Los intendentes bonaerenses del partido amarillo quedaron afuera de la mesa de decisión. Los que critican el acuerdo sostienen que el mileísmo se impondrá en CABA en octubre.
“Sí, estamos en otra etapa. Ahora el partido quedó en manos de un grupo de amigos que va a dirigir el macrismo para que sea conducido por La Libertad Avanza”, se lamentó un dirigente bonaerense del partido amarillo que este viernes salió más preocupado de lo que entró a la asamblea del PRO de la provincia de Buenos Aires. El encuentro mandató a Cristian Ritondo para cerrar un acuerdo con La Libertad Avanza, con un breve debate que finalmente consolidó un nuevo núcleo de conducción encabezado por el diputado, como titular del PRO, y dos de sus amigos de siempre, el legislador nacional Diego Santilli y el exintendente de Lanús, Néstor Grindetti, que encabezó el encuentro.
A esos vínculos se refirió el dirigente consultado por Tiempo que, al igual que otros jefes comunales amarillos, sostiene una versión muy distinta a la que ventilan quienes resultaron victoriosos del encuentro partidario para cerrar la alianza violeta el próximo ocho de julio y la inscripción de candidaturas el 19.
Los tiempos estaban corriendo con mucha vertiginosidad para el partido amarillo y en zona de descuento. La contorsión más dolorosa la tuvo que afrontar el expresidente Mauricio Macri, que sigue al frente del partido a nivel nacional, cada vez con menos poder de influencia y, desde hace un mes, a merced de la negociación que Ritondo, Santilli y Guillermo Montenegro llevan con la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y el armador bonaerense Sebastián Pareja.
El planteo del Gobierno no ha sido distinto al tratamiento distante que han recibido otras fuerzas provinciales que quisieron pactar con los libertarios. Las condiciones impuestas implican aceptar el color violeta, permitir que los primeros lugares de las listas sólo queden en manos de La Libertad Avanza y cerrar el pacto a nivel provincial, con una acción de oro disponible en manos de los libertarios para terciar en los armados de las listas para las ocho secciones electorales y también en cada uno de los 134 municipios.
“La asamblea no le salió tan bien a Cristian. Los intendentes que responden a (el alcalde porteño Jorge) Macri se siguen sintiendo afuera de todo y creen que los van a perjudicar o, directamente, van a quedar sin poder poner a nadie en la lista de concejales de su municipio. Hay algo peor incluso: no poder incidir en nada para el armado de cada una de las secciones”, analizó en diálogo con Tiempo uno de los testigos directos de la trabajosa negociación que sostiene un sector del PRO y que repudia otro.
Los que están quedando afuera de todo son intendentes como Pablo Petrecca, titular del ejecutivo comunal de Junín o la propia titular de Vicente López, Soledad Martínez. Para ellos no hay lugar y tampoco para que puedan definir algo en la mesa grande de negociación que, más allá de la asamblea, todavía tiene un largo camino por recorrer.
La cortina de hierro que los hermanos Milei están construyendo en torno a esos intendentes tiene un destinatario concreto: los primos Macri y la zona elegida para condicionarlos empieza en territorio bonaerense, pero termina en la Ciudad de Buenos Aires. El PRO ya tuvo una primera derrota en las elecciones porteñas legislativas del 18 de mayo. El revés fue para los Macri e implicó el cuarto lugar en los comicios capitalinos.
Además de la escala prevista en provincia para el 7 de septiembre, la siguiente escala de la Ciudad será en las legislativas nacionales del 26 de octubre, con Boleta Única de Papel.
El cerrojo que comenzó a tejerse en la asamblea bonaerense tendrá una réplica en la Ciudad. Los gestos que finalmente está convalidando Ritondo se extenderán inexorablemente al territorio originario del PRO. La lectura de quienes desconfían del acuerdo y que ven una jaula de oro para los Macri, vaticinan que el cierre de la alianza bonaerense anticipa la misma arquitectura en la negociación que se viene para el 26 de octubre.
“Con este saldo los Macri no tienen chance de cerrar mejor en la Ciudad. LLA los va a condicionar en esa elección y buscará conseguir los 50 puntos o la mayor cosecha posible para sepultarlos electoralmente”, aseguró el dirigente.
La tensión sobre octubre se cocina desde la derrota de mayo. Sin embargo, todavía quedan muchos temas por definir después de la asamblea del viernes que condujo Grindetti y empoderó a Ritondo. Si no hay chances para quienes responden a Jorge Macri, es posible que la tensión escale y que Ritondo pueda echar mano a los votos que tienen en la Mesa Ejecutiva del partido para terminar de condicionarlo. Los que no digieren el acuerdo bonaerense con LLA admiten que si tensan el intercambio, Ritondo, Santilli y Grindetti podrían llevarse a la mayoría del partido con los libertarios, junto a los intendentes que están de acuerdo con pintarse de violeta con tal de no seguir perdiendo o confirmar los sondeos que le deparan al PRO una cosecha de seis puntos si juega solo con la marca que en otro momento fue muy competitiva.
La alquimia que sirve para barrer esas desconfianzas debajo de la alfombra pasa por cerrar un frente unido contra el kirchnerismo. Con esa oferta electoral podrían cerrar nuevos acuerdos con un sector del radicalismo bonaerense, que conduce el senador Maximiliano Abad y con los partidos vecinalistas que piden pista. Otros no quieren y temen que esa instancia sea aún peor. El problema adicional es que dentro de la Casa Rosada consideran que el arresto domiciliario de Cristina Fernández de Kirchner no le sirvió al oficialismo porque unificó a un peronismo que hasta hace dos meses parecía partido de forma irreversible.
Cada uno de los amargos momentos que transita el PRO son seguidos muy de cerca por el expresidente Macri. Mantiene silencio, dice a sus allegados que busca el mejor acuerdo posible, pero no pierde de vista que el gobierno avanza en una pinza contra él y su primo.
Si se cristaliza la decisión de la Rosada de jugar a fondo en la Ciudad para el 26 de octubre es posible que sea la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la que acepte enfrentarlos. El mayor problema es que no tiene forma de evitarlo, en un momento donde las riendas del partido ya quedaron en otras manos. El último bastión sigue siendo la Capital y desde esta semana corre más peligro que antes.
Tiempo