Se viene el tercer renunciamiento histórico. Lo de histórico es una licencia poética o directamente una exageración, porque ninguno de los tres corrimientos fue sorpresivo. Ni el de Cristina Kirchner, ni el de Alberto Fernández. Tampoco el de Mauricio Macri. Con un agravante: ninguno de los tres repliegues soluciona los problemas de inflación, brecha cambiaria, falta de dólares y salarios depreciados.
La Vicepresidenta en realidad ya había confirmado en diciembre pasado que no sería candidata. En el acto de La Plata simplemente reafirmó su postura contraria al “operativo clamor” en favor de “La Jefa”. El choque de planes entre la líder y sus believers revela la falta de brújula generalizada del sistema político. Una desorientación que es la estampita de la época. La decisión de Alberto Fernández y de Macri también estaban cantadas de antemano. Ni el abogado de la UBA ni el ingeniero de la UCA eran cartas ganadoras para la presidencial. Con estilos y tránsitos muy diferentes por La Casa Rosada, ambos quedaron unidos por el mismo sello: el de la decepción social.
En adelante se empieza a ordenar el menú electoral de los principales espacios. Javier Milei es variable fija por fuera de las dos coaliciones. En la familia cambiemita, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich van rumbo a una PASO sangrienta y con resultado abierto, ante la mirada prescindente de Macri.
El frentetodismo marcha hacia un choque de estrategias. Mientras Alberto insiste con la necesidad de una PASO que evite un nuevo dedazo, el cristinismo promueve una candidatura unificada. ¿De quién? En el Teatro Argentino de La Plata CFK sumó guiños y elogios hacia Sergio Massa.
El Cronista