El trabajoso buen entendimiento que habían alcanzado el gobierno argentino y la administración de Jair Bolsonaro volvió a quedar empañado. Las desavenencias, esta vez, no tienen que ver con diferencias políticas sino con una decisión estrictamente comercial que generó un fuerte malestar en la embajada de Argentina en Brasilia.
El gobierno brasileño acaba de reglamentar un decreto que autoriza de forma permanente una cuota de importación mínima de 750.000 toneladas de trigo en grano libre de aranceles para países ajenos al Mercosur. La decisión perjudica directamente a la Argentina, históricamente el mayor proveedor de trigo a Brasil.
El decreto 10.557 que lleva la firma, entre otros, del presidente brasileño Jair Bolsonaro y de la ministra de Agricultura brasileña, Tereza Cristina, institucionaliza algo que en la práctica ya venía sucediendo cuando Brasil acababa importando una cuota extra de trigo fuera del Mercosur.
El malestar en la embajada que conduce Daniel Scioli se debe a que la cuota, antes considerada excepcional, quedó ahora institucionalizada. El cereal que llegue fuera del Mercosur no deberá pagar el arancel de 10,5%, decisión que podría acabar disminuyendo la participación argentina en las importaciones de trigo a Brasil y favorecer a otros exportadores del grano como Estados Unidos o Canadá.
“Expreso mi profunda preocupación y rechazo por el decreto 10.557 de la República de Brasil”, tuiteó anoche Scioli.
“Cabe recordar que el trigo representa el 15% del monto total de nuestras exportaciones a Brasil, y es uno de los tres principales productos exportados”, agregó el embajador, que sorprendió por el tono de su mensaje.
La decisión brasileña se encuadra en lo que fuentes de Itamaraty definen como una “visión diferente” respecto de la Argentina sobre el rumbo que debe tomar el Mercosur, buscando flexibilizarse al alcanzar acuerdos con nuevos mercados.
Las diferencias comerciales entre países no son nuevas. El Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, por caso, reclamó a fin del año pasado por las trabas a los productos brasileños que estaba aplicando el gobierno argentino para proteger sus divisas, en una nota en la que pidió mayor integración y menos medidas proteccionistas.
Aunque la relación política se haya recompuesto parcialmente a partir de la llegada de Scioli a Brasilia, en un proceso que culminó en 2020 con el primer diálogo entre Alberto Fernández y Bolsonaro, los desacuerdos comerciales aparecen como más difíciles de zanjar. Fuentes diplomáticas aseguran que la decisión brasileña “daña en su espíritu” al bloque Mercosur, que en marzo cumplirá 30 años de la firma del Tratado de Asunción, que dio origen formal al bloque.
Scioli se reunirá este mediodía en el Ministerio de Relaciones Exteriores con Pedro Miguel da Costa, secretario de negociaciones bilaterales y Mercosur, para tratar el decreto de la discordia. Mañana está prevista una segunda reunión con funcionarios brasileños en el palacio del Planalto.
La Nación