Las represas modernas pueden contener enormes masas de agua, lo que puede tener efectos de gran alcance río abajo si fallan.

Cuando los ingenieros de represas planifican para los peores escenarios, el sabotaje generalmente no forma parte de su evaluación de riesgos.

“Normalmente no diseñamos presas pensando en la guerra o en explosivos”, dice Rafael Morán, de la Universidad Politécnica de Madrid, profesor de ingeniería civil especializado en protección de presas. “No es una hipótesis para diseñar”.

A principios de esta semana, las minas explotadas colocadas en la represa de Kakhovka en Ucrania liberaron grandes volúmenes de agua del embalse de Kakhovka hacia las ciudades y granjas río abajo.

Las catastróficas inundaciones han dejado a cientos de miles de ucranianos sin acceso normal al agua potable.

Moran pone la escala del lanzamiento en contexto. "Este embalse contiene 18 kilómetros cúbicos (4,7 billones de galones estadounidenses) de agua", dice. "Eso es un tercio de toda la capacidad del embalse en España".

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La represa Kakhovka se construyó a lo largo del río Dnipro en la década de 1950 como parte de los planes del líder soviético Joseph Stalin para cambiar el carácter natural de la región y lo que él veía como las características desagradables de los humedales. Alrededor de 34.000 personas fueron reasentadas.

“Al controlar los humedales, haciéndolos desaparecer bajo un nuevo mar artificial, el régimen [soviético] consolidó su presencia económica y política en el territorio. Un entorno tecnológico controlado exclusivamente por el partido reemplazó a un entorno que había sido difícil de controlar, escriben los historiadores ambientales Stefan Dorendel y Anna Olenenko en el libro Un nuevo orden ecológico, sobre la transformación de la naturaleza en Europa del Este.

Entonces, la ironía es que, si Rusia tiene la culpa (la BBC no pudo verificar las afirmaciones de Ucrania el martes), entonces sería una decisión militar que revertiría esa enorme empresa.

 Infracciones históricas Tales rupturas catastróficas de represas son raras. Pero cuando suceden, a menudo pueden cambiar la forma en que se diseñan y evalúan los riesgos de las represas futuras. Algunos ejemplos de catástrofes comparables de la historia incluyen:     La falla de las represas de Bouzey y Habra en Argelia a fines del siglo XIX abrió los ojos de los ingenieros al efecto de la "presión de elevación", una fuerza vertical causada por el peso del agua en la base de la represa.     La ruptura de la presa de Malpasset en Francia, que mató a más de 400 personas en 1959. En ese caso, el análisis posterior reveló una debilidad geológica hasta ahora desconocida debajo de los cimientos de hormigón que fue desplazada por el peso de la presa. Los ingenieros y geólogos ahora deben diseñar y verificar tales problemas antes de la construcción.     El desastre de la presa de Vajont en Italia, que se desbordó en 1963 cuando un deslizamiento de tierra cayó en el embalse y provocó un tsunami. Llevó a los ingenieros a incluir el riesgo de inestabilidad de taludes sobre el embalse en sus evaluaciones. "Antes de esto, el deslizamiento de masas no se consideraba un problema", dice Moran.     La falla de 1976 de la represa Teton en Idaho, EE. UU., mató a 11 personas y causó daños por alrededor de $ 400 millones (£ 320 millones). Las investigaciones revelaron deficiencias de diseño y una construcción mal implementada en los cimientos que ignoraba la geología local y permitía la erosión interna y el agrietamiento. Muchas evaluaciones de riesgo de represas completadas hoy en día se enfocan en prepararse para eventos en una escala menos catastrófica. No obstante, las fallas de las represas son sorprendentemente comunes. En los EE. UU., donde hay más de 90 000 represas, ha habido un promedio de 10 fallas por año desde mediados del siglo XIX, aunque solo el 3,8 % de esas fallas han resultado en una o más muertes. 

Un problema particularmente pernicioso para los ingenieros de presas en la actualidad es el cambio climático. La amenaza de "desbordamiento" es cada vez más un riesgo de falla para las represas antiguas, diseñadas cuando los niveles máximos de inundación eran más bajos. "Los aliviaderos no tienen suficiente capacidad", dice Moran.

Adaptar los aliviaderos para hacer frente a esta agua adicional puede ser costoso, pero existen soluciones simples pero innovadoras, como colocar losas de concreto para formar una especie de canalón en la pendiente seca de una presa para atrapar el agua desbordada y redirigirla, explica. .

Tal vez sea demasiado pronto para decir cómo, o si, la catástrofe de Ucrania influirá en el diseño de futuras represas.

Moran entiende que el Ejército de EE. UU. ha realizado pruebas para ver qué tan vulnerables podrían ser las represas de EE. UU. al sabotaje con explosivos, pero no han hecho públicos los resultados.

Sin embargo, señala que para muchas grandes represas hechas de concreto (represas de mampostería) o tierra (represas de terraplén), el sabotaje del tipo visto en Ucrania no sería tan sencillo. Necesitarías una gran explosión para causar daño a una estructura como, por ejemplo, la Presa Hoover de concreto, porque es muy robusta y ancha.

Lo que hizo vulnerable a la represa Kakhovka, explica Moran, fue que el flujo de agua estaba controlado con puertas de metal, que habrían sido relativamente fáciles de romper con las minas.

 Esa relativa facilidad de destrucción ha hecho que la ruptura de Kakhovka se convierta en una falla de presa en una escala que no se había visto en Europa durante décadas. Es probable que las consecuencias se prolonguen durante meses, y no solo en términos del daño inmediato. Durante décadas, el agua del embalse de Kakhovka ha ayudado a regar tierras de cultivo en toda la región, que antes era árida en los calurosos meses de verano. "Tendrá consecuencias para el sector agrícola en Ucrania", dice Moran. “Y eso es muy grande porque están alimentando al mundo”.
 

BBC