Albino, “carentes de evidencia científica y alejadas de una concepción integral de la salud”.
Después llegó el momento del debate por el aborto
Como ocurre con cada ley, el Congreso cita a exponentes relacionados con un tema para que expongan su visión a cerca de qué debe pasar con el proyecto y su argumentación. Y así ocurrió con el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que entre otros convocó a Albino.
El pediatra estudió Medicina en la Universidad Nacional de Tucumán y luego en la Universidad Nacional de Cuyo. Luego se especializó en Pediatría en Chile y en 1992 viajó a Navarra para profundizar sus conocimientos en Biología Molecular. En 1993 regresó y fundó Conin en Mendoza. Forjó una carrera combinada con sus creencias religiosas y sobre esa base se paró para exponer en el Congreso.
Allí, en el anexo de la Cámara de Diputados frente a otros referentes y frente a diputados y diputadas, el médico no tuvo pelos en la lengua para pronunciar: “Me dan ganas de llorar. Soy un hombre de 71 años, tener que venir a una Cámara de senadores de la Nación a pedir que no maten a los niños“.
“Nuestro país es enormemente grande, enormemente rico y peligrosamente vacío ¿Y vamos a matar chicos cuando necesitamos chicos? Una mujer embarazada es un tesoro para el país y su hijo es una joya“, pronunció Albino en su discurso de julio de ese año.
“En el derecho romano y proletario, ¿qué le aportaba a la polis romana? Prole. Necesitamos gente, necesitamos gente, ¡por favor! Tenemos 10 veces más territorio que Italia y la mitad de la población de Italia. Es el primer país del mundo en generación de riqueza y el primer país del mundo en riqueza en relación a sus habitantes. Sarmiento nos decía ‘es un país vacío'”, expresó en ese entonces.
Y como se mencionó antes, tampoco tuvo reparos para oponerse al uso de preservativos. “No sirven contra el SIDA“, manifestó sin ponerse colorado. Para él, ese virus es capaz de traspasar porcelana.
A su vez, Albino cuestionó directamente a los integrantes del Congreso. “Son ustedes los que van a poner el gancho, van a tener las manos manchadas de sangre de esas criaturas”, lanzó casi como una amenaza.
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