La semana en la que el dólar puso en vilo a la Argentina, el vértigo se apoderó de los canales de televisión, que transmitían minuto a minuto la cotización de la divisa estadounidense; de los arbolitos que florecían en las calles de la City; y también de los comerciantes que retiraban productos de la venta, argumentando que no sabían su costo de reposición. Pero los que vivieron con más zozobra las últimas horas fueron los analistas financieros, que sintieron en carne propia cómo el Gobierno endurecía su discurso contra “los especuladores” y cómo funcionarios públicos visitaban las oficinas de destacadas sociedades de bolsa.
El hilo de Sergio Massa del martes, cuando el dólar blue trepó a los $ 497, fue enfático. Dijo que usarían todas las herramientas del Estado para detener la corrida y advirtió con denuncias en la justicia penal económica. Esa misma tarde empezaron los operativos. Primero, funcionarios de la Unidad de Información Financiera (UIF) y de la Comisión Nacional de Valores (CNV) allanaron las oficinas de TPCG Agente de Valores.
Dos días después, funcionarios públicos fueron a las oficinas de Personal Portfolio Inversiones (PPI) y de Invertir en Bolsa (IEB), dos Agentes de Liquidación y Compensación (ALyC) que difunden informes de Research de alto impacto en el mercado.
No se trataron de allanamientos. Pero los especialistas financieros sintieron la respiración en la nuca de los sabuesos del Estado. La cautela escaló en la City a niveles récord, como el dólar. Nadie quería ser el próximo Max Capital, que quedó bajo la mira de los reguladores tras difundir entre sus clientes el falso rumor de una devaluación que, luego, no se concretó.
La preocupación no sólo pasaba por enfrentar sumarios administrativos en la CNV, sino también por recibir inspecciones de la AFIP y ser demandados penalmente.
En un gesto de buena voluntad hacia el ministerio de Economía, una ALyC incluso decidió dejar de operar por unos días órdenes de compra de dólar contado con liquidación.
Los analistas que escriben los informes de Research también moderaron el tono de sus artículos. “Trato de manejar un lenguaje más medido y señalar que hay cuestiones que no son opiniones mías, sino que lo reflejan los precios”, aseguraba uno.
Las ventanas de WhatsApp con decenas de clientes dieron paso a febriles conversaciones telefónicas mano a mano, ante el temor de que una captura de pantalla incriminase al empleado, a la sociedad o a sus accionistas. “Hasta me cuido con lo que mando por chats internos porque sé que algunos los reenvían”, comentaba otro operador.
En la semana en la que el dólar puso en jaque al Gobierno, a tal punto que Andrés “el Cuervo” Larroque, uno de los líderes de la Cámpora, admitió que el martes no sabían si llegaban al viernes, en la City todos estuvieron con los pelos de punta.
El Cronista