Suba de precios de alimentos, prepagas, tarifas, nafta, colegios y la lista sigue y sigue golpeando cada vez más los bolsillos de los argentinos.

En el Gobierno ya ven una desaceleración importante de la inflación en un camino que consideran exitoso. El mercado también lo ve y los bonos CER ya estan priceando una inflación de un dígito en los próximos meses. Sin embargo, los argentinos que cada vez se tienen que ajustar más aún «no la ven», como diria nuestro presidente Javier Milei.

Nada les gustaría más que poder verla, ver que los salarios alcanzan para comprar cada vez más y no para cada vez menos, en una economía donde al menos 1 de cada 3 trabajadores está por debajo de la línea de pobreza. Es decir, trabajan e igual no llegan a fin de mes.

Según datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, en 2023 se identificó que el 32,5% de los ocupados son pobres. Si se toman en cuenta los asalariados del sector formal la cifra alcanza el 19,7%. Es decir que casi el 20% de los asalariados registrados son pobres. La cifra se dispara al 37,5% cuando se analiza lo que sucede en el sector informal con los que cobran un sueldo y al 44,2% en el caso de los cuentapropistas.

Los datos de la UCA son del año pasado, corresponden a la anterior gestión gubernamental, pero marcan un punto de partida para el actual. En 2024 este fenómeno no hizo más que agrandarse, teniendo en cuenta la aceleración inflacionaria de los primeros meses del año.

Sólo teniendo en cuenta los datos oficiales de enero y la variación interanual, se aprecia una caída de los salarios reales del sector público de 24,3%, una del sector privado registrado de 13,9% y una aún más grande del sector privado no registrado, en torno a 36,7%, según datos cálculados por el economista Nadin Argañaraz. Licuación de salarios, licuación de jubilaciones, licuación de la clase media. Disculpen, si aún no la vemos.

El Cronista