A DÓNDE APUNTAN LAS ARMAS DE LA DIPLOMACIA

En la teoría musical se llama preludio a una pieza que se toca o canta para ensayar la voz, probar los instrumentos o fijar el tono, antes de comenzar la ejecución de una obra musical. Es incierto, por ahora, si este nuevo “concierto de las naciones” es simplemente una prueba, o la obertura a un nuevo y peligroso escenario de conflictos militares.

A primeras horas del viernes se reportaron explosiones en la provincia de Isfahán, Irán, donde se ubica un centro de investigación nuclear clave del régimen de los ayatolás. Al mismo tiempo, otras explosiones se confirmaron en Irak y Siria, socios de Teherán en la región. Se activaron las defensas antibalísticas de Irán y se confirmó un ataque israelí, en represalia por un ataque anterior de Irán. 

Se sigue recrudeciendo el conflicto en Medio Oriente lo cual, en sí mismo, no es una novedad. Pero esto se da en un contexto delicado, ya que se están apilando las presiones chinas sobre Taiwán, la invasión rusa sobre Ucrania no se detuvo y existen actualmente conflictos armados a gran escala en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria. De hecho, un informe de 2023 del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés) confirmó que aquel fue el tercer año de mayor violencia registrado hasta ahora desde el final de la Segunda Guerra Mundial solo superado por 1950 (Guerra de Corea, 550.000 muertes) y 1994 (Genocidio en Ruanda, 800.000 muertos).

Ante este escenario, cabe preguntarse ¿qué está pasando en América Latina, una zona históricamente pacífica en comparación con Asia, África y Europa? El último conflicto armado que experimentó la región se remonta a 1995 durante la llamada “Guerra del Cenepa” o “Conflicto del Alto Cenepa”; un conflicto armado por la cordillera del Cóndor sobre la cuenca del río Cenepa que enfrentó a Perú y a Ecuador. El conflicto territorial se dirimió sin una declaración de guerra formal y las actividades militares se limitaron a territorios sin demarcar en la selva alta. 

Pero ahora, a tono con el clima internacional, existen varios focos de conflicto en la región que podrían encender los fuegos del conflicto armado otra vez. Con el final de la Guerra Fría y el cambio de milenio, la región se pacificó aún más: algunos países incluso debilitaron o abolieron sus fuerzas militares. Costa Rica las eliminó en 1948. Panamá hizo lo mismo en 1990. En 2022, la región sólo gastó el 1,1% de su PIB en defensa, es decir, lo mismo que gasta el África subsahariana. Los aviadores paraguayos utilizan hoy helicópteros de segunda mano que estuvieron en servicio por última vez en Vietnam. Pero esto, también, está cambiando.

El gasto militar mundial de 2022, último dato completo, trepó hasta los u$s 2,2 billones, según datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés). Unos u$s 961.000 millones se gastaron en el continente americano, aunque tanto como el 94% responde a gastos de Estados Unidos y Canadá. Específicamente, en América Latina, los gastos de defensa representaron unos u$s 57.200 millones durante el mismo período, lo que supone un aumento del 0,8% en comparación con el año anterior.

Brasil (con u$s 20.000 millones en gastos militares) viene reforzando su ejército. En 2014, Brasilia hizo un pedido de 36 cazas Gripen a Suecia para mejorar sus capacidades aéreas, por un valor de u$s 5.040 millones. Cuatro cazas más se añadieron al contrato en 2022. El país recibirá refuerzos hasta 2027. Un año antes, la Fuerza Aérea Brasileña otorgó un contrato a la filial de Lockheed Martin Corporation, Sikorsky, para proporcionar apoyo logístico a los 16 helicópteros UH-60L Black Hawk de Brasil durante un periodo de cuatro años. Lula espera elevar el gasto militar del país durante 2024 al 2% del PBI.

Argentina también ha realizado importantes inversiones para reforzar su ejército. A los seis helicópteros Bell 407GXi a Textron Inc. se sumaron 24 cazas F-16 de Lockheed Martin Corporation de Dinamarca. Colombia también incorporó jets F-16 a sus fuerzas.

Por su lado, Venezuela casi duplicó su presupuesto para 2024 a 730.000 millones de bolívares (o lo que es lo mismo, u$s 20.500 millones) mientras que por primera vez prevé un gasto especial para la defensa de la región del Esequibo de manera formal en el documento presupuestario.

El nuevo precio de la guerra en América Latina

Los países latinoamericanos se lanzaron a la carrera de fortalecer su presupuesto de defensa y equipar a sus ejércitos en medio de roces diplomáticos que tiñen las relaciones internacionales de la región. Enfrentamientos como la reciente irrupción de Ecuador en la Embajada de México en Quito podría ser uno de los puntos de quiebre de un período de pacífica reciprocidad en el territorio. Las fuerzas policiales allanaron la cancillería de manera ilegal y por la fuerza con agentes armados para detener al exvicepresidente Jorge Glas, quien recibía asilo político, y fue trasladado a una cárcel de máxima seguridad por las autoridades ecuatorianas. La escalada de violencia demostrada por el presidente Daniel Noboa hacia su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, demuestra que las diferencias políticas y discursivas podrían traspasar las fronteras de lo diplomático y en tal caso, los países se encuentran más y mejores preparados en sus ejércitos para entrar en conflicto.

A este escenario de latente violencia armada se suma la crisis política de Haití donde el líder de las bandas armadas “Viv Ansanm”, Jimmy Cherizier, llamó a una guerra civil si el primer ministro Ariel Henry no dimite de su cargo y llama a elecciones. Y la que podría ser el mayor indicio de una inminente guerra en las Américas es la alarmante disputa de Venezuela con Guyana por la autoridad de Esequibo, una porción de 160.000 kilómetros cuadrados de territorio en la división fronteriza donde fue hallado un yacimiento petrolero en el mar Atlántico; que representa una nueva fuente del combustible no renovable que impulsa la mayor parte de la economía venezolana. Aquí aparecen en juego intereses de comercio internacional, disposiciones limítrofes, alianza entre países y complots que podrían desembocar en algo más que desacuerdos diplomáticos y resoluciones de la ONU.

Nicolás Maduro aprobó en diciembre último un referéndum con el cual se anexionó unilateralmente la porción del territorio, desafiando la orden de la Corte Internacional de Justicia de suspender la votación que obtuvo la aprobación del 95% de los votantes. Fue entonces cuando ordenó a la empresa estatal petrolera de Venezuela la extracción del combustible. Lo que provocó una reacción inmediata de Brasil, país limítrofe, al enviar tropas a su frontera con Venezuela, que como uno de los principales importadores de petróleo vio peligrar el suministro del insumo.

El alcance de las Naciones Unidas parece no ser suficiente a las crecientes tensiones que se registran en la región, de las que tienen participación de manera indirecta en la influencia de los Estados Unidos y China a través de las relaciones comerciales y acuerdos de inversiones. Mientras la República Popular China desplaza a Taiwán de América Latina -solo Guatemala, Haití, Belice y Paraguay reconocen la independencia del país como Nación- el territorio gobernado por Joe Biden sigue de cerca el peso que gana occidente como potencia en el continente y con sus propios aliados bilaterales. Mientras Argentina busca ser aliado global de la OTAN, tal y como expresó el ministro de Defensa argentino, Luis Petri, el pasado 18 de abril en una reunión con el secretario general adjunto del organismo multilateral, Mircea Geoan. De esta manera, Milei da un giro a la política exterior argentina al querer reforzar sus lazos geopolíticos con Estados Unidos y la Unión Europea, y se para de la vereda de enfrente de Rusia, considerada la principal amenaza para la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Para coronar, los mandatarios latinoamericanos miden sus fuerzas en entredichos que se acumulan frente a las tensiones. Declaraciones como las del ecuatoriano Noboa contra su par de México, a quien invitó a “comer un ceviche y tacos” para dirimir la disputa frente al asilo político de Glas, no hacen más que bajar el precio a las discusiones políticas, ridiculizar a los jefes de Estado, e iniciar una campaña de desprestigio lo que podría llegar hasta perjudicar la fortaleza de su imagen. Otra muestra de falta de respeto fueron las expresiones de Milei al tratar a AMLO de “ignorante” y disparar contra el mandatario de Colombia, Gustavo Petro, al tratarlo de “asesino terrorista”. Estas no dejan dudas de las crecientes manifestaciones de violencia también en lo discursivo.

Dada la complejidad de las relaciones internacionales en América Latina y la hostilidad existente en los vínculos diplomáticos entre sus mandatarios, el crecimiento de la violencia en la región se hace notar. Comienzan a aparecer los primeros indicios y pruebas que el continente estaría listo para el estallido bélico, pero se deberá esperar a conocer cuánto más podrán escalar los enfrentamientos, cuánto pueden resolver las declaraciones oficiales de la ONU, y hasta dónde llegará la influencia de las potencias como Estados Unidos, la Unión Europea o Rusia antes de resolver las diferencias a través de las armas.

El Cronista

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