La alianza goza de buena salud y se traducirá en una oferta electoral pactada. Alquimias electorales y lo que une el espanto. El tiempo, un gran (des)ordenador.
Más allá de los créditos, los swaps, los yuanes y las promesas de inversión y de ingreso al banco del grupo BRICS, si algo expuso la visita que realizó a China una importante delegación oficial fue la fortaleza de la alianza que han trabado quienes la encabezaron: Sergio Massa y Máximo Kirchner. Ambos conforman una extraña, pero consolidada pareja, incluso, según dijo el ministro de Economía, por encima de las fórmulas que se pergeñen en los laboratorios del Instituto Patria y del orden que altera el producto.
La posibilidad, deshilachada por la inflación pero todavía no descartada, de que el ministro de Economía sea el precandidato presidencial designado por Cristina Fernández de Kirchner revuelve a no poca gente en la base cristinista. Allí, y eso es algo que la vicepresidenta no ignora, se habla de un Massa “muy proestadounidense” y casi “liberal”; allí se incuba en buena medida el proyecto “Wado 2023″.
Cristina también enrola a Massa en el ala proestadounidense del Frente de Todos, pero le pondera el pragmatismo que muestra, por caso, al volar a China a buscar negocios y financiamiento y, además, el día a día en el manejo de una economía que sujeta con controles y no con laissez-faire. Máximo es de la misma opinión.
Las diferencias ideológicas son evidentes, pero la recurrencia de las urgencias, tanto políticas como económicas, las maquilla.
Entre muchas diferencias, el cristinismo y el massismo exhiben una coincidencia: una visión productivista de la economía.
Allá por 2019, cuando los antiguos diálogos entre Máximo K. y Massa terminaron por acercar al Frente Renovador a Todos, la urgencia era política y pasaba por evitarle al peronismo cuatro años más en un llano calcinante. Hoy, esa emergencia se reitera, agravada por una crisis económica que les es propia.
El cristinismo le tolera al jefe del Palacio de Hacienda un ajuste que no le perdonaba a Martín Guzmán con el argumento piadoso de que debió hacerse cargo de “una papa caliente”. Asimismo, exhibe una coincidencia: ambos sectores comparten una visión productivista de la economía.
¿El Massa realmente existente es el verdadero Massa, o este se comportaría de un modo diferente en caso de convertirse en presidente?
El detalle es que el Massa realmente existente es un hombre condicionado por la crisis. Esta lo lleva a intervenir en el proceso de formación de precios, a lanzar programas control de los mismos que no han dado resultados espectaculares y a ser extraordinariamente pragmático en sus alineamientos internacionales. Esto último lo demuestran las simultáneas de ajedrez que juega en Estados Unidos en la negociación técnica con el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI) y que jugó en China en la última semana.
¿Ese Massa realmente existente es el verdadero Massa o este se comportaría de un modo diferente si se convertiera en presidente? De hecho, mientras Máximo Kirchner cree, como su madre, que la inflación no tiene nada que ver con el déficit fiscal y la emisión monetaria y que la intervención del Estado es la principal solución para los males de la economía, Massa opina lo contrario sobre la suba de los precios y no concibe el futuro ni el desarrollo nacional sin una expansión del mercado y los negocios privados.
Dos miradas sobre los intereses nacionales
La extraña pareja también interpreta de modo diferente el interés nacional y el vendaval geopolítico en el que está inmersa la Argentina.
En una visita a la empresa Huawei, el camporista ponderó “el carácter colaborativo de la relación (con China), donde las ayudas se realizan sin ejercer ningún tipo de presión”. Su socio, en cambio, escuchó largamente pedidos de seguridades de Qiu Xiaoqi, asesor de Asuntos Latinoamericanos del régimen chino, sobre diversos aspectos de la política nacional, en especial la “neutralidad” para que aquella compañía, líder en la provisión de equipos, pueda participar del negocio de tendido de la red de Internet 5G de alta velocidad, según una nota de Clarín.
Esa empresa, hay que recordar, es vetada por Estados Unidos en medio mundo bajo el argumento de que su tecnología le sirve al ejército chino para espiar. Máximo Kirchner, justamente, visitó Huawei.
El jefe del Palacio de Hacienda trajo en las valijas la ratificación de inversiones en litio por unos 1.700 millones de dólares; promesas de 1.000 millones más conseguidos a través de atajos en el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) del grupo de potencias emergentes BRICS; la confirmación de que Argentina será aceptada como miembro de esta entidad en agosto, lo que le permitiría acceder a financiamiento; más de 3.000 millones atados a proyectos que terminó de cerrar en Pekín al firmar la adhesión al proyecto de la Franja y la Ruta, y una renovación y ampliación del swap cambiario que caducaba en agosto hasta el equivalente en yuanes a 19.000 millones de dólares, 10.000 millones de los cuales podrán ser utilizados para financiar –en forma de deuda– el déficit comercial que nuestro país acumula con China.
“Con esto deberíamos llamarnos Argenchina”, se entusiasmó el viernes el ministro.
Del listado de obras quedó excluida Atucha III. El argumento fue que China está dispuesta a financiar el 85% de la obra, valuado en 8.000 millones, mientras que Argentina debería poner el 15% restante. Como ese dinero no está, la central eléctrica deberá esperar. Por un lado, es lamentable que la falta de apenas 1.400 millones de dólares impida la realización de una obra que le daría certidumbre energética a cualquier proceso de desarrollo. Por el otro, hay que notar que, casualmente, para Washington la energía nuclear es, junto al 5G, la gran línea roja que no quiere que sus aliados crucen con China.
El pensamiento vivo de Daniel Angelici
Acaso por haber aprendido dos veces gracias a Rodolfo D’Onofrio, en Asunción y en Madrid, que no era precisamente el más vivo del barrio, Daniel Angelici lanzó en 2019 una de sus frases más desafortunadas: “Son chinos, no boludos”. Así respondía a especulaciones de que el crack Nicolás Gaitán, que jugaba en China, llegara a Boca Juniors con el salario pagado por su club de origen.
Aunque Máximo Kirchner no lo advierta, China presta para apalancar sus intereses y disputarle a Estados Unidos el liderazgo global.
En Pekín no se ignora que Argentina irá a elecciones este año, que este peronismo con el que hace negocios no es precisamente favorito en las urnas y que es probable que sea sucedido por alguna versión de la derecha, una más proestadounidense que la otra. Entonces, ¿por qué promete y concede?
Aunque Máximo K. no lo advierta, China, la gran potencia emergente, busca apalancar sus intereses para disputarle a Estados Unidos, la potencia instalada, el liderazgo global. Argentina es un capítulo relevante de esa disputa en América Latina y su debilidad actual la hace particularmente apta para ser una cabecera de playa.
¿Hacen falta capital, obras de infraestructura? Allí aparece China con sus proyectos con financiamiento llave en mano. Además, presta yuanes para convertir a su divisa en una moneda de incidencia global, rival del dólar.
Si la alianza camporista-massista ganara los comicios, China no debería temer por lo firmado. Si así no fuera y llegara a la Casa Rosada un presidente al estilo de Mauricio Macri, que pisó la relación, la Argentina se encontraría con numerosas obras cruciales sin terminar. Además, una renovación del swap o cualquier activación de un tramo traería aparejadas las condicionalidades que Máximo K. hoy no ve y descubriría que pagar lo ya utilizado conlleva una tasa de interés superior al 6% anual.
Por otro lado, los anfitriones del ministro de Economía fueron bastante claros respecto de que cualquier préstamo o cooperación depende de que la Argentina se mantenga al día con el FMI, organismo del que China es miembro. Mientras, CFK y el camporismo plantean condiciones para renegociar el acuerdo en vigor –20 años de plazo, atar los pagos al superávit comercial…– que son imposibles e implicarían una ruptura.
Así las cosas, si Massa fuera el candidato de esa alianza, ¿la sociedad estaría destinada a perdurar o los chispazos que le quemaron las manos a Alberto Fernández serían más intensos todavía?
El ministro tiene una ventaja respecto de su jefe jerárquico. Mientras Fernández, crepuscular, construye el albertismo en las listas electorales cuando ese gesto no es más que una mueca, el hincha de Tigre viene construyendo massismo al menos desde 2013.
Letra P