El desplome del precio de las acciones argentinas fue notable este año. La petrolera YPF fue una de las más afectadas por la crisis financiera. La acción cuesta menos de 600 pesos en la bolsa porteña y se vende debajo de los 9 dólares en el mercado de Nueva York.
El valor bursátil de la firma es la tercera parte respecto del que tenía a principios de 2018. Los inversores por el momento no se entusiasman con los ingresos potenciales de la explotación de Vaca Muerta, la segunda reserva de shale gas más grande del mundo.
El mercado mira otras variables de corto plazo. El principal elemento que considera es que hubo una falta de pericia para manejar la operación financiera de la petrolera. El último balance muestra que la firma tiene una liquidez de 1587 millones de dólares pero en esa caja computa bonos del Gobierno como el Bonar 2020. La incertidumbre por el reperfilamiento y la capacidad de repago de los títulos públicos juegan en contra.
El otro elemento de desequilibrio para YPF es el perfil de vencimiento de su deuda con inversores privados, proveedores comerciales y bancos. Los compromisos financieros aumentan en forma escalonada en los próximos años. Los pagos de deudas para 2019 acumulan 961 millones de dólares. En 2020 el monto de los vencimientos se eleva hasta 1082 millones de dólares y en 2021 alcanza un pico de 1450 millones.
La devaluación del tipo de cambio no colabora para licuar esta deuda sino que empeora el problema del repago. El 92 por ciento de los pasivos se encuentra emitido en moneda extranjera y los ingresos principales de la firma se generan en moneda local por las ventas a consumidores del mercado interno. La tasa de interés promedio del financiamiento pagado por YPF es del 7,5 por ciento (medida en moneda dura). La renovación de esta deuda no podría hacerse ahora por menos del 10 por ciento.
El flojo desempeño de la acción de la petrolera no se debe únicamente a factores financieros. Los datos de la producción real de la firma tampoco arrojan un resultado optimista. El último balance trimestral tiene cuatro indicadores alarmantes: el horizonte de reservas bajó un 12 por ciento, las inversiones retrocedieron el 18 por ciento, la producción de gas marcó una caída del 5, la producción upstream cayó 8 y las ventas mermaron 2,9.
Los resultados netos de la empresa marcaron una pérdida de 2327 millones de pesos en el período de mayo a junio y acumularon un rojo de 10.480 millones de pesos en los primeros 6 meses del año. En el primer semestre de 2018 el resultado neto de la petrolera había arrojado una ganancia de 7494 millones. En ese momento no había impactado en forma plena el efecto de la corrida cambiaria y el desplome del mercado interno.
Los inversores privilegian los problemas de corto plazo de la compañía. Por ahora no los inmuta el potencial de mediano y largo en Vaca Muerta (la petrolera estatal cuenta con el 40 por ciento de la superficie para explotar de este yacimiento no convencional). El precio internacional del petróleo no colabora para potenciar las inversiones en el sector de combustible no convencional. Se ubica en 58 dólares y en el sector aseguran que deja en el límite la ganancia. La volatilidad del crudo en los últimos años fue impactante. El barril cotizaba arriba de los 100 dólares en 2014. A finales de 2015 costaba la tercera parte (llegó a caer abajo de 30 dólares) y en noviembre del 2018 superó los 70 dólares.
Fuente: Página 12 – Por Federico Kucher